La base de la actividad turística está en su entorno más próximo, es decir su hinterland, que en muchas ocasiones puede tener un radio de influencia de hasta 100 km, dependiendo del factor ambiental del que estemos hablando.
Existen unas amenazas de tipo climático, que en el caso de destinos turísticos, pueden causar enormes pérdidas económicas e incluso en ocasiones conducir a situaciones irreversibles, por no poder restaurar el entorno anterior o porque el sitio o país no tiene capacidad económica para actuar.
Además, es importante recordar que un desastre natural, cuando afecta seriamente un destino o territorio turístico, impacta negativamente en la motivaciones de su demanda turística objetivo y cuanto más tiempo se tarda en restablecer las condiciones ambientales anteriores mas se deteriora su imagen y por supuesto mas pérdidas económicas sufrirán todo aquel que dependa directa o indirectamente de esta actividad económica.
Es obvio que el cambio global – climático afecta al conjunto del Planeta, favoreciendo a veces a destinos, frente a perjudicar a la mayoría de éstos.
Porque nos guste o no, pero la subida de temperatura en Groenlandia, deshelando el hielo en zonas donde deberían estar heladas, favorece la llegada de visitantes y facilita los movimientos de estos en dicho territorio. Algo similar ocurre con la subida de temperatura en países fríos y muy fríos, como los países nórdicos europeos, lo que permite hasta cultivar viñas y poder obtener un vino escandinavo, aunque sea a escala micro.
Las olas de calor o frio, afectan tremendamente a las motivaciones, comportamiento de los turistas y provocan impactos severos en los destinos turísticos, no solo por la necesidad de elevar los costes energéticos para mitigar el calor o el frio, sino que condicionan la estadía y confortabilidad de los visitantes, generando insatisfacción y obviamente mala experiencia.
Existen una serie de acontecimientos globales que el destino no puede anticiparse salvo que exista una frecuencia predecible, como el caso de los huracanes en la zona del Caribe, los Monzones, el Niño, etc que en estos casos si se puede planificar actuaciones y protocolos eficaces para minimizar su impacto negativo. Y si no, imaginen estaciones de esquí sin nieve, playas sin sol y con lluvias constantes…
No creo que la solución sea estaciones de esquí artificiales como Xanadu en Madrid o en Ski Dubai, que deben de regular una diferencia de temperatura de hasta 50ºC…es insostenible.
Y claro las denominadas catástrofes naturales, que afectan a la producción humana, como es el turismo no se pueden evitar, ya que son fenómenos planetarios, pero si es necesario saber manejar sus consecuencias y anticiparse de alguna manera, aunque nunca ocurra.
Esto además genera una gran seguridad y confianza a la demanda que percibe un menor riesgo ante informaciones catastrofistas que muchos medios les gusta ofrecer.
Sin embargo al turismo siempre le ha costado mucho comprender la necesidad de gestionar ambientalmente su territorio y saber que depende de ello, de una forma muy directa, no solo porque una mayoría de los atractivos son naturales o ambientalmente vulnerables y por tanto su calidad es esencial para la calidad turística, sino porque existe el riesgo de su deterioro o perdida, devaluando la imagen y por tanto expectativas del publico objetivo.
Y si no miren, la reciente perdida de la Ventana Azul de la isla de Malta, un ejemplo de cómo ha desaparecido el mayor atractivo turístico natural de Malta. O bien recuerden la desaparición del glaciar Perito Moreno, en Argentina, foco de atracción turística de primer nivel.
Tengan en cuenta que el turismo vive y depende de su medio ambiente y por tanto es imprescindible saber actuar antes, durante y después de la creación de un destino turístico, que queramos que sea sostenible y competitivo.
Un cordial saludo,
Arturo Crosby
CEO
Forum Natura Internacional
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