Siete islas ideales para aislarse del mundo
En el mundo hay islas tan remotas que el radar turístico no las identifica, pero que permiten una desconexión absoluta entre la naturaleza más salvaje
¿Quién no estuvo tentado de imitar a los náufragos de las historietas y aislarse en una isla perdida, solo habitada por un par de cocoteros? En el mundo hay miles de islas deshabitadas, o que tienen una población tan pequeña que el turismo apenas le demuestra interés.
Muchas son formaciones insulares remotas, de un acceso tan difícil que su vida cotidiana es todo un desafío. Pero muchas ellas presentan paisajes de ensueño, lo que las guías llamarían con el tópico de un paraíso, que impactarán al viajero.
Otras se encuentran en latitudes tan lejanas que guardan un magnético encanto para el viajero de aventuras o los que buscan una isla para desconectar del mundo.
[La Isla de Pascua pone un cerrojo al turismo]
De esta selección descartamos la Isla de Pascua, que si bien está a una distancia de 3.759 kilómetros de Santiago de Chile, cuenta con un vuelo diario que minimiza el aislamiento. Además su parque de hoteles y alojamientos tiene capacidad para recibir al turismo interesado en conocer el pasado de la cultura rapanui y los enigmáticos moais.
7 Niue — Polinesia
A 2.400 kilómetros de Nueva Zelanda está el estado de Niue, una isla conocida como la Roca de Polinesia y habitada por poco más de 1.600 personas.
Una vez por semana llega un vuelo de Air New Zealand, que aporta los turistas que necesita el país para potenciar su pequeña economía.
De clima tropical, está rodeada de un arrecife de coral que es un espectáculo para los amantes del snorkel por la biodiversidad que exhibe.
6 Flatey — Islandia
En la bahía de Breiðafjörður, al noroeste de Islandia, Flatey es la única tierra habitada de un archipiélago de 2.800 islas e islotes. Hasta el siglo XIX fue un importante centro cultural, pero ahora solo viven cinco personas (aunque su número se multiplica en verano).
El pequeño pueblo de casas de colores cuenta con dos puertos, una biblioteca de 1864 y una diminuta iglesia en medio de la soledad donde Jesucristo está vestido con un grueso suéter islandés de cuello alto.
En los parajes sin árboles y castigados por el viento hay una abundante población de aves marinas, como águilas de cola blanca, gaviotas de patas negras, charranes árticos y frailecillos.
5 Yakushima — Japón
La isla de Yakushima, se encuentra al sur de Kyushu, la tercer isla más grande del archipiélago de Japón. No es un sitio imposible de llegar –se puede acceder en ferry-, pero sus extraños paisajes parecen que uno hubiera desembarcado en un rincón remoto, como si fuera otro planeta.
De clima húmedo y con montañas que se elevan a los 1.800 metros, cuenta con milenarios bosques de musgos y helechos, hogar de una fauna donde se pueden encontrar al macaco japonés, el ciervo Sika y tortugas marinas que desovan en una playa de granito. La hermosa cascada de Ooko-no-taki, con 88 metros de altura, merece una visita.
4 Aldabra — Seychelles
A 1.100 kilómetros de las islas Seychelles, al noreste de Madagascar, está el atolón de Aladabra, donde solo viven 15 residentes permanentes y las visitas turísticas se limitan a 30 personas.
Es un auténtico santuario de la naturaleza, con más de 400 especies endémicas de plantas y animales, como el cangrejo de coco o el rascón de Cuvier. Pero lo fascinante es que allí se encuentra la mayor concentración mundial de tortugas gigantes. Además es un importante punto de reproducción de la tortuga carey.
3 Vieques — Puerto Rico
Esta isla no es tan inaccesible, está ubicada a 16 kilómetros de Puerto Rico. Allí funcionó una base de la armada de EEUU, abandonada en 2003. Ahora cuenta con menos de 10.000 habitantes, que viven en un entorno de frondosos bosques tropicales y playas solitarias con aguas cálidas.
Un punto imperdible es la Bahía Mosquito, donde unos microorganismos emiten fotones cuando el mar se agita y las aguas se convierten en una película luminosa, como si fuera de neón.
2 Pitcairn — Reino Unido
Pitcairn, que técnicamente depende del Reino Unido, se encuentra en el Pacífico Sur, a 5.450 kilómetros de Nueva Zelanda.
Cuenta con solo 50 habitantes, con lo que pretende ser la capital más pequeña del mundo. Gran parte de sus residentes son descendientes de los amotinados del Bounty, un barco inglés que dejaron a sus tripulantes superiores a la deriva, y se escondieron en esta isla remota con mujeres tahitianas para esquivar al castigo de la Royal Navy.
El lugar, un islote rocoso, cuenta con hermosas playas de arenas blancas y si el mar está calmo se pueden explorar otras formaciones deshabitadas de la región.
Llegar no es fácil: el aeropuerto más cercano, en Gambier (Polinesia francesa) está a un día y medio de velero. O hay que pedir que el carguero que llega cada dos semanas que acerquen a la isla.
1 Tristán da Cunha — Reino Unido
Tristán da Cunha es otra isla bajo la corona británica de un acceso casi imposible: no hay aeropuerto y solo se puede llegar tras una travesía de una semana en barco. Situada en medio del Atlántico sur, los puntos habitados más cercanos son la isla de Santa Elena (de quien depende administrativamente, a 2.420 kilómetros) y el Cabo de la Buena Esperanza (a 2.770 kilómetros).
No hay hoteles ni restaurantes, por lo que para alojarse hay que recurrir a los buenos oficios de sus 300 habitantes que comparten ocho apellidos en común.
Pese al aislamiento, el paisaje agreste de este peñón ventoso en el Atlántico es un imán para algunos viajeros.