Montañas y turismo: ¿Estamos llegando al fin del esquí?
Hoy tuve la ocasión de asistir a la presentación del Pirineo Catalán, por parte de Ricard Font, Presidente de los Ferrocarriles de Cataluña que después de ofrecer una visión muy atractiva de las estaciones de esquí, pude conversar unos minutos sobre algunas palabras clave que le escuche, como calidad, sostenibilidad, cambio climático y producto (asociado a tecnologías) y me sorprendió algunas de sus apreciaciones, en las que coincido, como hablar de estaciones de montaña (Yo hablaría más bien de centros o el equivalente a “resorts” en ingles), versus estaciones de esquí, por su implicación en el territorio y por gestionar 365 días/año y no los 4 meses de temporada de nieve.
Por otra parte si bien la demanda de esquí, en lugares como España y en ciertos dominios esquiables que no están ligados o conectados con los núcleos rurales cercanos, a nivel socioeconómico, ésta ha tenido muy poca percepción sobre la montaña, la cual ha sido siempre el escenario donde realizar su actividad deportiva y de ocio (Apré-ski, gastronomía, spas, etc.) y no como motivación principal, actualmente está cambiando y a una velocidad sorprendente.
Es cierto, que ahora es difícil por no decir casi imposible hablar de segmentos de demanda, ya que mejor sería trabajar con los hiper-segmentos, es decir como un amigo empresario de alojamientos en la Sierra de Madrid, me comentaba recientemente, en el turismo rural, cada cliente demanda algo diferente a los demás, y muchos quieren wi-fi (Según él,prácticamente todos), televisión, y si pudiesen pedirían piscina cubierta, jacuzzi, etc. y hay otros que quieren todo lo contrario. Es decir cada cliente es un segmento por sí mismo y eso complica mucho su gestión comercial. Hace años escuche a un profesor de la Polytechnic University of Hong Kong, decir que cada turista era un mercado, hipótesis que lo confirma este mismo empresario.
Por eso es tan valiosa y codiciada la información del big data, que maneja Google, Facebook, y otras redes sociales.
Así, hay una demanda, cada vez mayor de turistas motivados principalmente por la montaña, también por la nieve, gastronomía y puede que por el esquí, pero si se piensa en los 365 días, es obvio que el esquí supone un promedio de unos 150 días, aunque si se cuenta con tasas de ocupación reales, quizás baje a unos 110 días/año, por la gran estacionalidad que tiene. Según Font, aproximadamente por cada euro invertido en la estación de montaña, provoca una inversión privada de entre 6 a 7 €.
Pensar en montaña es pensar en territorio, en gente, paisajes, cultura, economía y no es que quiera afirmar que el esquí ha llegado a su fin, o “el fin del esquí”, pero lo cierto es que tiene que adaptarse a la evolución de la demanda y las exigencias ambientales.
Cuando se hablaba de cambio climático, es necesario tener en cuenta que la nieve es y será un tema critico con respecto al impacto de una subida de temperatura, que no solo afecta a la innivación, sino a su conservación (Por ejemplo también lluvias extremas o duraderas,…) y a la afectación al ecosistema de montaña, cada vez más vulnerable.
Cuando hablaba sobre calidad, lo asocio también a producto y a sostenibilidad, porque para mí van de la mano
Es un hecho demostrado como está subiendo el nivel de altura en la presencia de nieve en muchas zonas montañosas, especialmente del hemisferio norte y como se están desarrollando nuevas tecnologías para producir nieve artificial que no necesite temperaturas tan bajas, ni la humedad que actualmente precisa.
Cuando hablaba sobre calidad, lo asocio también a producto y a sostenibilidad, porque para mí van de la mano.
Ser sostenible implica ser competitivo, pensar a medio y largo plazo y tener en cuenta los aspectos ambientales, sociales y económicos en la zona donde se actúa. En el Pirineo Catalán, los centros de montaña, están inmersos en los Parques Naturales y Nacionales y por dicha razón están obligados a gestionar una política de gestión sostenible, incluyendo también el uso de energías renovables, como la geotérmica.
Para mi ser competitivos además implica creer en la calidad y generar experiencias basadas en emociones memorables y diferenciadas, donde el objetivo no sería el número de turistas/día/año/m2, sino aquellas cifras que permitan una rentabilidad económica, ambiental, social y especialmente emocional, para poder ofrecer productos turísticos de montaña exclusivos, que no necesariamente sea lujo igual a precio, sino a la diferenciación que provoque una demanda mas cautiva.
El objetivo no sería el número de turistas/día/año/m2, sino aquellas cifras que permitan una rentabilidad económica, ambiental, social y especialmente emocional
Y por supuesto aquí entra también la tecnología que no solo ayuda a gestionar mucho mejor las experiencias turísticas de cada consumidor sino que facilita un desarrollo de la montaña menos impactante.
Si realmente se quiere un turismo sostenible y competitivo de la montaña, no queda otra que dejar de pensar en el esquí, como actividad principal en aquellas zonas con nieve, si no gestionar la #montaña, como un territorio destino 365 días/año, frágil, vulnerable y sin olvidarse de que es un productor de de salud y felicidad, algo realmente exclusivo.
Arturo Crosby
Editor Natour
forumnatura.org