Lagartija bogotana, amenazada por urbanización en La Calera
La actual destrucción de los ecosistemas en el país es preocupante para las poblaciones de Anadia bogotensis, especie que habita en el páramo y está sometida a una gran presión.
La profesora Martha Lucía Calderón, del Departamento de Biología de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), explica que el páramo es uno de los ecosistemas más amenazados por el cambio climático y la transformación del hábitat, provocada por el hombre.
Dentro de los factores de riesgo mencionados por investigadores de la U.N. están el incremento de la urbanización en los alrededores de la zona, los incendios forestales y el alto tránsito de personas.
Agrega que, al parecer, esta especie es vulnerable a la pérdida de sitios de anidación como las rocas, las cuales normalmente son removidas por los transeúntes, con lo que dejan los huevos sin protección.
En el estudio se realizaron visitas periódicas a sitios cercanos al área metropolitana de Bogotá, donde comúnmente se registraba un alto número de individuos y de nidos, en las cuales se observó una notable reducción de ambos.
“En 2006 se reportaron 21 nidos en la zona de la vereda Las Moyas, de La Calera. Sin embargo, con el tiempo fueron disminuyendo hasta el punto de encontrar 13 nidos en el mismo sector”.
Por lo general las hembras ponen sus huevos debajo de las rocas, y una particularidad de esta especie es que forman nidos comunales; así mismo utilizan de manera reiterativa los mismos lugares de anidación, ya que se han observado huevos en incubación junto con restos de cáscaras de ovoposiciones anteriores.
Modelo para estudiar sistema de páramos
Anadia bogotensis es una especie diurna que habita debajo de la vegetación, la hojarasca y las rocas. Sin embargo en momentos soleados del día se puede observar sobre los frailejones y las puyas, en los que se posa para exponerse al sol.
La longitud rostro-cloaca de las hembras alcanza 6,1 cm y la de los machos 6,7 cm; estos presentan cabezas más anchas que las hembras y su cuerpo es de color marrón oliváceo a gris oscuro casi negro, a veces con retículo marrón muy oscuro y algunos visos de líneas oscuras desde la cabeza hasta la cola.
“Estos lagartos se encuentran en ambientes extremos como los páramos, y hemos observado que la temperatura corporal en individuos activos de una población del municipio de La Calera varía entre 20 y 29 °C, aunque puede aumentar por radiación directa del sol o por contacto con las rocas”, comenta la docente.
Esta especie es insectívora, por eso entre sus presas se encuentran coleópteros o escarabajos; ortópteros como los grillos y saltamontes, dípteros como las moscas, gasterópodos o moluscos y arácnidos.
Según el Instituto Humboldt, el área de distribución de esta especie incluye tres zonas que forman parte del Sistema de Parque Nacionales: Parques Naturales Nacionales Chingaza y Sumapaz y Santuario de Flora y Fauna Iguaque.
La profesora comenta que actualmente se adelantan estudios de termorregulación con esta especie. “Anadia bogotensis es un modelo interesante por su ocurrencia en zonas de vida paramuna y su dependencia de las condiciones térmicas externas para ajustar su temperatura corporal”, concluye.