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El reto de mitigar el deterioro de zonas naturales por los visitantes

NR Les compartimos este artículo publicado en EFEverde, en el que también contribuimos con contenido y opinion.

Antonio López Gabaldón (EFEverde).- La masificación del turismo, recuperado por la relajación de las restricciones de la pandemia, con destinos “saturados y abarrotados” puede suponer la degradación de entornos naturales vírgenes, el aumento de la construcción por especulación inmobiliaria o el colapso de depuradoras, por lo que expertos consultados por Efe piden un decrecimiento del turismo.

El “decrecimiento” del número de viajeros en Baleares es una reivindicación de la ong GOB Mallorca, cuya responsable de campañas, Margalida Ramis, ha relatado que el archipiélago ha vivido una vez más un “verano de los excesos” con tres meses de “mucha intensidad” de visitantes.

Degradación de la naturaleza

Uno de sus problemas es la construcción excesiva de hoteles y apartamentos, “todo suelo es producto de especulación inmobiliaria”, ha criticado Ramis, para quien “el fenómeno turístico ha colonizado desde el litoral hasta el centro” del territorio.

Este año ya se han superado los dos millones de turistas que también degradan su naturaleza, ha señalado Ramis, como las calas vírgenes que “no tienen la capacidad para absorber a tantas personas diariamente” atraídas por las aplicaciones móviles.

Otros frentes son las depuradoras de agua que “no se adaptan” a las altas cantidades de turistas y “vierten las aguas fecales directamente al mar” o la subida de temperatura del Mediterráneo este verano.

Reducir el número de visitantes

Ramis ha lamentado que “el futuro es el colapso”, por lo que pide disminuir el número de plazas de alojamiento y de pasajeros, ya que en su opinión “sin decrecer no hay sostenibilidad posible”.

La temporada turística este verano ha sido un “boom en todo el mundo”, que ha “llenado o abarrotado” muchos destinos, ya sean naturales, arqueológicos o urbanos, ha contado a Efe Adrià Grau, mánager de Rift Valley España, como ha sucedido en los safaris africanos en la reserva nacional de Masai Mara (Kenia) o en el Parque nacional Serengeti (Tanzania).

 

Imagen de uso editorial cedida por Rift Valley. EFE

 

Al participar en un safari, “entramos en la casa de los animales”, ha explicado Grau, así que “hay unas normas que respetar” como las pistas delimitadas para vehículos que no pueden saltarse para no repercutir en la fauna y vegetación; sin embargo, recientemente se han observado imágenes de manadas huyendo espantadas por grandes grupos de vehículos.

Alteración de ecosistemas y las migraciones animales

 

Un grupo de turistas en el desierto de Douz, en el sur de Túnez. EFE/Paz Torrente/ARCHIVO

 

Estas actitudes tienen efectos adversos como destruir pastos de los que se alimentan, modificar el curso migratorio de los animales al forzarles a cruzar el río Mara o atropellar mortalmente a ñus y cebras, “por sacar la foto”, ha lamentado Grau, forzando “a las manadas a cruzar el río en un momento o en un lugar idóneo”.

El momento en el que estas manadas cruzan de forma natural el río Mara se conoce como “Gran Migración”, que, según Grau, es amortizado por las agencias para vender los meses de julio y agosto, lo que deriva en “aglomeración de vehículos”.

El turismo es una parte “fundamental” de la economía en África, ha concluido Grau, que ha apuntado a la necesidad de “grupos reducidos” que sean “responsables, sostenibles y colaboren con las comunidades locales”.

Pero los problemas del turismo no han sucedido tan solo antes y después de la pandemia, también durante: con la popularización de escapadas a espacios naturales que “no estaban planificados ni preparados” para una “masificación descontrolada” de excursionistas, ha relatado el director ejecutivo de Forum Natura, Arturo Crosby.

Cuando un parque natural “está acostumbrado a recibir a 50 visitantes diarios y de repente se incrementan a más de mil” el ruido “espanta a la fauna silvestre y altera su comportamiento”, que les fuerza a retirarse a otras zonas, ha explicado Crosby, a lo que se suma que “la mayoría de la gente”, daña el suelo y la vegetación.

Obligación de reparar los daños causados

Parte de la “culpa” también es de los comunicadores, ha continuado Crosby, pues muchas veces al promocionar lugares desconocidos “ponen en peligro zonas prístinas o semiprístinas”.

Un ejemplo del deterioro es el caso de la película “La Playa”, protagonizada por Leonardo DiCaprio y ambientada en la bahía de Maya Bay, en Tailandia, donde la Corte Suprema ha ordenado la rehabilitación ambiental de este entorno tras el impacto del rodaje y de la multiplicación de visitantes. EFEverde

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