Italia pierde la paciencia con los turistas incívicos
Cerdeña, Venecia y Florencia endurecen sus normas para castigar la degradación que generan los visitantes sobre su patrimonio
Cerdeña multará con 3.000 euros a quien robe arena de la playa. Es la última de las medidas de una nueva ofensiva por parte de los principales destinos turísticos italianos contra el turismo de baja calidad que degrada el paisaje y el patrimonio cultural, causa molestias a los vecinos y contraviene la convivencia.
Funcionarios y vigilantes recorren las playas italianas de Cerdeña. El objetivo: impedir que los turistas se lleven la arena de sus costas, una práctica aparentemente inocua pero que, a gran escala, genera graves problemas de degradación medioambiental.
Según las autoridades, solo durante el pasado verano se requisó más de una tonelada de arena en los controles de equipaje de los turistas en el aeropuerto de Cagliari.
Algunas de los más hermosos arenales del país, como Cala Goloritzè y Budelli –famosa por su playa de arena rosa-, están viendo dañado el equilibrio natural por esta práctica.
En Venecia, tumbarse en un banco está multado con cien euros, comer en zonas no habilitadas con 200 euros y hasta con 450 euros bañarse en los canales
Muerte de éxito en Venecia
Venecia cuenta con una tristemente larga tradición de incivismo por parte de algunos de sus 25 millones de turistas anuales. La ciudad, declarada Patrimonio Mundial por la Unesco, trata de combatirlo con una amplia lista de prohibiciones con las que intenta salvaguardar el orden y el decoro.
Las multas en Venecia por conductas incívicas alcanzan los 450 euros.
Así, tumbarse en un banco está multado con cien euros, comer en zonas no habilitadas con 200 euros, y hasta con 450 euros bañarse en los canales.
El pasado mes de abril se instalaron tornos para regular el flujo de visitantes en Venecia y su alcalde, Luigi Brugnaro, presentó en el Parlamento italiano una proposición de ley para crear una “celda de seguridad” en la que recluir a los turistas gamberros
El pasado mes de abril se instalaron tornos para regular el flujo de visitantes y el propio alcalde, el independiente de centro derecha Luigi Brugnaro, presentó en el Parlamento italiano una proposición de ley para crear una “celda de seguridad” en la que recluir a los turistas más gamberros.
Entre las últimas medidas ya en vigor desde el 1 de agosto se cuentan impedir el tránsito a determinadas áreas a no residentes o imponer sentidos de la marcha, además de prohibir el uso de embarcaciones privadas -kayak, canoas, patines y similares- en el Gran Canal.
Las autoridades preparan nuevas medidas
La adopción de las disposiciones previstas para evitar la violencia en el mundo deportivo (Daspo urbano) y ahora aplicables en las ciudades tras un decreto del exministro de Interior Marco Minniti es el siguiente paso.
Florencia puso en marcha el pasado año una campaña de sensibilización y sanciones.
La normativa, cuyo texto definitivo se aprobará en septiembre, permitiría expulsar durante 48 horas a quienes cometan actos groseros o molesten a visitantes y ciudadanos, además de imponerles las consecuentes multas.
Orinar en la calle, consumir bebidas o alimentos entorpeciendo la circulación peatonal, consumir alcohol entre las 19.00 y las 8.00 fuera del perímetro de los locales o tumbarse en los bancos serían motivos suficientes para la aplicación de la medida.
Disfruta y respeta Florencia
Las medidas siguen la estela de la campaña iniciada por Florencia el pasado verano. Bajo el nombre de #EnjoyRespectFirenze, las autoridades implementaron un paquete de sanciones para quienes “creen que pueden hacer lo que quieran en Italia”, según señalaba directora de Turismo, Anna Paola Concia.
Florencia, que recibe más de 12 millones de turistas al año, impulsó en 2017 multas de hasta 500 euros por comportamientos incívicos en su casco histórico
La ciudad de los Médici, que recibe más de 12 millones de turistas al año, impulsó entonces multas de hasta 500 euros por comportamientos incívicos en su casco histórico.
Entre los principales problemas, destacan las toneladas de basura que se generan a diario, especialmente como consecuencia de los locales de comida rápida que sirven comida para consumir en la vía pública, y que convierten las plazas y escalinatas de monumentos con siglos de historia en improvisados comedores.
Los peligros de la masificación
Los perjuicios de la masificación turística no son, sin embargo, exclusivos de Italia. En España son conocidos los problemas que la llegada masiva de visitantes genera en ciudades como Barcelona o Mallorca.
En la primera, se pone coto a las visitas de grupos turísticos en algunos lugares emblemáticos, entre otras medidas, como los mercados de Santa Caterina y La Boquería.
En la segunda, especialmente en el área de Magaluf, se lucha por cambiar la percepción de destino de turismo de borrachera con una cara amable en las redes sociales mientras se sigue la estela italiana de las sanciones y se imponen multas de hasta 500 euros por comportamientos incívicos en su centro comercial.