Lucha por el control del Nilo, en plena pandemia
A pesar o quizas aprovechando el estado actual de pandemia, se recrudece el enfrentamiento entre egipto y Etiopia por el control de este importante rio, El Nilo, para Africa.
El primer ministro etíope anunció que su país comenzaría a llenar la Gran Presa del Renacimiento (GERD) este mes de julio
En punto muerto y sin atisbo de solución: así está la negociación para resolver la disputa de la construcción de la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD) en el Nilo Azul, que enfrenta a Etiopía y Egipto, dos potencias de África. El Nilo, cuya cuenca hidrográfica abarca once países, tiene dos afluentes principales: el Nilo Blanco, que se origina en la región de los Grandes Lagos; y el Nilo Azul, que empieza en el lago Tana de Etiopía y aporta al río el 85% de su agua. Los dos caudales tributarios se unen al norte de Jartum y desde ahí el río atraviesa Sudán y Egipto hasta su desembocadura en el mar Mediterráneo.
En el Nilo Azul, Etiopía empezó en 2011 a edificar la presa en el distrito de Guba, región de Benishangul-Gumuz (oeste), con el fin de garantizar recursos hídricos al país del Cuerno de África y exportar electricidad para impulsar su desarrollo. La GERD, terminada en un 70% y valorada en unos 5.000 millones de dólares (4.500 millones de euros), se convertirá en la mayor presa hidroeléctrica del continente, capaz de generar más de 6.000 megavatios de electricidad (equivalente a seis centrales nucleares) en una superficie máxima de 1.874 kilómetros cuadrados.
Egipto, Etiopía y Sudán acordaron en 2015 que la construcción del megaproyecto no debía afectar a la economía, al caudal del río y a la seguridad hidroeléctrica de ninguno de los tres Estados ribereños, pero desde entonces han prevalecido las desavenencias. Egipto reclama sus “derechos históricos” sobre el Nilo y considera la presa una “amenaza a la seguridad nacional” porque teme que reduzca notablemente el caudal del río que riega el país árabe y que le proporciona en torno al 90% del agua dulce, que llega a sus campos y represas desde Etiopía a través de Sudán.
El último intento dialogado de solventar el contencioso fueron las negociaciones desarrolladas en enero y febrero de este año en Washington, bajo auspicio de Estados Unidos y el Banco Mundial (BM). El pasado 26 de febrero, Etiopía anunció que posponía ‘sine die’ su participación en las conversaciones con Egipto y Sudán sobre la GERD, con el objetivo de completar sus consultas internas. El anuncio se produjo un día antes de la reunión tripartita que iba a celebrarse en Washington el 27 y 28 de febrero y que debía alumbrar un acuerdo.
Como resultado de otra ronda de negociaciones en la capital estadounidense, los tres países ribereños acordaron a finales de enero que la presa se rellenara de forma gradual. Ese era uno de los asuntos que más discrepancias provocaba entre Etiopía y Egipto, porque El Cairo solicitó que se hiciera en varios años para limitar el impacto sobre el caudal del Nilo, mientras que Adís Abeba espera hacerlo en un periodo más corto.
Sin embargo, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos emitió el pasado 28 de febrero un comunicado en el que subrayaba que “las pruebas finales y el relleno no deberían tener lugar sin un acuerdo” entre los tres países, una exigencia que molestó sobremanera a Etiopía, que quiere empezar con el relleno en julio próximo.
“A lo que Etiopía se opone es a los roles cambiantes de Estados Unidos como facilitador o mediador.Solo aceptamos los papeles de Estados Unidos y el Banco Mundial como observadores y queremos que se adhieran solo a eso”, espetó el ministro etíope de Recursos Hídricos, Seleshi Bekele, quien dijo apostar aún por el diálogo.
Esa actitud negociadora se ha visto siempre en Egipto como una táctica obstruccionista de Etiopía, como recordó recientemente Attia Essawi, experto del Centro de Estudios Estratégicos y Políticos Al-Ahram de El Cairo, al relatar en un artículo “la larga historia de intransigencia etíope en las negociaciones sobre el Nilo”. Desde entonces, la tensión entre Etiopía y Egipto ha ido en aumento hasta el punto de que el Ministerio de Exteriores egipcio amenazó con usar “todos los medios necesarios” para proteger sus “intereses”, en una velada referencia al posible uso de la fuerza.
Según William Davison, experto del International Crisis Group (ICG), “las posiciones de las partes se han endurecido desde el colapso de las conversaciones a fines de febrero, y las circunstancias actuales parecen demasiado acaloradas para permitir un acuerdo integral a corto plazo”. El ICG, sin embargo, cree posible un “acuerdo provisional” que rija los dos primeros años de llenado del embalse, durante los cuales Etiopía almacenaría solo agua suficiente para probar las turbinas.
Este laboratorio de ideas, además, considera “beneficioso” incorporar al diálogo un equipo de observadores más amplio que incluya al jefe de Estado de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, actual presidente de turno de la Unión Africana, o al alto representante de la Unión Europea (UE) para la Política Exterior, Josep Borrell. El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, ya pidió en enero pasado a Ramaphosa “que promueva un diálogo entre las partes para resolver el asunto de manera pacífica”, ante la percepción cada vez más arraigada en Adís Abeba de que EEUU y el BM favorecen a Egipto.
“Idealmente, las futuras conversaciones deberían organizarse en una ciudad africana y no en Washington”, sugiere, asimismo, el ICG. Pero también, como puntualiza a Efe Davison, “quizás lo que se echa de menos es que Etiopía dé pasos para intentar tranquilizar a sus socios sobre este asunto”.
No parece, de momento, que esa sea la voluntad del Gobierno etíope a tenor de las palabras pronunciadas por Abiy para conmemorar el noveno aniversario del inicio de la construcción de la represa el pasado día 1, cuando insistió en que su país “empezará a llenar la presa en la próxima temporada de lluvias” en julio.
AFP/AFP
Mapa de África oriental que muestra el Nilo y la Gran Presa del Renacimiento Etíope
El primer ministro, galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 2019, subrayó que actualmente su objetivo prioritario es atajar la amenaza existencial del coronavirus, “pero eso no debería impedirnos acabar nuestra presa, que es nuestro sustento”. “Salvar vidas es nuestra prioridad, pero la segunda es la GERD”, que es “símbolo de la soberanía y la unidad nacional”, zanjó Abiy.
Desde el colapso de las negociaciones, Egipto, que siempre rechazó la GERD porque “esencialmente le dará a Etiopía un botón para controlar el Nilo”, según el analista Euan Hall, de la ONG The Organisation For World Peace, ha impulsado una campaña internacional para defender sus intereses y denunciar la “terquedad” etíope.
El Cairo solicitó el pasado mes el respaldo de la Liga Árabe, que en una resolución expresó su oposición a cualquier “violación de los derechos históricos de Egipto sobre las aguas del Nilo”, una reacción que Adís Abeba tildó de “apoyo ciego”. El Acuerdo sobre las Aguas del Nilo de 1959, firmado por Egipto y Sudán, otorga a estos dos países el control del caudal del río, aunque Etiopía no reconoce ese pacto.
Con o sin observadores, las negociaciones sobre el relleno y las operaciones de la GERD deberían continuar, comenta a Efe el director de la Oficina Técnica Regional del Nilo Oriental (ENTRO), el etíope Fekahmed Negash. “Si hay un acuerdo antes del momento del relleno planeado -opina Fekahmed-, rellena la presa acorde a eso. Si no se puede lograr un acuerdo, Etiopía tiene que empezar el relleno, de forma que Egipto verá que prácticamente el relleno y el funcionamiento de la presa hidroeléctrica no tendrá un impacto significativo en ellos”.
Su compatriota Mehari Taddele Maru, profesor del Instituto de la Universidad Europea (Florencia, Italia), subraya que la disputa “es un problema africano y, como tal, requiere una solución panafricana”, de ahí que urja a la Unión Africana a “implicarse de manera activa” e iniciar “consultas” con las partes.
De momento, el Nilo sigue su curso, pero nadie avista la desembocadura del contencioso en una pronta solución.
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