El cambio climático es una oportunidad para tener un mejor turismo
NR: Les compartimos una muy interesante entrevista de Carmen Porras de Hosteltur sobre las posibles oportunidades del cambio climático en el turismo
Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, afirma que “el gran eslogan de los destinos turísticos que se precien a partir de ahora va a ser el de la apuesta por la sostenibilidad”
En el Día Internacional contra el Cambio Climático, que se celebra este domingo, hablamos con Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico y director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante. Sostiene que el calentamiento global supone “un problema importante y la humanidad va a tener que trabajar con él durante todo este siglo”, pero huye de los mensajes catastrofistas e invita a tomar medidas y a prepararse para impedir que sus efectos puedan ser más graves. “Evitaría posturas muy catastrofistas o que alarmen más de la cuenta a la población y a los sectores económicos”, añade, porque hay soluciones para mejorar esta situación e incluso cree que “el cambio climático es también una oportunidad para ir transformando nuestro modelo energético, nuestro modelo de relación con el medio natural”.
El cambio climático es uno de los grandes desafíos para la humanidad, en general, y en particular para el sector turístico.
El cambio climático ha llegado para quedarse y cada vez hay más evidencias. Por tanto, tenemos que prepararnos para evitar que sus efectos puedan ser más graves, pero yo evitaría posturas muy catastrofistas o que alarmen más de la cuenta a la población y a los sectores económicos. Es un problema importante y la humanidad va a tener que trabajar con él durante todo este siglo, pero es también una oportunidad para hacer las cosas mejor en nuestro territorio. Hay dos actividades económicas especialmente afectadas, la agricultura y el turismo, sobre todo la modalidad de sol y playa y la de nieve. Es una cuestión que nos va a acompañar a partir de ahora y tenemos que empezar a trabajar con ello, pero hay soluciones.
¿Cuáles serían estas soluciones?
Hay dos políticas a seguir. Por un lado, están las acciones de mitigación, que en primer lugar dependen de los acuerdos internacionales, como es reducir las emisiones o apostar por otro modelo energético, pero también tiene su efecto en las escalas pequeñas, en las regiones y en los municipios y en las actividades como el turismo. Este sector lleva años trabajando en temas de eficiencia energética, en el consumo de agua… Esa es un poco la línea a seguir porque el cambio climático va a ir reconvirtiendo nuestro gasto energético, muy basado hasta ahora en el combustible fósil, a otro tipo de energía más limpia, pero tenemos tiempo para ir programándolo.
¿Y la segunda?
Por otro lado, están las políticas de adaptación. Hasta ahora no hemos conseguido reducir las emisiones y el calor acumulado ya en la atmósfera va a tener efectos al menos hasta mediados de este siglo de una manera evidente. Por tanto, hay que empezar a adaptar los territorios y sus actividades económicas. Aquí hay medidas de ordenación del territorio, de planificación urbanística… Las ciudades turísticas, por ejemplo, tienen que ser mucho más verdes, más sombreadas, con un mínimo riesgo para el turista. En nuestra zona mediterránea tenemos que adaptar los sistemas de alcantarillado a lluvias más intensas, que cada vez caen con más frecuencia. No son acciones de hoy para mañana, pero hay que ir programándolas en una relación muy estrecha entre los gestores públicos y la empresa privada.
En el sector turístico, en especial en los establecimientos hoteleros, se están tomando medidas más eficientes en relación al uso de las energías, consumo de agua, desaparición del plástico… ¿Es suficiente?
Esa es la línea que hay que seguir, además las tecnologías nos permitirán ser cada vez más eficientes. También las instalaciones turísticas tienen que diseñarse para aprovechar lo positivo de nuestro clima, la luz solar, el calor que se pueda acumular para evitar el uso de calefacciones… El sector turístico es uno de los que mejor está entendiendo el cambio climático. Hay ejemplos de instalaciones que desde hace años han apostado por la eficiencia, en la energía y en el agua.
Se suele señalar al transporte aéreo como uno de los principales emisores de CO2, aunque la industria asegura que solo son responsables de un 2% de las mismas en el mundo…
En general, el transporte, tanto por carretera, mar o aire, es emisor nato de CO2, pero en el ámbito aéreo, por ejemplo, cada vez más están diseñando aviones más eficientes en el consumo de combustible y en las próximas dos décadas tendremos aeronaves movidas por combustibles que no sean fósiles. En estos momentos, el transporte aéreo sigue siendo un problema en la contabilidad mundial de emisiones, pero ya se está trabajando para buscar soluciones.
La adaptación al cambio climático, la apuesta por la sostenibilidad en los destinos turísticos es un camino que no tiene vuelta atrás. La salvaguarda del planeta depende de las acciones que los sectores económicos y los territorios podamos hacer para reducir emisiones y evitar que el clima se siga alterando con más intensidad de lo que ya lo está
Comentaba antes que no hay que ser catastrofistas, pero el último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU, publicado en agosto, alertaba de que ya se han causado cambios irreversibles que tienen como consecuencias directas la subida de las temperaturas medias y los fenómenos meteorológicos extremos.
Sí, dio un tirón de orejas a los estados porque no estábamos consiguiendo la reducción de las emisiones, pero yo me refería a que si abusamos de ese mensaje tan catastrofista, más en las escalas locales y regionales, donde se mueve la actividad económica y los ciudadanos, podemos tener el efecto contrario porque el cambio climático es un proceso de medio y largo plazo. Es un riesgo silencioso, pero constante, irá manifestando evidencias, pero no van a ser radicales, salvo que haya algún acontecimiento muy puntual, como una lluvia torrencial. El proceso de calentamiento es muy lento en su manifestación. Si abusamos de ese mensaje catastrófico, la gente se cansa y podrá no hacer caso.
Se ha referido al cambio climático también como oportunidad…
Siendo un problema importante, el cambio climático es también una oportunidad para ir cambiando nuestro modelo energético, nuestro modelo de relación con el medio natural. El siglo XXI debe ser el siglo de la apuesta por la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático, es una oportunidad para empezar a hacer las cosas mejor. Hay sectores que lo están entendiendo muy bien, como el turístico.
A veces se lanzan mensajes como que Benidorm se queda sin playas, pero eso no es verdad. Eso no va a ocurrir. Se preocupa a un sector indebidamente cuando la realidad científica de momento no nos está diciendo esas cosas
Nos está hablando de un problema de pérdida de confort térmico, de que a veces se producen efectos extremos de lluvia, inundaciones… pero no que nos quedemos sin playa en los próximos 20 o 30 años.
¿Qué opina de la nueva Ley de Cambio Climático?
En su filosofía, la ley es positiva y deberíamos haberla tenido hace ya muchos años. Otros países europeos cuentan con una normativa de cambio climático desde hace décadas. Fija unos plazos a lo mejor demasiado exigentes para 2030, que difícilmente vamos a poder cumplir, pero como filosofía de trabajo, como mensaje a la sociedad, en principio es una buena ley que habrá que ir mejorando conforme veamos las deficiencias o los desajustes que pueda tener. Lo que queda es que las comunidades autónomas empiecen a desarrollar sus propias leyes, algunas ya lo están haciendo. El cambio climático va a ser el gran eje de políticas del siglo XXI, va a afectar a todos los sectores económicos, a todos los estratos de la sociedad.
Hablamos de regulación, pero ¿qué papel juega la educación?
Hay dos pilares importantes, que son la buena comunicación, evitando el mensaje catastrofista, pero informando a la sociedad de lo que realmente está ocurriendo en cada momento. La investigación científica constantemente aporta datos y son esos datos los que hay que ir trasladando de manera que sean digeribles para la sociedad.
Por otra parte, la educación es fundamental, empezando por los niveles educativos básicos de la enseñanza. En la última modificación de la Ley de Educación ya se incluyen materias de esas características. En España vamos muy retrasados en las cuestiones de educación ambiental en su conjunto y eso hay que mejorarlo en los próximos años.
La sostenibilidad, en su vertiente medioambiental y social, se ha convertido en uno de los grandes retos del sector turístico, incluso algunos estudios indican que es un criterio cada vez más frecuente entre los viajeros a la hora de decidir sus vacaciones.
Poco a poco vamos teniendo un mayor nivel de conciencia, aunque hay que hacer mucho más. España lleva un retraso respecto a otros países europeos o países como Japón, Australia o Nueva Zelanda, que llevan años trabajando en esta cuestión. Muchos municipios turísticos empiezan a elaborar planes de adaptación al cambio climático. Es la senda que hay que seguir, somos cada vez más exigentes en calidad ambiental, en respeto al medio y eso va a ser un eslogan turístico de aquí en adelante.
El municipio que no apueste por la sostenibilidad o no lleve a cabo medidas de adaptación al cambio climático, que sean visibles por el turista que viene, va a ir perdiendo peso
El siglo XXI no se puede permitir volver a prácticas del pasado, de deterioro del territorio y del medio ambiente, porque estamos viendo los efectos que tiene en la parte atmosférica y de contaminación de aguas, suelos y demás. Para mí, el gran eslogan de los destinos turísticos que se precien a partir de ahora va a ser el de la apuesta por la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático.
¿Qué otras incidencias puede tener en el sector?
Hace unos años hicimos un trabajo para la Generalitat Valenciana sobre los efectos en la actividad turística, y, entre las conclusiones, podemos destacar que, frente a los mensajes que aseguran que nos vamos a quedar sin turismo, las temporadas turísticas se van a poder prolongar porque vamos a tener temperaturas más agradables. En el Mediterráneo es un muy claro ya. Por eso decía que también es una oportunidad.
En el caso del turismo de nieve, ya se está notando una pérdida de las precipitaciones y en los próximos años asistiremos a la reconversión de las estaciones tradicionales en estaciones de montaña, incorporarán otro tipo de actividades y no estarán basadas exclusivamente en el esquí.
El sector se puede ir adaptando sin mayores dificultades, pero tenemos que trabajar. Esta década del siglo XXI es fundamental, lo que no hagamos y no pongamos en marcha en esta década los vamos a pagar en forma de efectos y con mayores pérdidas económicas en las siguientes décadas