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Ecoturismo en el desierto del Negev: la aventura verde y mucho más

 

 

 

Un viaje por, entre el idealismo verde y el pragmatismo del desierto: supervivencia, adaptación, desarrollo y ecoturismo en el Negev

El desierto es un ecosistema caracterizado esencialmente por tener unas precipitaciones anuales de no más de 250 mm, lo cual hace muy difícil la supervivencia de los seres vivos.

Si bien hay dos tipos de desiertos: de arena y pedregosos (“hamada” en árabe), los más populares son aquellos donde las dunas predomina el paisaje.

A pesar de que en una primera impresión parece que la vida no existe, esto no es correcto, ya que tanto la flora como la fauna, se han adaptado a este ecosistema, aprovechando al máximo la humedad, sombras y precipitaciones ocasionales.

Es curioso el dato sobre la relevancia del desierto, ya que ocupan más de 26 millones de kilómetros cuadrados, de nuestro planeta. (Algo más del 16% del total)

Probablemente lo más llamativo, a nivel estético, del desierto sea su geomorfología, causada por los vientos y variaciones extremas térmicas y claro lo sorprendente de las diversas formas de vida existente, incluyendo la humana, es decir su ecología.

Sin embargo el hombre, ha conseguido explotar sus recursos minerales, obteniendo importantes benéficos económicos y existe más de una propuesta para convertirlos en centros generadores y exportadores de energía solar.

 

El Negev, ocupa sobre el 60% del territorio israelí y acoge casi el 10 % del total de la población del país. Sin embargo ha sido siempre un lugar de relevancia histórica, porque fue casa de Abraham (en  Be’er Sheva ) y sitio de paso de importantes caravanas de camellos, como las de los Nabateos, que crearon la “Ruta de las Especias”, incluyendo sal y perfumes, que transportaban desde Yemen hasta el puerto de Gaza. Pero también fue habitado por Cananitas, Otomanos, Beduinos, entre otros, hasta en la actualidad, visitado por turistas de diferentes países.

 

Desde prácticamente la fundación de Israel, Ben Gurion, quiso conquistar y explotar el desierto del Negev, augurando un futuro esplendoroso para dicho territorio inhóspito y hostil, promoviendo asentamientos. Sin embargo, actualmente la visión es diferente. Si bien existe el propósito de habitarlo y desarrollarlo, lo cierto es que los nuevos pobladores ha apostado por un desarrollo sostenible, con agricultura orgánica, energía solar y también tratando de crear una especie de Sillicon Valley, pero para investigación energética solar y agua.

De hecho existe el centro universitario de estudios del desierto y varios campus universitarios, que están instalados en esta región, creando así un espacio de conocimiento especializado.

Los beduinos, nombre que proviene del idioma árabe bedaui o badawi, que significa morador del desierto de bedu o badw en lengua vulgar: allí donde no existe población fija, es decir, el desierto; son sin duda una de las ultimas tribus nómadas que han permanecido en el Negev y son libros vivientes de la historia de este desierto.

Los Beduinos  del Negev

Suleiman Sadam, beduino de aproximadamente 40 años, me comentaba, que no recuerda cuántos años tiene, porque cuando nació la mayoría de ellos no registraban a sus hijos, hasta que por cualquier acontecimiento o viaje a la ciudad, anotaban el nacimiento, (en su caso, quizás 7 años después) hasta que en los ’70, fue ya obligatorio.

El Negev, ha sido administrado por el Ejército, no permitiendo que los beduinos fuesen nómadas y por tanto no controlados, por lo que siempre hubo una política, para asentarlos.

Su ganado, de cabras, depredador intensivo de la poca vegetación del desierto, fue prohibido y sustituido por ovejas, las cuales a diferencia de éstas, debían beber agua varias veces al día, frente a las pocas veces a la semana que necesitaban las cabras.

Para los beduinos, habitantes del desierto, el agua, es la clave de supervivencia y donde estuviese, allí, se asentaban, por lo que su búsqueda era continua, hasta que por casualidad buscando encontraban un tubo, que al pinchar salía agua y en cantidad. Era la canalización de agua dulce, del Gobierno Israelí, que cubre las partes estratégicas de este territorio.

Para los beduinos, habitantes del desierto, el agua, es la clave de supervivencia y donde estuviese, allí, se asentaban

Lo que no se imaginaban es que esa agua, en medio del desierto pudiese tener dueño y así se lo hizo saber el inspector correspondiente, obligándoles a cerrar el agujero y desplazarse a otros lugares. Claro, hasta encontrar otro y así sucesivamente, hasta que la Administración, decidió llegar a un acuerdo, difícil ya que hubo una época que los beduinos no tuvieron representación política, por el asesinato de su líder. (Tampoco comprendían bien esta necesidad de representantes parlamentarios)

Pero al final, las tuberías tenían su salida de agua, gestionada para que pudiesen recogerla y de paso, dar el primer paso para fijar la población y erradicar el nomadismo.  Sin embargo de los 600.000 habitantes del Negev, (Israel tiene aproximadamente 7 millones), un tercio son beduinos y de estos, unos 120.000 viven en asentamientos no legales (no establecidos por la Administración)

Curiosamente, al igual que en otros lugares del Planeta, el gobierno, les facilitaba casas o más bien cabañas de metal (tipo uralita), cerradas, con ventanas de cristal, puerta con cerradura, etc, hábitat que no comprendían en absoluto, ya que ese material (nada aislante) dejaba pasar el calor en el día y el frio en la noche y mas, en invierno.  La mayoría optó, por vivir al lado de dichas cabañas, en sus tiendas tradicionales, dejando puestas las llaves en sus cerraduras, al ser incomprensible para ellos.

La rápida evolución social y el contacto con las poblaciones de los asentamientos del desierto, ha originado una desarrollo muy rápido y obligado, especialmente para la población más joven, que demanda aquello, que nada tiene que ver con las formas tradicionales y su educación, basada esencialmente en la responsabilidad personal y social en y con  la comunidad.

Suleiman, se acuerda, cuando tendría unos 9 años e iba todos los días en camello, a la escuela del pueblo más cercano, comiendo con las manos…  como todos les miraban, burlándose, en cierta forma, pero deseando también su camello, lo que le condiciono a dejarlo y caminar 1,5 horas, diariamente.

Después de terminar la escuela,  cuando pudo tener un jeep, llevando su burro también a modo casi de circo ambulante, consiguió unos ingresos en chocolatinas,  dulces y demás presentes, que le regalaban los viajeros, mientras le hacían fotos. Esto le despertó y después de un tiempo, le llevo a abrir su propio negocio, pero después de haber trabajado en el turismo convencional en la zona del Mar Muerto, no muy lejano de donde habitaba.

Aburrido de estar lejos de su tierra y familia y con su experiencia en el sector, abrió un emprendimiento turístico o más bien, ecoturístico, en el desierto del Negev, tratando de recrear un pueblo beduino ecológico, es decir, retornando a las raíces, cosa que no fue nada fácil.

Aburrido de estar lejos de su tierra y familia y con su experiencia en el sector, abrió un emprendimiento ecoturístico, en el desierto del Negev

La comunidad había cambiado y la basura que fue siempre orgánica y por tanto esparcida alrededor, porque era automáticamente degradada por los animales, ahora ya era imposible, por los plásticos, envases de cristal, etc…que obviamente permanecían visibles, aparentando más un vertedero que una comunidad.

La idea de un negocio turístico, es decir de hospitalidad y además con orientación ecológica no era bien vista, ni por la gente joven, que solo quería una vida urbana y cómoda (lejos de lo  rural) y por otra parte, se consideraba trabajo de mujer, como en la mayoría de las comunidades rurales.

Pero finalmente con al apoyo de la gente mayor, logro implantar su negocio y ahora no solo vive del ecoturismo y productos de la tierra, sino que se ha convertido en un líder local, ejemplo de cómo poder fijar la población en este medio hostil.

Y sin embargo el mismo, nos prepara un excelente té beduino, con un pan preparado en las brasas, conversando en hebreo, árabe (lengua materna) y su ingles, suficiente para entenderle.

Seguramente después de esta conversación, uno comienza a comprender mucho mejor, el desarrollo que se ha querido llevar a cabo en este desierto, implementando una serie de kibutzs, centros de investigación tecnológica en energía solar (poco extendida por el país, todavía), experimental, en gestión del agua, académica, y ahora también en el turismo, más orientado hacia un turismo verde o ecoturismo.

 

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Ecoturismo y turismo rural en el desierto

Esto no será muy difícil, porque existe ya un notorio tejido de alojamientos en kibutz, agroturismos y alojamientos rurales, algunos de ellos muy confortables y con un diseño acogedor, pero con una máxima de funcionalidad, factor clave en un ecosistema como el desierto, como podrán observar en alguna de las fotografías.

Es muy curioso, cuando alguien viaja por la carretera asfaltada, rodeado de desierto montañoso (aunque dé pocas elevaciones, pero con una geomorfología muy llamativa, por los contrastes y  grandes pendientes), sin ver nada más que arena y piedras, como en un instante, aparece una mancha verde, en medio de la nada, con un pequeño viñedo, algunos frutales, unos caballos y poco más.

Pues esta finca (Ovdat Vineyard) tiene varios alojamientos rurales (agroturismo, porque es una explotación agropecuaria en activo),  con las facilidades básicas, pero bien diseñadas y además con una pequeña bodega de sus propio viñedo. Los vinos del desierto del Negev, que aunque tiene una pequeña producción, le genera unos ingresos (no son vinos baratos) y satisfacción. Por cierto probé unos tintos ligeros y jóvenes (cabernet, merlot,…), que entraban de maravilla con el calor que hacía. Vinos, de viñas plantadas en terrazas con más de 1.500 años de antigüedad, regadas con el agua de la intensa y poca lluvia del Negev y también del desagüe de las pozas o mini-piscinas, que suele haber en estas granjas, para turistas.

 

… sorprendentemente tenía una ocupación anual de un 60%, muy, muy lejos de la que existe normalmente en la gran mayoría de sitios de turismo rural

Pues en medio de este desierto hay algunas otras fincas o granjas, a modo de pequeños oasis, muy trabajados, que ofrecen también turismo, pero ésta sorprendentemente tenía una ocupación anual de un 60%, muy, muy lejos de la que existe normalmente en la gran mayoría de sitios de turismo rural, en países con historia y posicionados, como los nuestros.

El precio es similar o superior, al europeo y su clientela es domestica, con un porcentaje creciente de turistas internacionales. El fin de semana ronda los 176€ por persona.

Algunas de estas granjas de características similares, están creando la “La Ruta del Vino en el Negev”, que trata de emular o recuperar la antigua Ruta de las Especias de los Navateos

Sin embargo también hay nuevos hoteles, tipo “desert eco-resorts”, como en  Beresheet, un complejo de unidades de alojamiento de 5 estrellas, con un diseño arquitectónico, realmente integrado en el paisaje, con unas vistas espectaculares, una piscina casi colgada en el desierto y una restauración, realmente exquisita. Hay que admitirlo.

Nadie se imagina, que pudiese existir viñedos y bodegas en medio del desierto y de facto, visite varios lugares donde pude comprobarlo y degustarlo. Hay varios kibutzs, que en su parte agrícola, tienen viñas (una gran parte, de cabernet sauvignon, merlot, chardonay,…con cepas traídas de Australia, para su mejor adaptación al entorno), además de los famosos dátiles, huertos y quesos, esencialmente de cabra, tanto frescos, como curados.

La comida es muy vegetariana, con gran variedad de ensaladas, pasteles y claro sin faltar el hummus, tahina, yogures, cremas de quesos, etc…por influencia de sus países vecinos siendo el  desayuno en el campo, casi igual que  la comida y la cena.

Pero merece la pena, hacer una parada en el kibutz Ne’ot Smadar, a unos 60 km al norte de la frontera egipcia de Eliat. Un centro de tipo comunitario que además de ofrecer agricultura y productos orgánicos (vinos, jerez, quesos, aceitunas, mermeladas,…) tiene un restaurante y unos alojamientos separados, que ahora están comercializándolos. Pero además, tiene un centro de arte, muy, muy peculiar, imitando en cierta medida, el estilo Gaudí, y donde como en la mayoría de kibutzs, venden sus productos en la tienda correspondiente, bien diseñada.

Algunos kibutzs tienen unos alojamientos muy confortables y funcionales y suelen tener una componente educativa y social, con también estrechas relaciones religiosas, para quien le interese. Fue en Lotan, donde encontramos esta combinación, en la que además los visitantes y residentes, tenían la oportunidad de reencontrarse con la naturaleza, de una forma más espiritual (una mezcla de hipismo y predicador), pero después de un buen desayuno, eso sí, vegetariano.

Cabe mencionar un alojamiento que merece la pena resaltar, el denominado “Días en el desierto” Desert Days, que consiste en un conjunto de eco-cabañas, con una pequeña cocina, agua y eco-baño (váter seco para compost), unas pozas o mini piscinas (siempre con alguna sombra) y un restaurante, donde se permite cocinar o pedir el menú.

Esta construido recientemente y tiene un precio de unos 100 €/pareja/noche, que es solo comprensible, porque tener agua y energía, en medio del desierto, no es barato.

Curiosamente su propietario, me hizo un comentario demasiado revelador, ya que después de haber escuchado diferentes charlas sobre la eficacia y rentabilidad de la energía solar, concluyó con una frase categórica: “no me es rentable, amortizar la inversión en 8 años de paneles solares, para mi negocio, por eso uso gas”. No obstante uno de los expertos de un centro de investigación, comento que al menos pasara una década para que tengamos energía solar rentable.

 

El Negev y el Mar Muerto

Uno de los atractivos, más conocidos del Negev, es precisamente el Mar Muerto (Candidatura israelí-jordano-palestina a las 7 maravillas del mundo)

Un lugar realmente único en el planeta, a más de 400 m de profundidad, bajo el nivel del mar y con una concentración de sal en el agua, 10 veces superior al mar, permitiendo, flotar a cualquier persona e impidiendo prácticamente hundirse(lo comprobé)

Sus propiedades curativas, (sal y barro) especialmente para la piel son altamente reconocidas, la riqueza del oxigeno en el aire y los filtros naturales ultravioletas, permiten tomar el sol, apenas sin problemas de quemaduras, estando en un desierto.

En La zona de  Ein-Gedi, está localizado un kibutz, con un gran restaurante, jardín botánico y unas vistas increíbles, tanto del Mar Muerto, como de las formaciones rocosas que lo envuelven.

Esta zona del Negev, posee una historia de al menos 5.000 años, lo que le confiere un gran valor, ya que a día de hoy sigue siendo visitada y aprovechada, incluyendo algunos centros de turismo de naturaleza (ecoturismo) como Nakhal David and Nakhal Arugot, con corrientes de agua permanentes, lo que le garantiza un hábitat inmejorable para la fauna. Cada primavera y otoño, pasan medio billón de aves migratorias.

Pero el turismo de salud, es lo mas demandado y da respuesta a las 4.000 camas hoteleras de 4 y 5 estrellas, existentes, que da empleo a 35.000 familias.

Sin embargo esta floreciente industria está provocando un desastre ambiental, de gran calado, no solo por la contaminación del agua, sino por el continuo trasvase de agua del lago norte al sur(donde está la industria), aumentando el nivel del agua unos 30 cm al año y evidentemente bajando severamente el nivel del otro lago salado. Pero esta subida, también afecta al sector turístico, ya que ese incremento de nivel puede inundar sus equipamientos y facilidades turísticas.

Como siempre, el dilema entre desarrollo y conservación o explotación o aprovechamiento de los recursos naturales

 

Y si bien el Mar Muerto se nutre de las aguas del rio Jordán (unos 1,3 billones de m3/año), como es insuficiente, se está proponiendo un trasvase de agua desde el Mar Rojo o desde el Mediterráneo, algo faraónico y desde luego en contra del principio de sostenibilidad, que he estado escuchando continuamente durante este viaje al desierto del Negev.

Como siempre, el dilema entre desarrollo y conservación o explotación o aprovechamiento de los recursos naturales. Pero si la estrategia del Negev es por un desarrollo local, con respeto ambiental, donde el ecoturismo es la bandera del sector turístico, sin duda, conllevara un crucial planteamiento a los decisores políticos.

El Negev, sin duda alguna tiene un gran potencial de desarrollo ecoturístico. Ha comenzado con algunos buenos planteamientos y si aplica unas estrategias de sostenibilidad y competitividad, seguro que lograra sus objetivos, de tener un desierto verde (y no por el color)

Pero después de este viaje y de recordarlo, me viene a la mente una duda y pregunta: todo este proceso puede existir, gracias al agua, cuya extracción es muy costosa, porque la energía en breve tiempo, entiendo que será mayoritariamente solar, pero cuando hice esta pregunta, sobre la rentabilidad de la agricultura o del turismo, en el desierto, con estos costes de agua, me respondieron algo muy pragmático: si no hay agua, no hay vida, no hay nada, es como el tener o no tener, esta es la cuestión.

 

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Arturo Crosby

Editor Natour magazine

 

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