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El Olfato sirve para viajar y descubrir un entorno inédito para muchos

La desconocida importancia del olfato en el turismo de naturaleza (y en nuestra vida cotidiana)

NR: Al igual que un paseo por un bosque o una zona natural nos regala un aporte ingente de Vitamina N, el olfato nos ayuda a crear imágenes de una naturaleza que suele pasar desapercibida

 

“El ser humano tiene un sentido del olfato muy pobre.” Esto es lo que nos hemos creído durante más de un siglo. ¿Lo creen ustedes? ¿Han sufrido anosmia por COVID-19? Pues puede que la falta de olores haya contribuido a amargarles la salud emocional a miles personas con secuelas post-COVID.

Lo que no se escucha, no se siente y no se ve.

Es posible que la vida moderna y urbana nos haya acostumbrado a ir por la vida “ciegos” para los olores. Pero recuerden: truncar nuestros sentidos en favor del intelecto nos condena a funcionar amputados (e infelices).Nuestro sensorio es más que decente. No lo insultemos. La conexión con el entorno es fundamental para una vida saludable.En las últimas décadas, se está confirmando que el oler de nuestra especie es mil veces mejor de lo que ha creído durante mucho tiempo. ¿No me creen? Vamos a verlo juntos:

La maravilla del olfato humano

En las sociedades más occidentales u occidentalizadas, aún perviven expresiones como “se podía oler el miedo”, o “me huelo que…”. Sin embargo, se trata de ejemplos poco más que testimoniales. Fijémonos en otros tipos de sociedades: aquellas que han tenido sus culturas ancestrales funcionando mucho más (Figura 1). Sus léxicos olfativos son portentosos. Se multiplican las metáforas; el olfato está más presente en las conversaciones; es más fácil nombrar los olores…

Figura 1.Lenguajes del mundo estudiados y considerados ricos en la esfera de los olores. No todas las zonas en blanco lo están por pobreza lingüística. Algunas, como Siberia y Australia,lo están por falta de registros y estudios. Al autor le da en la nariz que Australia saldría bien parada en esta lista.

Fuente: Trends in Cognitive Sciences (Majid, Asida). ©Cellpress.

https://www.cell.com/trends/cognitive-sciences/fulltext/S1364-6613(20)30277-1

 

Y es que el olfato es importantísimo. Los estudios genéticos de pueblos tribales cazadores-recolectores actuales muestran que este sentido sigue bajo la presión de la selección natural. Tienen más genes involucrados en el olfato.Pero todavía es muy importante en los entornos modernos. El sentido del olfato es tan trascendente que su disminución o pérdida puede implicar empeoramiento grave de la calidad de vida, o incluso problemas sociales y sexuales.La vida misma les podría ir en ello: la falta de olfato parece estar detrás de muchas víctimas de escapes de gases y fuegos… O sea, que este sentido no ha dejado de cumplir sus funciones básicas: prevención de riesgos ambientales; orientación para la nutrición; mediación de la comunicación interpersonal.

¿Comunicación interpersonal? ¿Es que nos olemos unos a otros cual perros en la calle? Pues más o menos… No hace falta tener una higiene deficiente o una enfermedad. Parece que nos olemos las manos inconscientemente después de dársela a los extraños… Y aquí está la clave de todo: nuestro olfato tiene una parte subliminal, inconsciente. Seguramente, este hecho, junto con la pobreza léxica, y un estudio anatómico deficiente, nos llegó a la conclusión en el S. XIX de que somos muy malos sabuesos. Pero no es así. Muchos experimentos demuestran que tenemos capacidades similares e incluso superiores a perros, conejos o ratones para según qué moléculas. Cada especie está adaptada a su caso particular. El olfato deficiente del Homo sapiens es un mito.

Cómo ser parte de la solución.

Reeducar cuerpo y mente es posible (y necesario). No tiren la toalla después de ver la superioridad genética de algunas tribus. Siempre que sea necesario, sacaré mi arma secreta: las observaciones del francés Lucien Malson en su estudio de los “niños salvajes”, o aquellos que se han visto en la circunstancia de criarse entre animales, separados de sus congéneres humanos. Entre otras cosas, Malson destaca la finura de estas personas a la hora de percibir los olores. Es más, esta finura podía encontrarse hace no tanto en gentes de campo de las de toda la vida.Ni estos ejemplos son de cazadores-recolectores, ni lo soy yo mismo, y personalmente, prefiero el olor de cientos de kilos de estiércol al de un solo motor Diésel. Palabra de honor. Cuestión de principios.

Figura 2. Cada vez más, las heces de los herbívoros se acumulan sin sus escarabajos peloteros que las procesen y devuelvan nutrientes a la tierra. Estos coleópteros se están extinguiendo. ¿Lo sabían? Quizá tengamos que oler más estiércol y menos humos para saber este tipo de cosas.Menos humos y más humus.

Todas las consecuencias negativas de funcionar desgajados del entorno surgen en las sociedades desarrolladas y urbanas. Como guías de Naturaleza, ahí tienen un gran papel. ¿Sabían que el sentido del olfato está disminuido en numerosas enfermedades neurológicas y psiquiátricas? Los estados depresivos, y en general los estados de ánimo negativos, reducen las capacidades olfatorias de las personas. ¿Por qué no diseñar pequeñas expediciones olfativas para clientes con trastornos del ánimo? Así podrán ayudarles a apreciar las maravillosas fragancias de la Naturaleza, y acaso, a mejorar su problema interior desde el exterior. Volvemos al concepto de la excursión terapéutica

Figura 3. ¿A qué huelen las tempranas flores de un endrino (Prunus spinosa)? ¿Podría describirlo con nuestro lenguaje empobrecido? Yo creo que sí. ¡Anímense! ¿Y qué hay de la deliciosa flor del romero (Rosmarinus officinalis)? Aquí ya es más complicado. Excelente ejercicio para mí, para ustedes, pero sobre todo, para sus queridos clientes.

Muéstrenles a los clientes que no están tan mal de olfato como creen. Que no son tan inferiores como piensan frente a las capacidadesde otros animales. Que después de todo, no son tan distintos; que no están separados del resto de la Natura. Quizá, y solo quizá, esta sea la última gota que colme su vaso y decidan hacer cambios en sus vidas para hacerlas más sostenibles.

 

Y no olviden salir al campo y renaturalizarse… y renaturalizar

Por Carlos Fernandez, nuestro medico de cabecera que nos ayuda en la renaturalización. La faceta más convencional la cumple como gastroenterólogo y hepatólogo asistencial, siendo también investigador traslacional y clínico en el IDIPHISA

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