Tailandia cierra la playa de Leonardo Di Caprio
El gobierno de Tailandia confirma que prohíbe el acceso de turistas a la isla donde se filmó ‘La Playa’
La magia del cine, o en todo caso los esfuerzo de producción, han logrado que un joven Leonardo Di Caprio pueda nadar en las cristalinas aguas de la playa de Maya Bay, en una isla de Tailandia, sin turistas alrededor.
Porque a partir del estreno de la película de Danny Boyle, titulada –obviamente- La Playa, la isla de Koh Phi Phi se convirtió en el deseo turístico de millones de visitantes, cuyo aluvión pone en riesgo el frágil ecosistema marítimo de estas costas de Tailandia.
Cerrojo al turismo
Como adelantó Cerodosbé en diciembre, el gobierno barajaba hace meses con poner el cerrojo al turismo en esta isla, para reducir la presión de visitas. Tras varias vacilaciones y contradicciones, las autoridades se decidieron a dar el paso y prohibir la llegada del turismo entre junio y octubre.
Durante esos meses, coincidiendo con la temporada de monzones, este paraje quedará vedado para las visitas, para permitir que las aguas, corales y arenas puedan regenerarse de tantas personas, vendedores, comercios y basura.
En temporada alta las embarcaciones dejan más de 5.000 turistas en la playa de Maya Bay
También se plantea prohibir el acceso desde embarcaciones, que suelen zarpar desde otros puntos para poner rumbo a Maya Bay. En temporada alta, más de 300 ‘speed boats’ descargan sobre la playa más de 5.000 turistas.
Problemas ecológicos
Junto con los turistas, otro de los problemas es la aglomeración de plásticos en las costas de Tailandia, uno de los países que encabezan la clasificación de desechos de este material en los océanos.
Una de las iniciativa es reemplazarlo por materiales biodegradables, al menos en media decena de islas turísticas, pero la idea choca con la resistencia de los empresarios.
Boom urbanístico
El tsunami de 2004 destruyó gran parte de los atractivos de estas playas, pero de la mano de la recuperación se vivió una aceleración del desarrollo urbanístico, que llevó a que las costas alberguen una auténtica selva de cemento.
Los guías hacen lo imposible por evitar que los visitantes rompan los corales, ya sea como recuerdo o por descuidos, pero este ecosistema corre el riesgo de seguir degradándose si aumenta la presión de visitas.
De hecho el 80% de las barreras de corales del país corre graves riesgos, y cerrar el flujo de turistas un par de meses al año no es suficiente para que este ecosistema pueda regenerarse.
Otros cierres
No se trata de la primera decisión que toman las autoridades de Bangkok en este tema. En 2016 la pequeña isla de Koh Tachai fue cerrada por un tiempo indeterminado para permitir la rehabilitación.
Otras tres pequeñas islas fueron prohibidas al poco tiempo, y cada año los paraísos marinos que pertenecen a los parques nacionales son cerrados de junio a octubre para permitir que la naturaleza pueda regenerarse.
El problema de la masificación
Pero la decisión de poner una puerta a Maya Bay va un paso más allá, porque es el icono del turismo en el país. Y pone en relieve el problema de Tailandia de cómo administrar el turismo en forma sostenible.
Este sector moviliza 75.690 millones de euros, el 20,6% del PIB, según datos del Consejo Mundial de Turismo. Es también una de los principales fuentes de trabajo del país, ya que emplea 5,7 millones de personas (el 15,1% de la población activa).
En diez años las llegadas pasaron de 12 a 35 millones de personas. Entre ellos, sobresalen los turistas chinos: en ese período sus visitas aumentaron de uno a diez millones.
Pero la masificación brinda experiencias poco desagradables a los visitantes: en Koh Khai, un cayo de sólo cuatro hectáreas bañado por el Mar de Andamán, recibe cada año a 1,4 millones de personas -un número superior a las que visitan las Maldivas-.