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¿De verdad necesitas plastificar tu maleta como si fuera una momia?

Los plastificadores de maletas proliferan en los aeropuertos. Los legales y los ilegales. Pero, ¿te has preguntado alguna vez adónde va a parar toda esa enorme cantidad de plástico?

La escena es habitual en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. Antes de cruzar la puerta, personas con un rollo de plástico estirable en la mano te preguntan si quieres plastificar la maleta (son los ilegales). Nada más cruzar la puerta, otras, ataviadas con uniforme de empresa, te atosigan con lo mismo. Son los legales. El negocio de envolver las maletas antes del viaje con un film de resina especial de alta resistencia es tan lucrativo que al rebufo de las empresas concesionarias oficiales de este servicio en el aeropuerto han surgido docenas de avispados que con un rollo de plástico que cuesta un euro en el súper te ofrecen (según ellos) lo mismo pero más barato.

El conflicto entre plastificadores legales e ilegales en Barajas lleva tiempo enquistado. Pero más allá de esta vertiente económica y laboral del tema, hay otra faceta en la que nunca se pone el foco:

¿Dónde va a parar la ingente cantidad de plástico que se utiliza cada día en el mundo para envolver maletas, la mayoría de las veces innecesariamente? ¿Necesitas de verdad envolver tu valija como una momia para proteger camisetas, faldas, pantalones y ropa interior?

He hablado con operarios de las dos marcas comerciales concesionarias del servicio en el aeropuerto de Barajas. Bull Wrap y True Star. Cada una tiene ocho puntos de plastificado repartidos entre las tres terminales de Barajas. Trabajan en tres turnos, las 24 horas del día. Y las cuentas que me salen son estas:

-El proceso de embalado va por ciclo programado. La máquina da seis vueltas para un lado y siete vueltas para el otro, independientemente del tamaño de la maleta.

– En total unos 13 metros de longitud de un rollo de uno de ancho. Es decir: unos 13 metros cuadrados de plástico por maleta.

– Según los operarios de una de estas empresas, cada puesto puede hacer 40 maletas en un turno malo y hasta 80 en uno bueno. Los de la otra declaran que hacen 80 en un turno normal con picos de hasta 400 maletas en días de temporada alta.

– Tiremos por lo bajo y tomemos una media de 40 maletas por turno. En tres turnos: 120 maletas. Por 16 puestos de venta = 1.920 maletas/día. Por 13 metros cuadrados cada una = 24.960 metros cuadrados de plástico que van a la basura todos los días. Solo en este aeropuerto.

¡¡24.960 metros cuadrados!! Tres campos de fútbol y medio.

Una burrada, ¿verdad? Estamos en plena lucha para reducir plástico en bolsas de supermercado, pajitas de refrescos, envoltorios, etc. y luego llenamos la maleta de plástico para…. ¿para qué?

Plastificado de maletas en el aeropuerto de Barajas, terminal 2.
Plastificado de maletas en el aeropuerto de Barajas, terminal 2.

Yo llevo viajando toda mi vida y nunca me han abierto la maleta para robarme nada. Protege de roturas, me dirán. Sí, es verdad, algún arañazo evita. Pero la mayor cantidad de problemas con roturas en maletas surgen en los elementos que sobresalen (ruedas, agarrador extensible del trolley…). Y eso, el plástico no lo protege.

Bull Wrap dice en su folleto publicitario que usan plástico reciclable. No lo pongo en duda. ¿Pero, quién se encarga de reciclarlo? Escribo este texto desde China; llegué aquí acompañando a un grupo de viajeros de El País Viajes. Tres de ellos habían plastificado su maleta en Barajas. Cuando llegamos a nuestro destino, tiraron todo ese plástico a la papelera del hotel. Lo mismo que hacen otros miles de viajeros con maletas momificadas cada día en el mundo. Normal: después de 12 horas apretado en un asiento clase turista lo que menos te apetece es ir al Punto Limpio de tu municipio a depositar el maldito plástico.

Me he puesto en contacto con Greenpeace para ver qué opinaban del tema. Y curiosamente, pese a la lucha contra el uso excesivo de plásticos que lideran, no tenían una opinión en concreto sobre este tema.

Llamé a la asociación de consumidores FACUA, y su respuesta fue “no tenemos prácticamente reclamaciones de este tipo y tampoco hemos hecho ningún estudio al respecto”.

Le he preguntado a viajeros profesionales, gente que está todas las semanas en un aeropuerto con destino a los lugares más insospechados, y en general, ninguno usa este servicio y solo uno lo hizo puntualmente cuando viajaba con mochila.

No hay ningún registro sobre qué tipo de viajero plastifica las maletas, así que tome esto como una apreciación personal después de pasar muchas horas observando en aeropuertos: creo que la gran mayoría de usuarios de este servicio son viajeros puntuales que hacen uno o dos viajes transoceánicos al año por vacaciones o para visitar a la familia en la tierra de origen. Y se dejan impresionar por la publicidad de estas empresas: “Reduzca activamente el riesgo de inserción de drogas u otros artículos no autorizados”, “Con nuestro embalaje, será imposible que introduzcan objetos extraños en su equipaje sin que usted se dé cuenta”.

Es decir, crear la necesidad para aumentar la demanda. Un viejo truco del capitalismo consumista. Un candado o una brida en las cremalleras hace el mismo efecto. Total, si quieren robarte lo van a hacer con plástico, con candado o con lo que le pongas. No conozco mejor sistema para evitar esos hurtos (que los hay, no lo niego)  que no llevar nada de valor en la maleta que facturas.

Y así contribuyes a no saturar aún más el mundo con plásticos.

Nota: He intentado recabar la opinión de las dos empresas concesionarias de Barajas, pero no han contestado a ninguno de mis requerimientos. El único dato público es el que hizo Sinapsis Trading (del grupo True Star) en 2016 cuando reconoció que el intrusismo de los plastificadores ilegales en Barajas había reducido el número de maletas que esperaban tratar en un año de 1.200.000 a 600.000

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