La contaminación lumínica o nuestro asesino silencioso
Produce stress, malestar, alteraciones del sueño,…que afecta tanto a viajeros como a nosotros
La iluminación nocturna podría matar el turismo y a turistas.
Este diciembre, en el Foro AIRE, tuve la oportunidad de compartir una mesa de discusión con otros ponentes muy interesantes. Me cupo el privilegio de disertar sobre Naturaleza y Salud. Sin embargo, el tiempo es siempre limitado, y existe un problema ambiental muy importante que merece dedicarle algo más –mucho más- que unas breves pinceladas. Y decir ambiental es decir turístico.
¿No estaré exagerando con un título como éste? ¿No me estaré dejando llevar por una especie de fundamentalismo natural? Pues les diré: los peligros de la iluminación artificial nocturna son solo comparables a la falta de concienciación acerca de este problema. Quizá, junto con la contaminación acústica, sea de las más toleradas y menos reconocidas. Si no se lo creen, ahí va mi ofensiva de datos.
La iluminación nocturna no para de aumentar
En un estudio hispanoinglés, se ha podido comprobar que las emisiones de luz observable por satélite se han incrementado al menos un 49% en todo el mundo, solo entre 1992 y 2017. Y lo ha hecho tanto en intensidad como extensión. ¿Parece mucho? Pues la realidad es mucho más grave… existe un efecto oculto que multiplica las cifras. Resulta que las luces LED, que se han impuesto por su menor coste, emiten ciertos azules que no son visiblespara la mayoría de detectores de los satélites, por lo que hay que corregir al alza esas cifras. Con los cálculos corregidos, el incremento podría ser tan extremo como un 270% de media, con hasta un 400% en algunas zonas del planeta. La contaminación lumínica, no solo no para de aumentar, sino que se ha disparado en la última década (Figura 1).
Figura 1. Aumento de la potencia de la luz emitida desde 1992 hasta 2017. Desde que comenzó el uso masivo de los diodos LED, las emisiones se han disparado. ¿Hace falta tanta luz?
Modificado de: Remote Sensing (Sánchez de Miguel et al.). ©MDPI.
Figura original en: https://www.mdpi.com/2072-4292/13/16/3311
¿Les suena la paradoja de Jevons? Se usa en Economía. Explica cómo la mejora en la eficiencia de una tecnología provoca un aumento en su demanda, dado que se abarata. El resultado: se acaba produciendo la misma cantidad que antes o más. La mejora en la eficiencia ha quedado anulada.
La contaminación lumínica es un problema grave y se está afrontando con negligencia
Actualmente, alrededor del 80% de la población mundial vive bajo cielos contaminados lumínicamente. Si nos vamos a zonas como Europa o EEUU, hablamos del 99%. Desde el punto de vista del turismo de estrellas, esto quiere decir que más de un tercio de la humanidad sufre la imposibilidad de contemplar la Vía Láctea debido a la contaminación lumínica. Esta cifra llega al 80% en el caso de los EEUU. Pero estos hechos implican algo más que turismo. Más allá de lo triste que supone existencialmente, hay consecuencias sobre la salud. Y graves.
La luz nocturna artificial produce estrés y alteraciones del sueño. Hace décadas que conocemos las consecuencias de estas alteraciones en trabajadores a turnos.Se sabe que incrementan el riesgo de enfermedades mentales, accidentes, infartos, obesidad, diabetes, e incluso puede que de cáncer. Si por datos fuera, podríamos escribir un artículo interminable. Baste mencionar que un estudio chino reciente con nada menos que 201.994 niños, observó que la exposición ambiental a la luz artificial nocturna les está produciendo alteraciones del sueño. Los efectos eran particularmente graves en los menores de 12 años.Somos animales diurnos: no estamos hechos para semejantes disrupciones en el día a día.
Figura 2. Mapa mundial del brillo artificial. Los colores negros y grises son los más próximos al nivel de brillo natural. Los países “desarrollados” parecen estar a años luz de ese nivel natural…
Fuente: Science Advances (Falchi et al.). ©Science.
https://www.science.org/doi/10.1126/sciadv.1600377
Desde el punto de vista ambiental, las mismísimas reservas naturales del planeta están afectadas por la contaminación lumínica. La migración de todo tipo de animales se ve entorpecida; se alteran las cadenas tróficas terrestres; se dificulta la reproducción de especies como las tortugas marinas, y puede que hasta produzca tumores en la vida salvaje.No voy a mencionar aquí la cantidad de residuos tecnológicos que implica tanto LED. También da para muchas líneas…
Aunque la mayor parte de los mortales vive sin apreciar un problema tan tremendo, los cambios legislativos no dependen de ellos. ¿Se está atendiendo este problema a nivel político? Pues tampoco… Afortunadamente, la contaminación acústica está comenzando a reconocerse y se han elaborado recomendaciones específicas de la OMS. En cambio, apenas en 2020 se comenzó a reconocer la lumínica por parte de la Unión Europea, plasmándose en la Estrategia de Biodiversidad de 2030… y quedándose ahí. Todavía no ha tenido ninguna consecuencia normativa real y tangible, tal y como lamenta este editorial de la prestigiosa revista médicaThe Lancet. En cambio, el derroche institucional parece imparable, y hay ejemplos muy actuales,absolutamente bochornosos, que se recordarán en el futuro (con amargura).
Cómo ser parte de la solución
Sinceramente, los seres vivos de la Tierra no nos merecemos esto. Si creen que toda persona tiene derecho a unos cielos de calidad, sin contaminación, no esperen a que las autoridades hagan algo. La responsabilidad individual es clave: divulguen el problema entre sus clientes; reduzcan tanto la potencia comola extensión de la iluminación en sus instalaciones; eviten las luces blancas o azuladas; procuren que sean lo más direccionales posible; presionen en su entorno allá donde sea posible…
En esto, tenemos aliados. Hay compañeros como Sandra Rodríguez y Julio González, que se esfuerzan en alinear turismo, salud y medioambiente. Expertos como ellos nos indicancómo debemos presionar a los mandatarios para que la situación mejore: si quiere firmar por que la calidad del cielo nocturno y el acceso a la luz de las estrellas sea un nuevo Objetivo de Desarrollo Sostenible de la OMS, hágalo aquí.
Se ve que pocas personas se han planteado una pregunta muy sencilla: ¿hace falta tanta luz?¡Hagamos que se lo pregunte cada vez más gente!
Y no olviden salir al campo y renaturalizarse…
Por Carlos Fernandez, nuestro medico de cabecera que nos ayuda en la renaturalización. La faceta más convencional la cumple como gastroenterólogo y hepatólogo asistencial, siendo también investigador traslacional y clínico en el IDIPHISA