“Posar junto a uno de los reyes de la selva no te convierte en uno”
Los selfis con animales salvajes han crecido un 292% desde 2014, según Protección Animal Mundial
A los humanos les apasiona fotografiarse mientras bucean con delfines, dan el biberón al cachorro de un león, pasean subidos en un elefante o abrazan a koalas. Y también compartirlo. Cada vez son más las redes sociales que acumulan miles de imágenes de este tipo. Los selfies con animales salvajes en Instagram han crecido un 292% desde 2014, según la ONG Protección Animal Mundial. Solo con el hashtag #koalaselfie hay más de 3,000 fotografías. Ante tal cantidad de publicaciones, esta red social ha empezado a alertar a sus usuarios sobre el sufrimiento que esas imágenes pueden causar a miles de animales silvestres.
“Lo más complicado es conseguir que la gente vea que detrás de esa actividad tan exótica y esa foto tan bonita que comparten en Facebook hay muchísimo maltrato”, señala Giovanna Costantini, coordinadora del departamento de comunicación de la Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (FAADA). En más del 40% de las imágenes en las redes sociales las personas abrazan o sujetan a los animales de forma inapropiada, según Protección Animal Mundial. Los perezosos son capturados y usados como atracciones turísticas en la Amazonia peruana. Pasan de mano en mano, lo que les provoca un gran estrés psicológico. Cuando no están con los turistas, las condiciones no son mucho mejores: incluso permanecen atados y duermen un 4% de lo que deberían. Estas circunstancias reducen la esperanza de vida de estos animales a seis meses, en contraposición con los 15 años de media que disfrutan en libertad.
Pero compartir este tipo de imágenes en las redes sociales también tiene su parte positiva. Laura Duarte, portavoz del Partido Animalista Contra el Maltrato Animal en España, explica que ayudan a localizar de forma más rápida a las personas que cometen delitos con animales y denunciarlas
Instagram ofrece advertencias emergentes en “cientos de hashtags” para luchar contra el maltrato animal, al igual que hace con otros temas como el suicidio, las autolesiones o los trastornos de alimentación: “El abuso de animales y la venta de especies en peligro de extinción o sus productos derivados no están permitidos en Instagram. Estás buscando un hashtag que podría tener relación con publicaciones que incitan a comportamientos dañinos para los animales o el medio ambiente“. Esta es la alerta que salta al buscar publicaciones con las etiquetas #lionselfie, #tigerpet, #exoticanimalforsale o #koalahugs.
Pero no es la única red social que intenta concienciar a sus usuarios contra los abusos hacia los animales y su explotación. Tinder, al notar un aumento significativo de los perfiles en los que sus usuarios posaban con tigres, les pidió en julio que dejaran de subir fotografías de este tipo ya que “abusan de estas espectaculares criaturas, que han sido alejadas de su entorno natural”. “Posar junto a uno de los reyes de la selva no te convierte en uno”, explicó en su blog. La compañía invitó a sustituir estas fotografías por algunas en las que sus usuarios realizaran buenas labores para la naturaleza como plantar un árbol, ir a trabajar caminando o hacer voluntariado.
Falta de conocimiento
Los parques nacionales y reservas naturales reciben cada año 8.000 millones de visitas, más que la población mundial, según una investigación de la Universidad de Cambridge. “La gran mayoría de turistas se apuntan a actividades que resultan negativas para los animales por falta de conocimiento”, afirma Costantini. Precisamente un estudio de la Universidad de Oxford reveló en 2015 que la mayoría de personas que acuden a estas atracciones turísticas cada año no son conscientes de que sus visitas tienen efectos perjudiciales para los animales. FAADA ofrece en su web un mapa con todas las actividades turísticas con animales y sus consecuencias en cada país del mundo.
“Ninguna agencia de viajes te dirá: ‘Súbete a un elefante y ya verás todo el daño que esto implica para él y para la especie’. Venden las actividades como si fueran positivas tanto para las personas como para los animales”, declara Costantini. Sin embargo, cada vez son más las agencias de viajes y turoperadores que buscan alternativas éticas y, por ejemplo, en lugar de dar un paseo en elefante, proponen alquilar un jeep o ir a pie por otro “Ninguna agencia de viajes te dirá: ‘Súbete a un elefante y ya verás todo el daño que esto implica para él y para la especie’. Venden las actividades como si fueran positivas tanto para las personas como para los animales”, declara Costantini. Sin embargo, cada vez son más las agencias de viajes y turoperadores que buscan alternativas éticas y, por ejemplo, en lugar de dar un paseo en elefante, proponen alquilar un jeep o ir a pie por otro
Además de los elefantes, los ejemplares más afectados por el turismo son los delfines en el Caribe, los tigres en Asia o los leones en Sudáfrica. El contacto con los humanos induce cambios fisiológicos y conductuales en los animales. Se vuelven más confiados y, cuando los turistas se van, son más vulnerables a otros humanos, esta vez armados con rifles, o al ataque de sus depredadores. Además, estas actividades pueden tener una repercusión en la conservación de especies en peligro de extinción. “Para que puedan utilizar ejemplares en actividades turísticas se tienen que cazar animales en el estado salvaje, por ejemplo elefantes, ya que prácticamente no se reproducen en cautividad”, afirma Costantini.
Para ella, es mejor observar animales en su hábitat natural que asistir a espectáculos en los que participen o ir a parques zoológicos. Siempre teniendo en cuenta unas buenas prácticas: “Si te acercas demasiado con el coche a una madre con sus crías, estas se pueden asustar y acabar separando”. Por su parte, Duarte tiene claro que la solución pasa por tomar conciencia de que los animales no están para servir a los humanos: “No es un derecho el poder ver a una orca o estar cerca de un ciervo en un bosque. Si tenemos la oportunidad de disfrutar de la naturaleza de forma directa estupendo, pero no podemos convertirla en un parque de atracciones”.
EL TURISMO DE PLAYA, UNA AMENAZA EN ESPAÑA
En España, el turismo de playa perjudica a los animales en muchas ocasiones. El pasado agosto una cría de delfín murió tras ser acosada por los bañistas en una playa de Almería. “La gente ve un delfín y se tira al agua, algunos en plan rescate y otros obsesionados por sacarse un selfie con el animal. Sufrimos estos problemas con los cetáceos de forma continua”, afirma Eva María Morón. Es la coordinadora de Equinac, una ONG que atiende varamientos de tortugas marinas y cetáceos en Almería, y explica que cuando un turista ve a un animal varado, lo primero que debe hacer es avisar al 112. En ningún caso debe reintroducirlo ni manipularlo, ya que no sabe si ese animal ha varado porque está enfermo o si es una cría que sin su madre no puede sobrevivir.
Los delfines causan furor entre los turistas. La moda de nadar junto a estos animales atrae a 13 millones de personas anualmente a nivel mundial. Más de la mitad de los delfines de Europa son controlados por empresas españolas. Aspro, la compañía que más delfinarios controla en España, ha declinado contestar a las preguntas de este periódico. SOS Delfines critica la situación en que viven los cetáceos en los delfinarios: no comparten la vida con su grupo natural, las condiciones les crean estrés y su esperanza de vida se reduce a la mitad — rara vez viven más de 20 años.