Tribugá, el nuevo “punto de esperanza” de la Tierra que está en peligro
Esta región es tal vez la más biodiversa en el mundo y es la elegida por animales como tiburones martillo (Sphyrnidae) y ballenas jorobadas ( Megaptera novaeangliae) para reproducirse y tener a sus crías. FOTO Cortesía Felipe Mesa
Una región con 60.130 hectáreas en las que crecen ocho especies de mangles en 4.978 de ellas, donde las tortugas anidan en 971 hectáreas de playas, donde las pianguas –pequeños moluscos que son la base de la alimentación en la zona y que generan grandes ingresos a sus habitantes–, se aglutinan en 940 hectáreas en los estuarios (zonas de transición entre los ambientes fluviales y marítimos) que soportan toda la vida marina, está en peligro. Allí además se alimentan aves que no existen en otros lugares del mundo y, entre septiembre y noviembre, se ven pasar las ballenas jorobadas que se reproducen en el vecino Parque Nacional Natural Utría.
Ubicada en Nuquí (Chocó) el Golfo de Tribugá fue denominada este jueves, como Hope Spot o Punto de Esperanza por la organización internacional Mission Blue ya que su área de influencia incluye tres de los ecosistemas más amenazados del mundo: manglar, arrecife de coral y bosque húmedo tropical.
Mission Blue es una idea que surgió en una charla TED en 2009 por la reconocida oceanógrafa Sylvia Earle y desde entonces, con un grupo de científicos, destaca lugares vitales para la salud del océano, por su abundancia de especies, población de las endémicas y amenazadas, potencial para revertir el daño de los impactos humanos negativos, presencia de procesos naturales como zonas de desove, valor histórico e importancia económica particular para la comunidad. La organización internacional sin fines de lucro dice que este “sería el primer paso para que toda el área se establezca como Patrimonio Natural de la UNESCO en reconocimiento de su biodiversidad sin igual y su valor insustituible para las especies en peligro de extinción”.
Este espaldarazo se suma a los intentos que se hacen para llamar la atención a los tomadores de decisiones sobre la importancia de protegerlo. “Pero no lo blinda”, de acuerdo con lo que dijo a El COLOMBIANO María Claudia Díazgranados de Conservation International Colombia. Hay otras figuras de conservación que buscan protegerlo desde las entidades ambientales locales y el Ministerio de Ambiente, pero recientemente con elartículo 78 del Plan Nacional de Desarrollo (PND) se evidencian las intenciones de construir un puerto, que para los ambientalistas amenazaría la vida y ecosistemas del lugar. Se teme que este destruya el 50% de los manglares existentes, se afecte el corredor migratorio de las ballenas y cambien para mal las condiciones ambientales, sociales y económicas de ese sector del país.
Se suma una voz ambiental
En parte este reconocimiento se da para rechazar los intereses de organizaciones privadas que plantean escenarios de desarrollo diferentes a los de las comunidades locales: no extractivo. El líder social del Chocó Fausto Moreno se lamenta al imaginar un puerto: “para nosotros la libertad y la calidad de vida es poder mirar lejor y perder la mirada”. Cambiar ese horizonte de mar y selva por barcos y cemento lo entristece dice en el documental codirigido por Mesa y Francisco Acosta.
No solo es una de las regiones con mayor biodiversidad de Colombia, es uno de los puntos estratégicos para la sostenibilidad ambiental del planeta. Se espera que al nombrarla uno de los 76 Hope Spots de la Tierra, se ayude a reconocer, empoderar y apoyar a las personas y comunidades de todo el mundo en sus esfuerzos por proteger el océano.Alrededor del 12 por ciento de la tierra está ahora bajo algún tipo de protección (como parques nacionales, etc.), menos del 6 por ciento del océano está protegido de alguna manera según Naciones Unidas.
Cemento sobre manglares
Crear un puerto multimodal en Tribugá es una discusión que tiene años. En 2008 el proyecto se reactivó luego de 10 años archivado; la unión de las comunidades ayudó a que en 2014 se aprobara la creación del Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI) Golfo de Tribugá-Cabo Corrientes para protegerlo y ahora este gobierno renueva la discusión política con el argumento de algunos políticos de que el gobierno del presidente Iván Duque apoye el desarrollo de infraestructura portuaria en el Pacífico Colombiano.
Mediante el anuncio del PND dijo –también desde Explora– Mauricio Cabrera Leal, coordinador de políticas de temas mineros en WWF, aunque no se menciona a Tribugá pero sí parece evidente que es allí a donde apunta. Y es que en mayo de este años se aprobaron en la cámara proyectos que para muchos indican viabilizan esta idea: uno que habla de la construcción de un puerto de aguas profunda en el Pacífico Norte y otro para construir una carretera que va desde Pereira hasta las Ánimas y de allí a Nuquí.
Quienes defienden el puerto aseguran traerá desarrollo económico al Chocó y que será sostenible.La Sociedad Arquímedes es la primera empresa internacional en realizar un estudio sobre las bondades técnicas de desarrollar un proyecto en Tribugá. Ellos aseguran que la nueva construcción en aguas profundas disminuiría hasta un 90 % los costos de fletes dentro del precio final a China o Japón, que generaría una importante cantidad de empleos directos e indirectos que dicen es clave porque Chocó es uno de los departamentos con más desempleo del país (20,3 %) y ya que su calado sería de aproximadamente de 20 metros de profundidad, permitiría el ingreso de inmensos buques con producciones de potencias mundiales. De acuerdo con una declaración de Arquímides citada en un artículo de junio en este diario: “con su construcción y operación se generaría un inmenso potencial de inversiones en sectores estratégicos como la minería, la industria maderera y la pesca”.
Aunque algunos habitantes del centro de la región quieren puerto por la promesa del progreso de concreto, dijo Harry Mosquera, presidente y representante legal de la Asociación de los Consejos Comunitarios Los Riscales en debate sobre el tema en Parque Explora, 5.000 personas que pertenecen a los nueve consejos afrocolombianos del municipio dicen no al proyecto.
Díazgranados agrega que Buenaventura ilustra una relación contraria a esa idea de que el Puerto va a mejorar las condiciones de vida de los habitantes del Chocó. “No es un secreto que Buenaventura padece grandes problemas”. Y Cabrera se preguntó en el debate de Explora: “¿se puede concebir el desarrollo de manera diferente al modelo fracasado que tenemos en la zona Caribe y Andina?”. Y
Díazgranados visita la ciudad portuaria con frecuencia y en cada una le sorprende “que siendo la ciudad en donde más dinero se mueve en el país porque por allí entran todas las importaciones, su gente sufra tanto día a día. Hay barrios sin alcantarillado, sin luz, el problema con las basuras es impresionante”.
También es cierto que en la actualidad, según el DANE, en Tribugá el 19.7% de la población mayor de 15 años no sabe leer ni escribir, y el 41.1% de la población residente solamente ha alcanzado el nivel educativo correspondiente a la básica primaria y que en Nuquí, donde el 90% de la población es afrocolombiana o indígena, sus nueve corregimientos tienen altos índices de pobreza y desempleo.
Pero es que el “progreso” no tiene el mismo significado para todos. Mosquera defiende su modelo de desarrollo propio, “decidimos que no se basara en economía extractiva” Su alternativa se podría resumir en los cuatro servicios ecosistémicos que están promoviendo: pesca artesanal, captación de carbono con la protección de sus bosques, avistamiento de ballenas y aves y turismo de naturaleza.
¿Cuánto costaría perder la región?
La ciudadanía de la región se manifiesta pero también los ambientalistas. Dicen que este puerto destruiría los manglares y los servicios del ecosistema (es decir, los beneficios tangibles que proporciona la naturaleza) en los que dependen las comunidades locales.
Y, por su parte, Sylvia Earle, fundadora de Mission Blue, recuerda que: “El Golfo de Tribugá está en un punto vital de cambio. Es uno de los lugares más hermosos e intactos de la costa de América del Sur y podría transformarse en un lugar para desarrollo humano con propósitos a corto plazo que tendrían impacto y pérdidas a largo plazo… o bien, está la posibilidad de comprender el valor inestimable de conservar sistemas intactos: su valor económico trasciende el valor de la actividad industrial a corto plazo. Una vez este lugar se haya transformado en un sitio industrial, no hay vuelta atrás. Sería una pérdida para el balance de la economía, de la prosperidad y de nuestro sistema de soporte vital planetario. Tenemos ahora la oportunidad de hacer lo que se necesita para conservarlo intacto.”
Aunque quienes defienden el proyecto como un puerto greenfield, argumentan que puede ser sostenible, ecologistas como Cabrera y Díazgranados no están de acuerdo. Cabrera dijo en Explora que los costos ambientales son “ridículos” – Para hacerlo tendrían que “hacer una remoción de la cobertura vegetal, cortar serranía, abrir el ancho de la vía porque en este momento no pasan camiones por ella, entre otras acciones violentas con los ecosistemas- y tambipen hacen énfasis en que Arquímedes ha contabilizado cuánto costaría la infraestructura, pero sin tener en cuenta los costos del detrimento que representaría las construcción de las vías y otras cosas a la región.
Quienes trabajan en temas ambientales, dice Díazgranados, saben la importancia económica de los ecosistemas y de las especies, “pero darle un valor económico es muy complejo. La Comisión Colombiana del Océano hace 10 años hizo una valoración económica de los ecosistemas marino-costeros tanto del pacífico como del caribe pero usando una metodología que sobreestiman sus costos por lo que nadie cree en esos valores. Nosotros lo que hicimos fue elegir un área en el Golfo de Tribugá y hacer la valoración sobre cuatro servicios ecosistémicos (pesca artesanal, captación de carbono con la protección de sus bosques, avistamiento de ballenas y aves y turismo de naturaleza) que tiene el área pero sabemos que hay otros servicios ecosistémicos que no fueron valorados”.
Este trabajo publicado en la revista científica Journal of Environmental Economics and Policy a mediados de este años es una de las pocas valoraciones que se han hecho a nivel nacional con una metodología tan rigurosa; combinaron tres técnicas para encontrar el dato que más se acercara a la realidad. De hecho, dice Díazgranados, coautora de este estudio, contó que fue socializado con el grupo Arquímedes, con la comunidad de Nuquí y con la Asamblea del Grupo Interinstitucional de Pesca del Pacífico. La investigadora aclara que este dato igual debe ponerse en contexto ya que “el valor económico que se contabilizó solo tuvo en cuenta esos cuatro servicios pero habrían más asuntos a valorar.
El precio exacto
Si se construye el puerto, costaría 230 millones de dólares por año en la pérdida de servicios de los ecosistemas, como proporcionar hábitat para los peces, proteger la costa de las tormentas y almacenar carbono. Para probar el impacto perjudicial que el puerto, y por defecto, la destrucción de los manglares, tendría en la economía, los investigadores analizaron el valor de los manglares a través de tres lentes diferentes: monetario (el valor económico para la pesca, otros recursos naturales, etc.); sociocultural (el valor para las comunidades circundantes); y ecológicos (almacenamiento de carbono, biodiversidad, etc.).
Esta etiqueta de precio a los servicios del ecosistema de manglar es un argumento de los investigadores y conservacionistas sobre su importancia económica, no solo para las comunidades circundantes, que dependen de la pesca, la agricultura y el turismo que proporciona el bosque de manglar, sino también para el país en general.
Estos resultados también se van a presentar en el Seminario Nacional de Ciencias del Mar que se hará en Barranquilla en octubre de 2019. La comunidad y los científicos, en su mayoría, están de acuerdo en que la biodiversidad puede ser un factor de desarrollo que incluya a la comunidad y a los resguardos indígenas. Esto porque la mayoría de comunidades de Tribugá se han decidido por un desarrollo no basado en la extracción. Una opción que la crisis climática que se vive actualmente reclama.