EditorialReportajes
Playa y Selva, Sol y Lluvia: Viaje al Choco Colombiano
Para aquellos acostumbrados a viajar a destinos de playa, siempre se asocia ésta con el sol y todo lo que conlleva de bullicio, fiesta, etc., pero sin embargo viajar al Choco Colombiano y sumergirse en las aguas del Pacifico mirando la selva y al otro lado ballenas y delfines, puede romper los esquemas a más de un viajero.
Las playas con 4 mareas al día, ofrecen unos paisajes realmente espectaculares, no solo por esos cambios tan grandes de las mareas del Pacifico, sino en especial por poder ver como la selva, un bosque realmente denso y verde, llega hasta la misma playa, apenas unos metros a la orilla del mar. Solo había visto algo similar, pero con pinares en el sur de Finlandia y Suecia.
Seguramente esto no sería posible, si no fuese porque en la época de lluvias (que coincide con su temporada alta, para avistamiento de cetáceos como ballenas y delfines, de Julio a noviembre), precisamente una zona con las mayores precipitaciones del Planeta, donde según me cuentan, puede pasarse días enteros sin parar de llover y claro esto confiere ese verde intenso. (Ya tuve esa experiencia hace años, pero como la temperatura es muy agradable, se soporta bien)
La ventaja de estos lugares aislados y difíciles de llegar, salvo por los vuelos regulares y garantizados de compañías como SATENA, que vuelan desde Medellín y Bogotá, compañía orgullo de llegar a los destinos que ninguna otra lo hace.
Tanto en barco como en avión se llega hasta Bahía Solano, lugar de curiosidad social, descontando la mala gestión de las 2 comunidades indígenas, pero si hacen una parada, merece la pena conocer sus playas en el entorno de su bahía (Solo accesible por barcas) y les recomendaría alojarse en el hotel Balboa. El pueblo en sí, no tiene mucho interés turístico, aunque si potencialidad, si la supiesen aprovechar.
El Almejal: la playa y el ecolodge
De todas formas es paso obligado a modo de hub, para ir hacia el sur donde están los lugares más atractivos y diría que únicos accesibles por tierra, del corregimiento de El Valle, donde se encuentra la playa de El Almejal y donde también se localiza un alojamiento con criterios de sostenibilidad, el ecolodge El Almejal, que puedo atreverme a decir que es el mejor de toda la zona y por tanto lo recomiendo.
Cesar Isaza, gerente y copropietario del lodge El Almejal, es un referente en la zona a nivel de turismo y desarrollo sostenible, no solo apostando por la recuperación del bosque primario en su propiedad, que es la selva chocuana, sino también es un ferviente creyente en el ecoturismo que lo menciona y promueve con fervor y pasión, y consecuentemente implementó su proyecto de conservación, orientado a la reproducción de la tortuga, con su incubadora natural de huevos recogidos en la playa durante el desove, protegiéndolos de los depredadores (Incluyendo humanos) hasta volverlos a soltar en la playa ayudándoles a remontar las aguas del océano.
Uno de los platos fuertes de este ecolodge es su gastronomía a base de productos locales y por supuesto aprovechando su propia huerta (alimentada con su compost), frutales, cocoteros, etc. Su cocinera que merece tener el titulo de chef, logra maravillas creativas con el pescado (Les recomiendo que prueben sopa de atún ahumado) y sabe tener la variedad apropiada para conseguir menús diferentes con apenas pocos recursos culinarios.
Dinamización socio-económica, como clave de la sostenibilidad
Pero también se ha convertido en un dinamizador socioeconómico (la otra pata de la sostenibilidad), tipo incubadora de empresas, impulsando y ayudando a algunos de sus exempleados en micro-emprendedores turísticos, que a su vez operan no solo con su establecimiento sino también con los diferentes alojamientos del municipio.
Tuve la oportunidad de conocerlos y conversar sobre sus iniciativas e incluso experimentar sus diferentes actividades, como una excursión en barca a remo por el rio Tundó (Operadora Tundo Tours de Francisco Perea), para observar especialmente aves y disfrutar de un entorno enmarcado en la selva e incluso con parada con baño y una bebida caliente, fruta, etc incluidas; O bien una buena comida en el restaurante mas nombrado del pueblo del Valle, el de Rosalía o La Rosa del Mar en el mismo pueblo, (Una ex-cocinera con mucho carácter y muy buen hacer con la cocina, algo que le gusta y lo demuestra con mucho orgullo y pasión), unos lancheros (Existen viajes en barcas muy interesantes como al Parque Nacional de la Ensenada de Utría), una iniciativa de escuela de surf local y unas mujeres cantoras, que realizan una labor de recuperación de un patrimonio intangible de gran valor (El soul del Choco de Colombia) y nada apreciado por sus vecinos, que las miran con recelo e incredulidad, pero sin embargo están desarrollando un trabajo muy importante para la comunidad y el destino.
Como se puede apreciar un destino con playa, pero nada que ver con el conocido turismo de #solyplaya. Aquí se conjugan la playa, el mar, la selva, la lluvia y el sol, porque en época de lo que llaman verano, éste es fuerte, al igual que en el resto del litoral colombiano.
Si nos remitimos al nuevo slogan turístico de este país “#Colombia es Sabrosura”, lo cierto es que un territorio como éste encaja plenamente en el concepto y ojala pronto antes que sea tarde la Administración competente comprenda la importancia de apostar por un turismo sostenible, preservando su entorno natural, olvidándose de políticas con objetivos de traer cantidades de turistas, promover emprendimientos de economía verde, capacitando a la comunidad, incluyendo claro los turísticos, poner en valor el mar (En este caso el Océano Pacifico) y un etcétera, para que empresarios ecoturisticos como Cesar, no sean esos raros, sino que todos vayan en esa dirección y sea el común denominador.
Porque lo cierto es que en este entorno están proliferando muchos alojamientos y en un tiempo no muy largo habrá saturación turística si no se planifica anticipándose a lo que está pasando en muchos otros entornos similares.