La lucha por conservar al cocodrilo llanero
Desde hace varias décadas la Estación de Biología Tropical Roberto Franco de la Universidad Nacional ha realizado grandes esfuerzos por evitar que este reptil, que puede llegar a medir hasta seis metros y es único en el mundo, se extinga.
El cocodrilo llanero o caimán llanero (crocodylus Intermedius) es considerado el rey de la región, o por lo menos lo era en un tiempo atrás. Su tamaño, su fuerza y su capacidad de camuflarse generan admiración entre lugareños y forasteros. Pero su codiciada piel, altamente cotizada en la industria peletera en el mundo casi causa su exterminio. Se estima que entre los años 20 y los 50 del siglo pasado, cazadores llegaban a comerciar hasta 2.500 pieles diarias.
Para evitar la desaparición del cocodrilo se reguló su caza, sin embargo la medida no sirvió. La expansión de las actividades humanas en el hábitat de este reptil, la contaminación de los ríos, la quema de bosques y la caza ilegal, pusieron en mayor peligro su supervivencia. En la actualidad hay menos de 250 de cocodrilos llaneros adultos en Colombia, tanto así que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza lo ha declarado en peligro crítico de extinción. Esta triste realidad la quieren reversar los investigadores de la Estación de Biología Tropical Roberto Franco de la Universidad Nacional.
El Caimán llanero habita en Venezuela y Colombia, se alimenta de mamíferos, peces, aves, artrópodos y reptiles y puede llegar a vivir hasta 70 años; principalmente se encuentra en las cuencas del río Orinoco. Los investigadores de la Estación pusieron en marcha un programa de reproducción y crianza por fuera del hábitat de este reptil.
“Una de las opciones es criar cocodrilos fuera de su medio, en condiciones controladas, que es lo que se viene haciendo desde los años 70. Sin embargo trabajamos en otro tipo de estrategias y funciones como en investigación y divulgación de la diversidad en Orinoquia, pero estas poblaciones son difíciles de recuperar”, dijo Rafael Moreno, Biólogo de la Universidad Nacional.
Luego de reproducir de manera controlada a los caimanes, los investigadores los liberan con unos dispositivos de telemetría satelital para estudiar su adaptación a la vida silvestre y el tamaño del territorio que abarcan. Se considera que su liberación es exitosa cuando después de dos años el dispositivo sigue enviando datos. Si sucede lo contrario se sospecha que el caimán murió, fue cazado, o el dispositivo se dañó lo que pasa en muy pocos casos.
“El caimán llanero principalmente habita ecosistemas acuáticos. los datos que hemos analizado indican que los machos y las hembras utilizan el mismo territorio que pueden abarcar 10 kilómetros sobre el curso del río. Su territorio no es estático, no siempre está en el mismo lugar, pueden utilizar un territorio de siete kilómetros migrar al cuarto mes y después volver a regresar al territorio anterior” agregó, Moreno.
Para que su población vuelva a aumentar, el hábitat del cocodrilo debe tener unas condiciones mínimas, como que los ríos no estén en contaminados, que hayan playas los suficientemente grandes para que las hembras puedan desovar, que la intervención humana sea mínima, que se evite la pesca con transmallos, y que el tráfico fluvial de embarcaciones se maneje de forma inteligente.
El trabajo de la Estación Biológica Roberto Franco por la conservación del caimán llanero no para, en la actualidad buscan liberar más individuos y utilizar nuevas tecnologías para el seguimiento de los mismos, que puedan arrojar más datos. Además cuentan con la mayor colección de tortugas de todas las regiones y alberga dos especies más de reptiles, la babilla y el cachirre para concientizar a todos los colombianos de la diversidad de la región y la importancia de cuidar a todas las especies.
fuente: semana
Sandra Betancourt