Como salvar la vida de unos turistas en riesgo de calor extremo
Las continuas olas de calor hacen peligrar la supervivencia de muchos viajeros
Cuando el calor puede causar muertes: primeros auxilios para guías de naturaleza y viajeros.
Me siguen, ¿verdad? Lo prometido es deuda y, si en la entrega anterior presentamos el problema y explicamos cómo se previene, en esta saltaremos a los distintos cuadros clínicos. El problema ya está aquí. La prevención no fue suficiente, y como guías que somos, tenemos que evaluar la situación y actuar. Sigan leyendo y sabrán más que la mayoría de guías del mundo. De nuevo, nos ponemos serios. Muy serios.
Los hermanos pequeños: cuadros leves por calor
Lo cierto es que no siempre ocurren cosas claramente peligrosas por el calor. Puede tratarse de algo tan sencillo como el edema por calor, en el que tobillos y pies -más rara y levemente, manos- se ven hinchados de líquido por el mero calor. Son zonas que habitualmente reciben más presión de los líquidos corporales, y aunque la hinchazón suele ser muy leve, en algunas personas con problemas de circulación, puede justificar medidas específicas como pausas más frecuentes, extremidades en alto, y frío local (ideal un arroyo)… y quizá replantearse rápidamente si estas personas deberían continuar la excursión. Recuerde: siempre un plan B, y siempre prevenir antes que lamentar.
Aunque el desmayo o síncope puede acompañar a los casos más graves de la enfermedad por calor, puede darse también por un mecanismo sencillo y benigno. Se trata de las famosas lipotimias de los soldados obligados a aguantar en posición de “firmes” largo tiempo bajo calores de justicia. La sangre se acaba acumulando en unas piernas verticales, sin movimiento muscular que la ayude a circular, y si sumamos la deshidratación, puede darse una bajada de riego al cerebro que tumbará a muchos: se trata del síncope por calor. Pues sí: ir a dos patas tiene desventajas. Normalmente, la persona responderá rápidamente al tumbarla, elevarle las piernas y refrescarla. Pero de nuevo: si se le presenta este problema con un turista y no está sobradamente justificado… es posible que deba replantearse regresar cuanto antes.
Por último, el menos leve de entre los leves: los calambres por calor. No estoy hablando de un músculo aislado, que normalmente se contracturará por el ejercicio en sí, haga frío o calor. Se trata de temblores, espasmos y calambres en músculos amplios y grupos musculares enteros. Ocurre durante el ejercicio físico en condiciones de calor, y tiene mucho que ver con la deshidratación y la falta de sales (electrolitos). Claramente, hay que hacer una pausa, elevar o comprimir el miembro afecto y rehidratarse (no hace falta estirar). Aquí, el agua sola no bastará. Es muy recomendable ingresar sales minerales. ¿Que cómo lo hacemos? Pues bien, Natura ya ha dispuesto los medios: la fruta es ideal, bien a pedazos o incluso mejor en forma de zumo o papilla. Si se dispone de las famosas bebidas deportivas, es un buen momento para emplearlas. De hecho, probablemente ningún otro momento estará más justificado para emplearlas… No son isotónicas, como se precian de ser, y el electrolito principal es el sodio, que no siempre es el que más se pierde, pero serán muy útiles en estos casos. Ea, les dejo utilizarlas. También hay en el mercado pastillas con una composición similar, que nos vendrán muy bien aquí. Si por casualidad, disponen de suero de rehidratación oral, es un tratamiento óptimo. Moraleja: para rehidratarse de manera habitual y prevenir problemas, beba agua y coma de vez en cuando… Es fácil y barato. Hace millones de años que se inventó.
Cuando hay que preocuparse: agotamiento por calor y golpe de calor
Como ya habrán podido deducir, se trata de casos en los que se combina la deshidratación, las alteraciones en los electrolitos y el aumento de la temperatura corporal. Toda una bomba de relojería. El agotamiento por calor es el hermano intermedio. Tiene malas pulgas. Puede ser leve, pero puede progresar a estrés por calor y golpe de calor. Como el nombre indica, la víctima se encontrará muy cansada, pero lo que más nos tiene que alarmar es que empezará a encontrarse con lentitud mental o confusa. No hay tiempo que perder: hay que enfriarla ya. Está empezando a sufrir estrés por calor. Usen todo el arsenal a su disposición que ya hemos explicado. Trasladen a la persona a un lugar lo más fresco posible y que se tumbe o recueste; protéjanla del sol directo; quítenle las prendas muy ajustadas; refresquen y remojen… Como la deshidratación suele añadirse, apliquen el mismo tratamiento que en los calambres por calor. Aquí se impone el buen juicio: cuando se trata de un anciano o alguien con problemas importantes del corazón, la hidratación habrá de ser moderada para no sobrecargar de líquidos. Si tras un tiempo razonable y suficiente, el cliente se encuentra en buenas condiciones, den por terminada la actividad y organicen un regreso seguro: ha sido un caso leve. Si, por contra, las cosas van a peor, podemos estar pasando a un golpe de calor…
El golpe de calor es el malo de la película. El golpe de calor mata. El golpe de calor necesita de tratamiento médico en instalaciones adecuadas. Avise inmediatamente a los servicios de emergencias locales. Hay que evacuar al turista ya. De hecho, dejó de ser un turista. Ahora es un paciente.
¿Cómo sabemos que nos encontramos ante este síndrome extremo? En realidad, es sencillo: cuando, a todo lo anterior, se añade una temperatura corporal excesiva (hipertermia). Si somos el médico de la expedición, se nos pediría que midiésemos la temperatura rectal del paciente… Como no lo somos, para bien y para mal, nos tendremos que contentar con poner el termómetro en la boca (antes de haber bebido líquidos fríos). La temperatura de cualquier otra parte del cuerpo que no sea el recto, será menos fiable y más baja de la real… pero si tenemos una temperatura oral de 39˚C o más, es casi seguro que hay hipertermia (temperatura corporal ≥40˚C). Independientemente de la temperatura, si el paciente presenta alteraciones graves de la consciencia, el golpe de calor es casi seguro.
¿Qué debemos hacer mientras esperamos u organizamos una evacuación? La situación es tan peligrosa que tendrán que asegurarse periódicamente de que el ABC de la reanimación cardiopulmonar básica está en orden (de acuerdo, ya escribiremos un artículo sobre primeros auxilios y el ABC…). Busquen a una o varias personas capaces para que le ayuden. Hay una prioridad absoluta: enfriar el cuerpo. Si es posible, la inmersión en agua proporciona 24 veces más capacidad de enfriamiento que el aire. No hay medias tintas: cuanto más fría, mejor. ¡Mucho cuidado si el paciente no tiene un buen nivel de consciencia; podría ahogarse! Solo el tronco y extremidades. Si no hay una masa de agua, todo tipo de agua o líquido externopodría valer. Las toallas con agua fría o hielo son estupendas, o incluso los bloques de hielo. Si disponen de pocos hielos, aplíquenlos –envueltos- en mejillas, palmas y plantas (no en cuello, ingles y axilas; ¡eso es un mito!). Por otro lado, si el nivel de consciencia lo permite, hay que hidratar en abundancia según indicaciones previas. Si la víctima está levemente somnolienta, háganlo poco a poco, a tragos, pero asegúrense de que el volumen final es alto. Si tiene una alteración grave de la consciencia o convulsiones, no hay que administrar nada por vía oral. Ah, y una última cosa: eviten el paracetamol y otros antipiréticos. No es fiebre lo que tenemos en estos casos.
Bueno, ¿qué tal? ¡Ha sido trepidante! Yo mismo estoy en tensión después de escribir esto… Toparse con casos así es siempre peliagudo, pero si siguen estas instrucciones, aumentarán mucho la probabilidad de salvación. Y no solo la de otras personas, sino la suya misma. El que cuida ha de ser el primero en cuidarse.
Por Carlos Fernandez, nuestro medico de cabecera que nos ayuda en la renaturalización. La faceta más convencional la cumple como gastroenterólogo y hepatólogo asistencial, siendo también investigador traslacional y clínico en el IDIPHISA