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Replantearse el ecoturismo. La Necesaria re-invención o el posible desastre

Desde que comencé a trabajar en turismo, después de haber estudiado Biología Ambiental (Ecología), he creído que si la gente, la sociedad y en concreto la demanda turística, conociese la naturaleza, en todas sus manifestaciones, lograríamos una concienciación y un cambio de actitud para la conservación y recuperación del medio natural, incluyendo su componente humana, el patrimonio social y cultural.

He podido conocer muy de cerca numerosas áreas naturales protegidas, tanto en Europa, América, África y Asia y aunque existen algunas diferencias en los resultados, lo cierto es que una de las claves para el éxito o no, es el fácil acceso a estos espacios.

Pero cuando menciono “éxito”, me refiero al tipo de resultados obtenidos por un diseño y gestión turística, que conlleva la preservación de los ecosistemas, incluyendo obviamente su fauna y flora, la poca o nula alteración de sus elementos, y a la vez la satisfacción de los visitantes o turistas, motivados por esos atributos naturales, como la biodiversidad de un territorio.

Después de todos estos años, uno aprende que la gran mayoría de este tipo de turistas (Al igual que el resto) valoran un área, en función de lo que denomino, su “estética natural”, que en muchos casos se refiere a los diferentes paisajes, cuanto más espectaculares y únicos, mucho mejor y por supuesto la observación de la fauna, cuanto más asegurada más exitosa será la experiencia turística.

Pero estas expectativas y necesidades, de los denominados #ecoturístas, de poder ver muy de cerca e incluso tocar la fauna silvestre, está provocando unos impactos ambientales negativos, que justamente van en contra de los objetivos del mismo ecoturismo.

Combinar negocio turístico, ya que el ecoturismo es un negocio, digan lo que digan, con los limites de observación de fauna, el acceso a muchas zonas naturales frágiles o vulnerables (Véase Antártida, el Ártico, la tundra, etc.) no es algo fácil, porque aceptar la capacidad de carga turística implica saber que la actividad económica tiene límites y reglas del juego que otros productos turísticos no la tienen y que sin embargo, si se gestiona correctamente podría ser incluso mucho más rentable.

El problema es que el consumidor quiere tener una seguridad de avistamiento y ¿porque no?, poder tomar la foto a pocos metros e incuso interactuar con el animal. Hechos, todos ellos, que lograran cambiar la etología de cualquier especie y ponerla en peligro, como ocurre en bastantes lugares.

Si bien, el turista, supuestamente no ecoturísta, se conforma solo con el recuerdo de haber estado y un posible selfie, aun con un poster diseñado para ello, además de disfrutar de la comida, espectáculos, etc. este otro turista con mayores expectativas, siempre querrá acercarse a aquellas zonas, donde sabe que puede estar cerca de aquello que quiere ver y nunca se conformaría con un centro de interpretación o de visitantes.

¿Sera mejor que no existiese el ecoturismo? Muy probablemente no, si se reinventa.

Este cambio será peor aun que el cambio climático, que de hecho es uno de los factores del cambio global

Cuando comenzó esta actividad turística a ser operativa (Al comienzo, nunca se quiso llamar turismo ni turistas), apenas existían pequeños flujos, de gente conocedora, respetuosa y consciente de su huella, pero últimamente el ecoturismo se ha visto como algo que puede atraer una demanda de millones de turistas, que tendrán acceso a estas áreas vulnerables y frágiles, poniendo en grave peligro su conservación.

Les recomiendo lean este articulo Singapore eco-tourism plan sparks squawks of protest, que ilustrar aun mas lo que escribo.

Puede que algunos puristas del ecoturismo, digan que exagero o que eso realmente no es ecoturismo, pero muy a mi y su pesar, quien dicta las reglas de oferta y demanda es el mercado y si no se ponen las reglas adecuadas en la oferta, este cambio será peor aun que el cambio climático, que de hecho es uno de los factores del #cambioglobal.

Hace unos días precisamente, conversando con el vicepresidente de la Fundación Loro Parque (Islas Canarias) Christoph Kiessling me comentaba los peligros del ecoturismo y los ecoturistas, defendiendo su modelo de parque zoológico, que me recuerda al concepto de desarrollo sostenible y salvaguardia ecológica, que puede ser Benidorm en el Mediterráneo, aunque les parezca una temeridad.

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