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El tacto, otra lección para enseñar a disfrutar de una experiencia turística en la naturaleza

Turismo con Sentidos. Con los ojos cerrados, somos capaces de saber el número que se nos escribe en la yema del dedo índice

Hace tiempo que no me los llevo conmigo de excursión. Ya tenían ganas, ¿eh? Estamos caminando entre unas orlas de bosquete de robles y espinos, que rodean algunos clarosbien arregladitos por conejos que casi parecen jardineros. Cerramos los ojos, irradiados por un sol tibio que se cuela entre las ramas, y una brisa silenciosa viene a refrescarnos con su amable caricia en la cara… No nos ha hecho falta nada más para saber que somos una parte integrante del Todo. ¿Y cuál ha sido nuestro vehículo? Pues el sentido probablemente más olvidado.

                  

                   El tacto no es solo el tacto.

Parecería que en la piel tenemos un sensorio más “de andar por casa”, comparado con las maravillas que ya hemos explorado anteriormente, en cuanto al sonido y sus implicaciones, o el olfato… ¿Ahora nos vamos a sorprender también con el tacto? ¡Pues claro! Natura es infinita, amigos y amigas.

O si no, que se lo digan a los neurólogos. En esta especialidad, todavía se explora el cuerpo como lo hacían los clásicos… precisamente con los sentidos, y apenas alguna herramienta en la mano. A la búsqueda de trastornos de la sensibilidad, pueden desmenuzar sus muchas componentes. Gracias a la Neurología, sabemos que no sólo percibimos la mera presión. También la temperatura, el dolor, la posición de los miembros… ¡la vibración! (esta última, a través de receptores profundos). Pero es que la presión es mucho más de lo que parece: gozamos de una capacidad de discriminación extrema, que nos permite distinguir entre dos puntos de presión diferentes separados tan sólo 4 mm entre sí. Con los ojos cerrados, somos capaces de saber el número que se nos escribe en la yema del dedo índice, y podemos elegir qué monedas o billetes queremos sacar del bolsillo (o saber si son falsos). Que me encierren de por vida en una pestilente y masiva capital si esto no es absolutamente maravilloso.

Con los pies en la Tierra.

Tanto entre los excursionistas como los guías de naturaleza, surgen fácilmente las preguntas acerca de cuál es la manera más “natural” de acercarse al entorno. De hasta qué punto los accesorios y ayudas técnicas, la tecnología que nos llevamos al campo o la montaña, son elementos útiles o impedimentos para la experiencia plena. De qué es lo más puro.

Puede ser hasta terapéutico que nuestros clientes disfruten de momentos en los que descalzarse tranquilamente y tener los pies en contacto con la hierba y el fondo de los arroyos

En esta línea, hay tendencias que buscan un calzado mínimo para caminar o correr, e incluso se da el descalcismo más recalcitrante. Sin ánimo de defender acérrimamente los postulados de ninguna corriente, lo cierto es que la evolución anatómica de los pies es un proceso absolutamente depurado que llegó al óptimo hace ya millones de años. Puede ser hasta terapéutico que nuestros clientes disfruten de momentos en los que descalzarse tranquilamente y tener los pies en contacto con la hierba y el fondo de los arroyos. La divulgadora Odile Rodríguez de la Fuente ha comentado en varias entrevistas que necesita ese contacto con frecuencia.

¿Me acompañan por el arroyo en busca de minúsculos animalillos? Este fondo no parece muy apetecible a la delicada planta de la mayoría de los pies actuales… pero a cambio, esos verdes ranúnculos juguetones les masajearán y harán cosquillas. ¡Vamos!

… Y aquí pueden surgir esos momentos agridulces del exceso de sensaciones. Los clientes no suelen tener los pies acostumbrados. No hay filtro sensorial. Puede haber incluso dolor, especialmente sobre los lechos de los ríos… Y el cliente avispado ha llegado a hacerse la pregunta: ¿podría ser que las personas con los pies encallecidos tengan una capacidad menor para percibir el entorno? Al fin y al cabo, no sienten tanto. Se han acostumbrado… Pues hasta de eso se ha ocupado la Ciencia. Está bastante demostrado que los callos plantares –esas protecciones que, al fin y al cabo, son naturales- no entorpecen la mecanorrecepción, clave para que se desarrolle una actividad locomotora bien compensada. El tacto fino sí resulta reducido, pero eso es lo que necesita un pie… ¿Acaso no hace falta un filtro para el exceso de información que nos llega por tantísimos medios de comunicación?

Ay, los injustamente despreciados callos… Callos de manos y callos de pies. Solo porque se asociaban a los trabajos manuales del vulgo. Solo porque “son feos”. A lo mejor deberíamos quitarnos los callos interiores y fomentar más los exteriores. Los callos implican funcionalidad. Y en la Naturaleza, la funcionalidad es belleza.

Quizá el sentido del tacto sea de los que menos discordancia presentan entre su uso en vida salvaje y en la vida moderna cotidiana. Al fin y al cabo, todos nos sentamos, caminamos, agarramos objetos, etc. Sin embargo, cada vez interaccionamos con menos componentes físicos y cada vez con más componentes virtualizados en pantallas. ¿Puede tener un efecto negativo que no sintamos los botones que pulsamos, las ruedas que giramos, los objetos que arrastramos? No se sabe con seguridad, pero la opinión de quien escribe es que se trata un factor contribuyente más a esa burbuja de aislamiento sensorial y espiritual que tenemos con el entorno, con la que ya están familiarizados mis lectores.Y de ésta, conocemos las (malas) consecuencias. Ustedes pueden aliviar esas consecuencias a través de sus excursiones.

Cuando la brisa nos acaricia algo más que la piel (a modo de integración).

En las últimas entregas, hemos estado repasando las increíbles maravillas que componen nuestro sensorio. Todo ser humano, aunque provenga de la más ajetreada y desnaturalizada metrópoli, posee un potencial estupendo para reconectarse con el medio. Hemos descubierto juntos que este potencial puede reeducarse para no estar nunca más aislados y solos. Para recordar que somos parte integrante de nuestro planeta y el universo. Para dejar de intelectualizar los prodigios del entorno e interaccionar con ellos, que no son de porcelana. Acaso, para despertar conciencias.

Ahora, vamos a aprenderde los que saben de verdad. Vamos a observar a los que nunca perdieron todas estas cualidades. A los que no necesitan renaturalizarse. Son los maestros:

>>VER VÍDEO<<

Foto: https://assets.survivalinternational.org/pictures/14150/0-awa-footage-still_1800.png  ©Survival

Cualquier sensibilidad se ve impresionada por la mera secuencia, pero merece la pena comentar la “jugada”.Este vídeo lo divulgó en 2019 la ONG Survival International. Se trata de dosawás. La tribu Awá vive en el Amazonas brasileño y todavía existen grupos awás no contactados, que se mantienen en este estado evitando como pueden a los madereros. Están absolutamente cautivos de los últimos parches de selva no desforestada. El vídeo lo grabaron sus vecinos los guajajaras. Esta otra tribu aculturada se dedica a organizar patrullas por todo el territorio para proteger la zona y a las tribus no contactadas, que son las personas más vulnerables del planeta. La explotación progresiva de los recursos locales es violenta y peligrosa. Hay sicarios, incendios y asesinatos. Sí, un día como hoy del S. XXI.

No lo explicaron, pero es posible que les dejasen el machete como cebo. El muchacho –cuya vista ha debido de captar que algo raro había ahí, entre miles de elementos circundantes- se acerca con cautela y lo toca, comprobando su filo y su estado. Le basta con un roce de sus dedos. Acto seguido, lo está… ¡oliendo! Al urbanita contemporáneo, le parecerá como de ciencia-ficción, pero es extremadamente lógico: ¿qué hace esto aquí? No habrán cortado algo venenoso con él… ¿será una trampa? Lo que ocurre a continuación es portentoso: de algún modo casi sobrehumano, ha captado con la vista(¿y el oído?) que hay alguien grabando. Avisa urgente pero discretamente a su compañero –que en el proceso, ya ha cargado una flecha en el arco- y desaparecen inmediatamente del lugar, perdiéndose en la espesura. Como un magnífico animal salvaje. Como el más magnífico de entre ellos.

Espero que este vídeo les haya resultado inspirador como monitores y guías. Y a los excursionistas que hayan recalado en este artículo, también. Muestra lo que es capaz de sentir una persona con callos. Huelan (y saboreen si es seguro), palpen, escuchen, observen. Sientan. Pero sobre todo, no compren madera tropical.

 

 

Y no olviden salir al campo y renaturalizarse… y compártanlo

Por Carlos Fernandez, nuestro medico de cabecera que nos ayuda en la renaturalización. La faceta más convencional la cumple como gastroenterólogo y hepatólogo asistencial, siendo también investigador traslacional y clínico en el IDIPHISA

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