Dentro de la geoda gigante de Pulpí
Este agosto abrirá al público en Almería la segunda cueva de cristales más grande del mundo
En los mercadillos de minerales y en los museos de ciencias naturales se pueden ver y adquirir geodas: piedras huecas tapizadas por bonitos cristales de cuarzo o amatista, una variedad de cuarzo azul. Su tamaño suele ser de unos centímetros. La de Pulpí (Almería) en cambio, mide ocho metros de largo, tres de ancho y casi dos de alto, y en su interior caben 10 personas. Es una de las más grandes del mundo conocidas, y va a abrir este mes de agosto. La cavidad, con forma de embudo, está cubierta con grandes prismas de selenita —sulfato de calcio hidratado, una variedad de yeso cristalino, con reflejos blancoazulados que recuerdan los de la luz de la Luna: de ahí su nombre, por la diosa griega Selene— de excepcional transparencia, con piezas de hasta dos metros de largo.
Los científicos calculan que la geoda gigante de Pulpí se formó hace unos cinco o seis millones de años, durante la llamada crisis salina Messiniense, cuando el Mediterráneo perdió la conexión con el Atlántico y se evaporó, dejando grandes depósitos salinos en sus costas. Fue descubierta en 1999 por miembros del Grupo Mineralogista de Madrid en el interior de las antiguas minas de hierro y plomo de Pilar de Jaravia, a 50 metros de profundidad y tres kilómetros de la línea de costa.
Los primeros trabajos para restaurar el antiguo poblado minero que guarda la geoda gigante de Pulpí y evitar daños a esta joya de la naturaleza se iniciaron en 2010. El próximo 5 de agosto abrirá sus puertas al público. El precio de la visita guiada a la geoda y la mina será de 22 euros para los adultos y 10 euros para los niños (reservas en la web geodapulpi.es, todavía en construcción). La entrada incluirá el acceso al castillo de San Juan de los Terreros, donde también existe una recreación virtual de la cavidad.
El récord de este tipo de formaciones geológicas lo tiene la Cueva de los Cristales de la mina de Naica, a 300 metros de profundidad bajo el desierto del Estado mexicano de Chihuahua. Descubierta en el año 2000, cuenta con los mayores cristales naturales conocidos: de hasta 12 metros de largo y 55 toneladas de peso. Sin embargo, el ambiente en su interior es extremo, con temperaturas que alcanzan los 58°C y una humedad relativa del 96%, por lo que, sin una protección adecuada, no se puede permanecer en ella más de 10 minutos. En todo el mundo solo se conocen cuatro lugares con cristales de yeso puro mayores de un metro de longitud: la cueva mexicana de Naica, la mina de cobre de El Teniente (Chile), la geoda de Pulpí y las antiguas minas romanas de Plinio, localizadas en Segóbriga (Cuenca), de donde se extraía el yeso que servía como cristal para las ventanas hasta que se inventó el vidrio plano.