Guías de turismo aficionados, un mercado en alza
En España, profesionales del sector se quejan de plataformas, donde se ofrecen estos servicios.
Susana Meseguer quedó desempleada y optó por inscribirse en la plataforma GuruWalk, que reúne a viajeros con guías turísticos de todo el mundo que ofrecen sus servicios a cambio de propinas, para dar a conocer los secretos de su pueblo, Vilafamés. Ante esto, la Generalitat valenciana le advirtió de que si no dejaba de hacer sus rutas turísticas sin tener la habilitación exigida en este sector, le podían poner una multa de entre 100.000 y 600.000 euros.
Con Meseguer, cientos de personas ofrecen este tipo de servicios en internet. Sinembargo, ella se convirtió en la cara visible de un nuevo conflicto en la industria turística por la llamada economía colaborativa: al igual que los taxistas con Uber, Cabify y las licencias VTC y los hoteles con los complejos turísticos de plataformas como Airbnb o Home Away, los guías turísticos tradicionales chocan con la competencia feroz de las que se usan, ahora, para visitas guiadas y free tours.
Los florecientes sitios en internet para encontrar un guía en los lugares más remotos ponen en contacto a viajeros con particulares más o menos duchos en la historia, el arte o la cultura de una localidad que ofrecen visitas guiadas a cambio de propinas o a precios bajos.
Falta de conocimiento
Los guías formados y oficiales se quejan del intrusismo, la competencia desleal y la economía sumergida que suponen, mientras que las plataformas se defienden como escaparate para profesionales o como vía de ingresos para personas sin trabajo.
De momento, el ministerio de Industria, Comercio y Turismo, no tiene en su agenda este nuevo conflicto derivado de la economía colaborativa, pero no descarta incluirlo en sucesivas reuniones de la Conferencia Sectorial si le llegan más quejas relacionadas con el sector.
Almudena Cencerrado, presidenta de la Confederación de Guías Oficiales de Turismo de España (CEFAPIT), señala que el “intrusismo” de las plataformas, que ha provocado un “bajón” del negocio de los oficiales, los profesionales que han superado las pruebas de habilitación con las que cuentan la mayoría de comunidades —Cataluña o Madrid las tienen, pero tan solo a modo de sello de calidad—.
“Es visible un nuevo conflicto en la industria turística por la llamada economía colaborativa, igual que los taxistas con Uber y Cabify, y los hoteles con sitios como Airbnb o Home Away”
También subraya la pérdida de ingresos fiscales que se han generado por el cobro en propinas que no se declaran a Hacienda, frente a los titulados, que trabajan con hoteles, agencias de viajes o con sus propias cooperativas y cotizan como autónomos.
“Es decir, precarizan el trabajo”, señala, en referencia a las que funcionan con propinas u otras que ponen precio, pero se llevan comisiones de hasta el 50 por ciento y en ocasiones están radicadas fuera de España.
“Una persona trabajando a tu lado a cambio de propinas es competencia desleal”, abunda Julia Molina, vicepresidenta de Aepit, la asociación de guías de Madrid.
También apunta a la pérdida de calidad de la profesión derivada de no exigir habilitaciones oficiales, en lo que coincide con Ricart Santomá, decano de la facultad de Turismo de la Universidad Ramon Llull: “Al no haber control de calidad, a veces te cuentan historias o anécdotas que no son ciertas”, sostiene Llull, que confía en que sea el propio mercado el que haga una selección natural.
Desde el otro lado, María Begue, de GuruWalk, defiende que su plataforma sirve de “herramienta de mercadeo para muchos guías oficiales” e incluso para agencias.
También sostiene que puede ser útil para personas sin ingresos o pequeñas localidades donde no hay guías oficiales o para rutas con enfoques particulares que, a su juicio, no deberían exigir una titulación oficial. “Tenemos una ruta de arte urbano con un graffitero”, explica Bengue, quien también defiende que se concedan titulaciones oficiales a licenciados en arte, historia o arquitectura.
Al respecto, la Presidenta de CEFAPIT, que también es licenciada en Historia del Arte, discrepa: “Se puede ser un experto en arte y no saber transmitirlo”.
“Una persona trabajando a tu lado a cambio de propinas es competencia desleal”
Diferencia entre espacio público y protegido
Otro punto de fricción de la polémica que ha surgido por esta economía colaborativa, a través de los guías turísticos que se promocionan vía internet, en algunos casos sin mucho conocimiento del tema, está relacionado con los límites físicos de la actividad.
Por ejemplo, en Cataluña, explica Ricart Santomá, decano de la facultad de Turismo de la Universidad Ramon Llull, “cualquiera puede enseñar un monumento siempre que sea desde el espacio público.