Cuando se habla de destinos es raro mencionar alguno que llegue a tener una historia de 2.500 años, pero existe y se llama Narbonne, aunque su nombre original es en occitano y se escribe Narbona, como en castellano.
Sera ese nombre que le acerca más a uno de sus mercados turísticos más importantes, como es el español por su gran cercanía a Barcelona y Madrid, que en tren RENFE-SNCF, apenas se encuentra a menos de 2 horas o 5 horas, respectivamente.
Esta localización que les pongo no es un capricho por ser el español el mercado más importante para esta ciudad romana, sino porque desde esa época romana fue el nexo de unión entre España e Italia (Aunque no existiesen como país) por la Vía Domitia. Es decir ya fue parte de una ruta clave, para el transporte comercial y de viajeros.
Narbona, se encuentra en un lugar estratégico y parece ser parte de ese enlace que ya los romanos descubrieron cruzando la anterior vía Domitia con la Via Aquitania, que comunica Narbona con el Atlántico a través de Toulouse y Burdeos. Parece como los cimientos del actual Canal du Midi, que cruza Francia de Este a Oeste, y como un predecesor del canal de Panamá, pero uniendo aquí el Mediterráneo con el Atlántico.
Por este sitio pasaron visigodos y musulmanes, pero fueron los romanos los que dejaron mas huella en esta zona de la Galia y ahora cuando uno recorre los diferentes barrios respira todavía parte de su historia más reciente, por cada orilla del Canal de Robine, que atraviesa parte de la zona antigua o casco viejo, que sin duda recomiendo. Merece la pena al menos navegar para tener otra perspectiva, en su barco típico adaptado para visitantes, el “Gabarre Le Solal” que les hace un recorrido de 1 hora y pico aproximadamente.
Es una ciudad que mira al Mediterráneo con sus largas playas de arena, que realmente merecen la pena visitar y porque no de bañarse también, que por carretera está a unos 20 minutos del centro. Sin duda hay que conocer la zona de Saint Pierre la Mer, por Narbonne Plages, playa donde todos los años se organiza un festival internacional de cometas, “Les Natur’Ailes”, donde las cometas bailan literalmente al son de composiciones musicales, demostrando unas habilidades bien ingeniosas. Una zona de playa, que colinda con el Canal de Robine, muy ordenada y con un buen desarrollo de infraestructuras.
La naturaleza en Narbona es parte de su cultura. Uno de los sitios con mayor biodiversidad de Francia
El territorio de Narbona posee numerosos recursos y atractivos turísticos, tanto culturales como naturales y es importante destacar el Parque Natural Regional de la Narbonense, que es un concepto similar a los parques naturales españoles, donde se combina la conservación del área natural con un desarrollo humano sostenible, potenciando las actividades productivas rurales.
Sin duda el sur de Francia y en concreto en el Mediterráneo albergan los sitios con mayor biodiversidad del país y este espacio natural es un claro exponente y por tanto también vulnerable y frágil, que además engloba a 21 municipios.
A modo de resumen, se podría enumerar más de 7 tipologías de paisaje, como es el litoral, las montañas (macizo) de la Clape, las Corbières de Fontfroide, el Piémont (Como el piedemonte o transición entre las Corbières y los estanques), las Corbières marítimas y la meseta de Leucate, y desde luego todo el complejo de zonas húmedas con lagunas realmente increíbles.
Como dato significativo solo en este parque se encuentran el 43% de las especies inventariadas en Francia y el 60% de las especies de aves del país, lo que sin duda le confiere su importancia ecológica que por tanto recomiendo visitar y de paso hacer una parada para una comida muy simpática en el Puerto Náutico, justo al lado del complejo lagunar.
A Narbonne, como al resto de Francia, le gusta comer y beber bien y queda notoriamente demostrado por un sitio increíble, llamado “Les Grands Buffets”, donde se combina el placer de comer lo que uno quiera, cuando quiera hasta donde se quiera.
Casi más que el arte de cocinar, aquí hablamos del arte de comer, que no todos saben, para hacer realmente disfrutar de muchos manjares, que en este caso provienen de diferentes regiones francesas (también jamones ibéricos) y que combinados con los esplendidos vinos, hacen de este lugar sitio obligado en cualquier viaje a Narbona. Tuve la suerte de probar uno de los vinos, el 360, (Una carta con 70 diferentes vinos) que es uno de los que más me han gustado en estos últimos años.
A Narbonne, como al resto de Francia, le gusta comer y beber bien
Como afirman ellos mismos “Desde la Edad Media la realeza y la aristocracia francesa, diferenciándose de la inglesa o la rusa, han ofrecido sus grandes banquetes sirviendo todos los alimentos al mismo tiempo en un «bufet» que invita a cada comensal a componer su menú según su gusto y su fantasía”.
Este patrimonio gastronómico incluye tesoros como: foie-gras en todas sus formas, bogavante, cabeza de ternera, cassoulet, morcilla con manzana, ternera a la antigua, tuétano a la flor de sal, sepia a la sétoise, una fascinante variedad de quesos… y claro para quienes les guste los postres es todo un paraíso.
Además de mucha comida, la calidad se nota, se percibe y se degusta y mas sabiendo que muchos de los productos son orgánicos y que gestionan la comida de tal forma que apenas se produce un 5% de desechos, lo cual habla bien del sitio.
Cuando decidan, si les gusta sentir el sabor de la parte histórica, les recomiendo un hotelito muy acogedor y muy francés, con buenos desayunos, Hôtel “La Résidence”, en pleno centro histórico, al lado del canal de Robine.
Y obvio es imposible olvidarse de mencionar una de las riquezas mas históricas de tanto este municipio como sus entornos cercanos, la presencia de viñedos en cada esquina. Entre todos estos paisajes naturales siempre hay algún viñedo, que ya forma parte de ese paisaje natural antrópico. Porque el viñedo como las dehesas son ya casi un ecosistema autóctono.
Y la verdad hay que reconocer la variedad y calidad de sus vinos occitanos, por lo que recomiendo que visiten algunos de sus Chateau mas nombrados como el del famoso Gerard Bertrand, el Château de l’Hospitalet, (Ruta hacia Narbonne-Plage), cuya mano derecha Katia es una madrileña afincada allí desde hace ya bastantes años, nos cuenta como organizan catas de sus diferentes vinos, presumiendo en especial de su parcela del macizo de la Clape, justo al lado del mar.
Un Chateau con hotel y restaurante con casi ya su primera estrella Michelin en donde además organizan un festival de jazz en los veranos, con grandes estrellas internacionales.
Cuando hablamos de sostenibilidad, quizás es bueno pensar como un destino como Narbona lleva en escena sus 2.500 años y todavía puede ofrecer su cultura y naturaleza.
Con todo lo dicho anteriormente, sobran las ganas para ir a conocer este hermoso lugar.