El ‘nido’ de las tortugas verde y carey enfrenta serios peligros
El consumo de su carne y huevos, la pesca incidental y el comercio ilegal las tienen en amenazas.
Después de 21 horas navegando desde la isla de San Andrés en el buque más grande hecho en Colombia, el ARC 20 de julio, con 57 tripulantes y 28 investigadores a bordo, a lo lejos se deja ver una isla. Rodeada de arena blanca, con un faro imponente pintado con los colores de nuestra bandera, el comandante Urrego nos recuerda que estamos en el punto emergido más septentrional de nuestro territorio nacional y el que pronto se convertiría en nuestro hogar y laboratorio viviente durante un mes: el cayo Beacon, el más grande de los que componen la isla Cayos de Serranilla.
Con el liderazgo de la Comisión Colombiana del Océano (CCO) y con el apoyo de la Armada Nacional, la Dirección General Marítima, el proyecto Colombia BIO de Colciencias, la Fundación FES, Coralina y la Gobernación del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, este año realizamos la cuarta expedición científica a la Reserva de la Biósfera Seaflower, declarada así por la Unesco en el año 2000 dada su importancia ecológica y lo que representa para el bienestar de la humanidad.
Esta vez la travesía nos llevó hasta la isla Cayos de Serranilla con un equipo de 46 investigadores colombianos de 27 instituciones, entre universidades públicas y privadas, ONG, corporaciones ambientales, institutos y centros de investigación, fotógrafos y documentalistas que le apostamos al reconocimiento de nuestro territorio marítimo a partir de la investigación científica y su divulgación, así como al interés de generar ciencia y soberanía.
En nuestro caso particular, el objetivo era buscar las últimas colonias anidantes de las tortugas carey, cabezona y verde, en el punto más norte del país.
En Colombia tenemos cinco de las siete especies vivientes de tortugas marinas que habitan nuestro planeta, todas ellas bajo algún riesgo de extinción; es decir, nuestros nietos, si no generamos investigación, educación ambiental y en algunos casos planes de manejo para su conservación de manera inmediata, solo tendrán la oportunidad de conocerlas en fotos, videos o viajando a otros países, en el mejor de los casos. Es una gran responsabilidad con nuestras y sus futuras generaciones.
Los registros nos permiten confirmar que la isla Cayos de Serranilla es actualmente el principal sitio de anidación de la tortuga verde y posiblemente de la tortuga carey en todo el territorio colombiano reportados hasta el momento. Más importante aún, los nidos de las tortugas marinas se mantienen en el lugar de la playa que la hembra escogió y no deben ser trasladados a corrales de protección, con todas las implicaciones de manejo que esto conlleva, y como sí ocurre en la mayoría de sitios de anidación en área continental de Colombia, donde deben ser trasladados para protegerlos, irónicamente, de nosotros mismos y de nuestros animales domésticos.
Grandes peligros
Las principales amenazas de las tortugas marinas tienen que ver con el consumo de carne y huevos, la pesca incidental y dirigida, el uso de su caparazón para la elaboración de artesanías –como es el caso de la carey– y el cambio climático. Pero uno de los retos más importantes para nuestro país tiene que ver con el desconocimiento que tenemos sobre ellas.
En el 2015, junto a mis colegas Cristian Ramírez Gallego, director ejecutivo de la Fundación Tortugas del Mar, y la doctora Vivian Páez Nieto, profesora de la Universidad de Antioquia, actualizamos, junto con el Instituto Alexander von Humboldt, el componente de tortugas marinas del Libro rojo de reptiles de Colombia y, corroboramos, que la poca información científica y biológica de este grupo nos impide generar acciones a corto, mediano y largo plazos.
Por eso, durante 24 días, con 216 horas de trabajo acumuladas, realizamos un monitoreo sistemático diurno y nocturno en las playas de cayo Beacon para identificar hembras anidantes, nidos y crías que nos permitiesen confirmar las especies de tortugas marinas que allí habitan y la magnitud con la que usan el cayo para la reproducción. Esta es una de las etapas más críticas que tienen, ya que representa el esfuerzo de las madres por perpetuar su especie y en donde estas y sus nidos son sumamente vulnerables a la depredación o a las condiciones atmosféricas que pueden llevar a la pérdida de nidos.
Avistamos y etiquetamos hembras anidantes de tortugas verde y carey, y junto al monitoreo diurno contabilizamos para cayo Beacon un total de 103 nidos: la verde tuvo 63, la carey tuvo 38 y la cabezona 2. Además, gracias al apoyo de otros expedicionarios trabajando en el agua, confirmamos que los hábitats marinos de la isla Cayos de Serranilla son usados como zona de alimentación por la presencia de individuos juveniles, subadultos y adultos de estas tortugas. Esto quiere decir, que los ecosistemas de pastos marinos y arrecifes de coral de Serranilla juegan un papel indispensable en la conservación de estas especies, ofreciéndoles un hábitat para que residan allí, bien sea para alimentarse, crecer y/o buscar pareja.
Sin embargo, por el tamaño que tienen estas islas, enfrentan constante pérdida y recuperación de arena en sus playas, además de que los embates de las olas del mar, como las que llegaron con el coletazo de las tormentas tropicales Irma y María durante la expedición son una amenaza constante para la sobrevivencia de los nidos, pues estos llegan a ser lavados y/o erosionados por el mar. A eso hay que sumarle la contaminación: el plástico y las algas de sargazo que llegan a las playas ponen en peligro a las crías, que se enredan aquí durante su camino al mar.
Noches llenas de estrellas, la brisa, la playa que brilla mientras damos nuestros pasos (gracias a los poliquetos, que también fueron estudiados por los profesores Mario Londoño y Paula Quiceno de la Universidad de Antioquia), los materiales de campo y los infantes de Marina fueron nuestra compañía durante los patrullajes nocturnos, además de otros expedicionarios y raizales que se sumaron a esta experiencia para no perderse la oportunidad de presenciar uno de los espectáculos naturales más hermosos sobre el planeta Tierra: la magia de una tortuga marina desovando.
Estas expediciones científicas surgen como parte de la estrategia integral para el ejercicio de soberanía en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, trazada desde la Presidencia de la República para fortalecer su manejo y conservación.
Para salvaguardar este gran ecosistema, aún inexplorado, en el año 2005 el Gobierno estableció el Área Marina Protegida Seaflower: un total de 65.000 km² para proteger, conservar, restaurar y preservar especies y hábitats, que además nos permitan garantizar que nuestro territorio marítimo siga siendo el sustento para varias comunidades y fuente de empleo para muchos otros colombianos.
La oportunidad de conocer qué pasa con las tortugas marinas en la reserva se vuelve una necesidad prioritaria para su conservación. Ahora surge la obligación de hacer un monitoreo sistemático a largo plazo.