El turismo entra de lleno en la era de la biometría, ¿pero a qué precio?
El reconocimiento facial y otros sistemas para identificar a las personas, cada vez más presentes en aeropuertos, hoteles, ferias…
El vídeo apenas dura 22 segundos pero acumula más de 2,2 millones de visualizaciones en Twitter. Muestra un viajero acercándose al sistema de reconocimiento facial implantado en un aeropuerto de China. El pasajero no hace nada, simplemente se sitúa enfrente de un punto de información, al instante es reconocido y la pantalla le muestra su número de vuelo, horario y hacia dónde debe dirigirse. Es un ejemplo más de la nueva era de la biometría en la que se adentra la industria turística.
De hecho, en la última edición del Mobile World Congress que tuvo lugar el pasado febrero en Barcelona, los asistentes que previamente nos habíamos registrado en un programa de acceso biométrico pudimos tener una experiencia muy similar que nos permitió acceder a la feria sin hacer colas.
En este caso, una vez obtuve la acreditación como periodista (semanas antes del congreso) me registré en un programa de acceso llamadoBreez, donde era necesario subir una fotografía tuya a través de la web del MWC.
Al llegar al Mobile World Congress, simplemente era necesario dirigirse a un pasillo de acceso especial, mirar a la cámara… ¡Y ya estabas dentro!
Cero colas en una feria por la que pasan 100.000 visitantes.
Ejemplos de esta tecnología aplicadas al turismo MICE también los pudimos ver en la feria IBTM. Ver Congresos, ferias y convenciones escanearán tu cara para dejarte entrar.
También en China encontramos los primeros hoteles donde el cliente ya puede hacer el check-in con solo escanear su cara. El mismo sistema de reconocimiento facial le permite abrir la puerta de su habitación y acceder a otros servicios hoteleros.
Y ahora… a pagar
La tecnología biométrica que ya ha llegado a aeropuertos y centros de congresos también comenzará a ser cada vez más importante en el mundo de los pagos online.
De hecho, el próximo 14 de septiembre entrará en vigor la nueva normativa de pagos europea (PSD2), que introduce “importantes cambios que afectarán sin duda a la autenticación del usuario con el objetivo de aumentar la seguridad de las transacciones”, según explica la empresa tecnológica Sipay, especializada en este campo.
Dicha normativa establece la obligatoriedad de exigir al usuario una autenticación reforzada o SCA (Strong Customer Authentication), “basada en el uso de dos o más factores para su identificación“.
Dichos factores podrán estar basados en el conocimiento (algo que el usuario sabe, como un PIN o una contraseña), la posesión (algo que el usuario tiene, como una tarjeta o un dispositivo móvil) o la inherencia(algo que el usuario es, como la huella o el iris).
Para identificar la huella dactilar, el iris del ojo o la cara del usuario es donde entra en juego la biometría, que “en un futuro cercano será la forma más utilizada de autenticación”.
Ventajas
Según explica Sipay, la biometría va a ser cada vez más importante por dos motivos: la seguridad y la experiencia de usuario.
“Los elementos biométricos son difíciles de copiar, pues no se trata de una tarjeta que se pueda robar o una contraseña que pueda averiguarse fácilmente, sino de elementos inherentes a la persona que por lo general son intransferibles”, explica esta empresa.
“En cuanto a la experiencia de usuario, la biometría permite la fidelización del cliente gracias a una autenticación más rápida, contrarrestando así el efecto negativo que la doble autenticación obligatoria establecida por la PSD2 pudiese tener”, añade.
Y es que “cuando el pago resulta prácticamente invisible, aumentan las posibilidades de que los clientes finalicen sus compras (sobre todo en el ámbito del comercio electrónico), e incluso de que las repitan gracias al recuerdo de una buena experiencia”.
Por tanto, indica Sipay, “la biometría resulta una tecnología fundamental” sobre todo para aquellas empresas que operan de cara al público, por lo que éstas “deberán adaptarse paulatinamente mediante la integración de lectores biométricos que cumplan con todos los requisitos de seguridad”.
Inconvenientes
Ahora bien, ¿estará todo el mundo dispuesto a que su iris, su cara o su huella dactilar sirvan como medios de pago o bien como “pasaporte” para acceder a determinados sitios? ¿Cómo se salvaguardará esta información? ¿Qué hay del derecho a la privacidad?
En aeropuertos de Estados Unidos, por ejemplo, una vez que se escanea la cara de un pasajero, la imagen se compara con una base de datos biométrica del Departamento de Seguridad Nacional, que verifica la identidad de la persona, lo que preocupa a los grupos activistas defensores de los derechos civiles.
Cabe recordar que Aena puso en marcha en marzo una prueba piloto de embarque de pasajeros a través del reconocimiento facial biométrico en el aeropuerto de Menorca.
Sistema de reconocimiento facial en pruebas para el embarque de pasajeros en el aeropuerto de Gatwick Londres.
Gran Hermano
Las posibilidades que brinda la biometría también van a ser explotadas a fondo en China, donde a partir de 2020 el gobierno va a implantar un sistema obligatorio de “crédito social” que puntuará a los ciudadanos en función de su comportamiento diario.
Lo que haga la gente será monitorizado no solo a través de redes sociales y compras online, sino también mediante sistemas de reconocimiento facial en las calles
Hasta ahora, dicho sistema es voluntario y los ciudadanos chinos que obtienen una puntuación de 650 puntos pueden por ejemplo beneficiarse de un check-in exprés en hoteles, alquilar un coche sin dejar un depósito, acceder a salas VIP del aeropuerto de Pekín o bien reciben autorización para viajar a determinados destinos en el extranjero, sin necesidad de presentar documentos especiales.
Y con 750 puntos, pueden obtener más rápido una autorización de su gobierno para viajar a la zona Schengen.
Por el contrario, las personas que obtengan las puntuaciones en la franja baja tendrán internet de menos velocidad, restricciones para entrar en determinados restaurantes y tendrán prohibido viajar. Ver también el artículo publicado en Wired: Big data meets Big Brother as China moves to rate its citizens.