Editorial

La revolución del turismo comunitario con Airbnb, a debate.

 

Cuando los modelos no funcionan como se espera, solo quedan prácticamente dos opciones: olvidarse de ello o reinventarlo en base a evitar los errores detectados.
Cuando s e habla de desarrollo turístico, obviamente se basa en un espacio físico, en un territorio ya sea rural, natural o urbano, pero en la mayoría de los casos y más en las zonas urbanas, este espacio físico es un entorno habitado, con gente, con población o como se denomina desde hace años con comunidad local, ya que no solo es la gente, sino la funcionalidad social que provoca un sistema vivo y muchas veces frágil o vulnerable.
La comunidad local, en muchos países emergentes o menos desarrollados económicamente, ha sido esencialmente el atractivo y souvenir para el turismo y los turistas, unas veces muy descaradamente como ha criticado en numerosas ocasiones Survival International y otras de forma encubierta, digamos la versión light, para aquellos turistas que quieren ser viajeros e interactuar a modo de experiencia vital o espiritual con dicha comunidad y que a cambio contribuyen monetariamente con su conservación, y así obtener un doble beneficio de satisfacción personal.
El turismo puede ser de o para la comunidad o bien en la comunidad local, es decir si la comunidad actúa liderando el proceso turístico, gestionándolo o bien actores foráneos, manejan ese turismo en la comunidad, siendo ésta el entorno donde se desarrolla, pero sin capacidad de actuar (Tampoco interés, por no comprender el sistema, ni haber sido informados, ni capacitados, entre otras cosas…)
Es un hecho que una comunidad tiene el derecho de elegir (política) si quiere o no desarrollar el turismo, pero si lo decide, debe aceptar las reglas del juego, a pesar que no comparta muchas de ellas. En general en muchos lugares, lo que se quiere es el dinero de los turistas, pero mejor sin su presencia.
Aceptar el turismo implica asumir una serie de impactos negativos, de orden social, económico y ambiental y si se sabe desarrollar el modelo adecuado, también obtener esos mismos impactos, pero de forma positiva. El mayor problema es que no se tiene claro los objetivos que se desean y por tanto no es posible planear ni predecir los resultados. Como casi siempre en turismo, se responde a los hechos en vez de anticiparse a ellos.
Pero lo que es seguro, es que el turismo es una actividad económica, es un negocio y requiere profesionalización, es decir una capacitación previa y continua, lo que no implica perder la identidad, ni convertirse en souvenir, degradándose y al final ofreciendo una experiencia que no va a ser satisfactoria para nadie.
Los turistas exploradores que no quieren ser turistas buscan descubrir destinos diferentes, donde supuestamente no hayan llegado otros, cosa que en las áreas urbanas es muy difícil, por lo que la opción es ir encontrando barrios o esquinas, donde poder interactuar con la comunidad, comiendo, bebiendo, relajándose en una terraza, comprando en comercios del barrio, etc.
Hace bastantes décadas, cuando apenas había hoteles, se alquilaban habitaciones particulares, pero recientemente con la parición de Airbnb, esta opción se ha hecho de forma comercial y l atendencia es profesionalizarla.
Una de las consecuencias es la transformación paulatina de estos barrios en entornos cada vez más turísticos, porque aquellos que no quieren sentirse en un ambiente turístico, involuntariamente promocionan la proliferación de apartamentos turísticos en lugares donde nunca hubo, saturando dicho espacio y causando una verdadera guerra entre turistas y locales.
Sin embargo hay otro flujo de turistas que no solo no les molesta estas aglomeraciones, sino que se encuentran en su sitio ideal, porque su objetivo es un tipo de ocio sin trabas o limitaciones como en su ciudad de origen. Lamentablemente en turismo todavía el éxito se mide por el número de turistas por día/año. Así que cuantos más, mejor se está haciendo.
Es obvio que plataformas como Airbnb, han impulsado este tipo de negocios y conflictos, digamos como daños colaterales y que están en batallas con muchas autoridades municipales.
Y si hablamos de zonas rurales, hace ya unos años (No muchos, porque plataformas como airbnb son muy recientes), que se ofertan diferentes apartamentos y casas rurales, con cierto éxito. No sé cuando querrá y podrá llegar también a lo que normalmente se ha llamado turismo comunitario, es decir en remotas comunidades rurales de regiones y países en desarrollo, donde apenas hay turismo.
De hecho Airbnb, ya tiene un programa especifico, que además añade una especie de RSC con 5 millones de € (Community Tourism Programme) en Europa (Barcelona, Berlín, Lisboa,…), en colaboración con el grupo del Banco Mundial, que s e basa en 3 líneas principales: Reinvención de espacios públicos para compartir entre locales y turistas; Reinventar el turismo promoviendo las economías locales y celebraciones de eventos locales para un público más adecuado.
El dilema está servido y las Administraciones responsables, todavía no saben reaccionar, anticipándose a esta especie de revolución comercial turística, que acaba de comenzar.
Un cordial saludo,
Arturo Crosby
Editor

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Un comentario

  1. Este artículo ilustra que el turismo no es el esquema que prevalece, de servicio de alojamiento en hoteles. Y también de como esos esquemas limitan la creación y desarrollo de nuevas ideas sobre servicios turísticos.
    Necesitamos más información como esta y más debate alrededor de la misma.

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