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La vibración sísmica baja un 50% en el subsuelo de las ciudades confinadas

Los sismógrafos de capitales como Barcelona detectan el descenso del tráfico

La ciudad ha dejado de moverse, literalmente. En condiciones normales, el subsuelo de las grandes urbes se ve sometido a presiones que provocan vibraciones o pequeños movimientos sísmicos.

La constante circulación de coches, camiones y trenes, así como las obras públicas o incluso el alboroto de los aficionados tras un gol del equipo local, generan un fenómeno que los expertos denominan ruido sísmico o vibración sísmica de fondo.

La Covid-19 lo ha cambiado todo. Con las medidas deconfinamiento de la población y la práctica paralización del trafico rodado, la industria y los deportes de masas, los pequeños terremotos cotidianos casi han desaparecido de las ciudades.

La paralización casi total en la superficie también se nota en el subsuelo, explican los sismólogos

La tranquilidad urbana subterránea derivada del nuevocoronavirus está siendo detectada y analizada en varias ciudades de Europa, China y Estados Unidos.

La reducción del ruido sísmico de los últimos días sólo es comparable con la que se detecta en los momentos de máxima tranquilidad de Navidad, ha explicado Thomas Lecocq, sismólogo del Real Observatorio de Bélgica, en Bruselas, en un artículo publicado en el portal en internet de la revista científica Nature .

En Barcelona, “el nivel de vibración de fondo se ha reducido en un 50% o incluso más desde la aplicación de las medidas de confinamiento, sobre todo desde el lunes día 30”, explica a La Vanguardia Jordi Díaz Cusí, sismólogo e investigador del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera (ICTJA-CSIC).

Díaz Cusí ha analizado con detalle los datos recogidos en el sismógrafo del ICTJA, en la parte alta de la avenida Diagonal de Barcelona, donde ahora, entre semana, la vibración de fondo es incluso menor que en los fines de semana de la época anterior al confinamiento.

Antoni Roca, subdirector de geología regional y geofísica del Instituto Cartográfico y Geológico de Catalunya, explica que revisando los datos en continuo y los registros acumulados que ofrece en abierto la página en internet de este instituto se puede observar con relativa claridad el efecto de la paralización de la ciudad en el descenso de las vibraciones sísmicas de fondo.

Los sismógrafos en los que se aprecia un descenso más notable del movimiento del subsuelo son los situados en las zonas céntricas, como el de Portal de l’Àngel o el paseo de Sant Joan. En cambio, en el sismógrafo del Observatorio Fabra, casi en la cima de Collserola, la variación en las vibraciones de fondo son muy pequeñas, explica Jordi Díaz.

En condiciones de actividad normal, las pequeñas vibraciones cotidianas en el subsuelo reducen la capacidad de detección de los sismógrafos instalados en las ciudades. Ahora, en cambio, “la reducción temporal del ruido de fondo permitiría, por ejemplo, detectar con mayor claridad un terremoto que se produjera a gran distancia”, apunta Antoni Roca.

“El estudio de este ruido de fondo, comparando la situación habitual con la que vivimos estos últimos días, puede ayudar también a mejorar los conocimientos científicos sobre las capas superficiales de la corteza terrestre”, explica a este diario el sismólogo del ICTJA Jordi Díaz Cusí.

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