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Crecimiento desmesurado turístico versus calidad, sequía y más…

El dilema está entre el business-as-usual o sostenibilidad para la competitividad

 

Todavía recuerdo aquellas frases bonitas de gran parte del sector y medios de comunicación que anunciaban la desaparición de la masificación turística y el surgimiento de un modelo turístico sostenible durante el final de la pasada pandemia. Éramos pocos los que jamás pensamos en esa misma dirección y lamentablemente no nos equivocamos.

Y ahora les hago una pregunta o interrogante: ¿Es positivo y exitoso poder llegar a 100 millones de turistas internacionales en España? O en Francia ó los 150 millones planeados en Arabia Saudí.

Pero es que además en países como España o Francia, por citar las 2 potencias mundiales, al número de turistas internacionales hay que sumar también los nacionales que podrían llegar a 20 millones y si además sumamos los excursionistas, el numero de visitas (no pernoctaciones) serian muchos, demasiados millones, que consumen recursos de una manera muchas veces depredadora por la mala gestión y mal comportamiento o hábitos de consumo y forma de viajar.

Pensando en el caso de España con una población total de unos 47 millones de habitantes, recibir más de 84 millones internacionales, más nacionales más excursionistas es más que triplicar su población y eso seguro que crea conflictos y por ende una crisis social y ambiental. Orientativamente se podría decir que las zonas turísticas españolas pueden recibir unos 130 millones de visitantes al año, casi siempre en el mismo espacio/tiempo.

Porque el problema radica que la mayoría de los destinos, donde se incluyen pueblos, ciudades y espacios naturales no han sido planificados para acoger estos números de visitantes y superar su capacidad de carga.

Permítanme volver a mencionar el caso opuesto del destino alicantino de Benidorm como un caso inédito en el sol y playa que con recursos naturales muy limitados (incluyendo el agua) y población de 67.000 logra una gestión sostenible de su territorio recibiendo más de 4 millones de visitantes al año.

…el consumo de agua/día de un turista oscila entre 500 y 800l/día, mucho más que la media de un ciudadano o residente que en España se sitúa sobre los 133 l/día

Como recordatorio (UNWTO) el consumo de agua/día de un turista oscila entre 500 y 800l/día, mucho más que la media de un ciudadano o residente que en España se sitúa sobre los 133 l/día, es decir casi 7 veces más de consumo.

Pero además de manejar la conducta de estos turistas, el destino puede y debería gestionar tecnológicamente este tremendo coste y reducir drásticamente su consumo sin alterar la satisfacción del usuario, a veces con soluciones tan simples como cambiar el tipo de grifo que permite aumentar la presión disminuyendo el caudal y consiguiendo la misma percepción de bienestar. (Este tema recuerdo que ya lo mostrábamos en un programa de seminarios sobre Hoteles Ecológicos en la época de los 90 en varios destinos del litoral español, en los que el técnico que nos acompañaba mostraba al hotelero toda el agua que derrochaba y que obviamente pagaba)

Es obvio que el incremento desmesurado de turistas y visitantes en un mismo espacio y tiempo hace realmente imposible poder ofrecer calidad en la experiencia y en el servicio, además de una reacción adversa de la población residente y de los trabajadores del sector, salvo como he mencionado se haya preparado para esta situación, algo que no ocurre normalmente.

 

Es obvio que el incremento desmesurado de turistas y visitantes en un mismo espacio y tiempo hace realmente imposible poder ofrecer calidad en la experiencia y en el servicio

La relación entre número de turistas (y visitantes) con el consumo de recursos es evidente y es un peligro  cuando se trata de un recurso básico llamado “agua”, especialmente si no se gestiona eficazmente.

España al igual que otros muchos países es un territorio con recursos hidrológicos escasos (salvo el norte y noroeste), un clima poco lluvioso y más en estas últimas décadas, un nivel de evaporación alto en los meses de verano, y es que este recurso es vital para la existencia de la actividad turística en todas sus facetas.

Lo peor es que siendo un recurso escaso, salvo en determinadas zonas que también podría cambiar, su planificación y gestión ha sido bastante mediocre, no teniendo en cuenta la tendencia a disminuir las precipitaciones, la subida de temperaturas y el consumo desproporcionado, es decir consumir más de lo que se renueva.

Hay muchas regiones y países que con menos recursos hídricos tienen muchos mejores resultados y otra vez tengo que poner el caso de Benidorm destino en un territorio árido, con muy poca agua y apenas precipitaciones, pero con una eficiencia del 96%, es decir que tan solo se pierde un 4%.

Si en un destino con pocos recursos hídricos y con una gestión mediocre de estos, añadimos que se puede triplicar el número de consumidores durante periodos cada vez más largos, nos encontraremos con un grave problema que sin duda revertirá en la calidad de la experiencia turística, amén del posible agotamiento del recurso natural.

Si además añadimos el tema de residuos, sanidad, movilidad, etc se transformara sin duda alguna en una situación insostenible, en la que a pesar de conseguir alivios temporales será económicamente muy caro, pero socialmente mucho mas, porque el agua será un recurso donde competirá el turismo, agricultura y ganadería, población, industrias, etc. y en esta competición el turismo no saldrá ganador por su proyección social nada positiva, a pesar de producir el 12,8 del PIB de España.

No se puede seguir pensando en que son situaciones puntuales, que ya lloverá, etc. sino de dar respuestas anticipatorias, es decir asumir que la tendencia va a ser hacia mas sequia, temperaturas altas, temporales,etc. y que por tanto solo existe la opción de adaptación y mitigación y donde la inteligencia, la innovación y la tecnología puede jugar un rol clave, asumiendo también que muchos destinos deberán de apostar por una estrategia de regeneración para luego realizar una gestión mucho más sostenible y así lograr tener éxito, que no se traduce en cantidades de visitantes sino en beneficios medibles para todos los actores implicados.

 

Por tanto no creo que la meta de superar los 85 millones o llegar a los 100 millones de turistas internacionales sea tener éxito si se piensa en los beneficios y costes en todos los actores afectados ya que habrá una reacción contraria igual de fuerte, a posteriori, tanto  a nivel ambiental, social y por supuesto con traducción económica. ¡No lo duden!

 

Arturo CROSBY

Editor Natour

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