El pueblo indígena Ayoreo-Totobiegosode del Chaco paraguayo, que vive en uno de los bosques con mayor índice de deforestación del mundo, ha apelado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para salvarlo de la destrucción total. Sus familiares no contactados huyen de un rincón a otro de lo que queda del bosque, buscando refugio de las excavadoras que avanzan sobre su territorio.
Desde 1993, cuando presentaron una petición formal de la titularidad de su tierra, los ayoreos han intentado proteger su bosque de la rápida expansión de la frontera agrícola.
En 2013, ante la falta total de voluntad política en Paraguay para hacer cumplir la ley y detener la destrucción de sus tierras, los ayoreos solicitaron la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
En 2016, a propuesta del propio gobierno, accedieron a entablar negociaciones formales por sus títulos territoriales, pero cinco años y 42 reuniones después, su tierra continúa en manos de empresas agroganaderas y la destrucción de su bosque avanza sin freno. Las fotografías satelitales revelan que los ayoreos viven actualmente en una isla de bosque rodeada de monocultivos y ranchos de ganado.
Ante esta situación, los ayoreos acaban de anunciar que se retiran de las negociaciones, y han solicitado de nuevo a la Comisión Interamericana que ordene a las autoridades paraguayas que les devuelvan su tierra y expulsen a las empresas agroganaderas que se han apoderado de ella.
El bosque de los ayoreos está siendo deforestado a un ritmo vertiginoso © Earthsight
Aunque la mayoría de los ayoreo-totobiegosodes fueron contactados a la fuerza por misioneros evangélicos estadounidenses hace algunos años, un número desconocido permanece sin contacto viviendo en una pequeña isla de bosque que está en riesgo de ser completamente destruída.
Este año, un grupo de ayoreos no contactados se comunicó, hasta en dos ocasiones, con algunos de sus parientes contactados mediante gritos y canciones, para expresar su miedo ante la destrucción de sus tierras, antes de volver a esconderse en el bosque.
El líder ayoreo-totobiegosode Porai Picanerai, quien fue contactado de manera forzada por la Misión Nuevas Tribus en 1986, dijo: Mi gente que vive en el monte [los no contactados] sufren mucho y están en peligro porque ya tienen muy poco espacio donde moverse y vivir. Hay mucha gente extraña ocupando nuestras tierras y quemando el monte para producir ganado”.
Porai también añadió: “Tras haber participado en la mayoría de las 42 reuniones he comprobado nuevamente que el Estado no cumple con las comunidades indígenas, que no cumple su palabra, que miente y no tiene voluntad de proteger a mi gente y devolver las tierras que siempre habitamos y cuidamos”. Y concluía: “Solo recurriendo a otras autoridades como la CIDH conseguiremos que el Estado haga algo por mi gente”.
La investigadora de Survival International Teresa Mayo dijo hoy: “Los ayoreo-totobiegosodes han concluido el proceso de negociación porque el gobierno lo ha estado dilatando mientras permitía la destrucción desenfrenada del bosque ayoreo. El Estado sabe que simplemente “no haciendo nada” condena a muerte de manera efectiva a los ayoreos no contactados y, si un gobierno ve el exterminio de un pueblo como la solución a su “problema”, estamos hablando de genocidio”.
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