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Tesoro de biodiversidad marina fue descubierto en el Mediterráneo

Expedición de Oceana encontró bosques de diferentes tipos de coral, tortugas, delfines y tiburones.

A pesar de la sobreexplotación de sus aguas, el Mediterráneo todavía guarda sorpresas naturales. Es lo que comprobó una expedición de Oceana Europa realizada el mes pasado en las islas Eolias, situadas en el mar Tirreno, a pocos kilómetros de las costas de Sicilia. En sus inmersiones, que alcanzaron hasta los mil metros bajo el nivel del mar, los investigadores quedaron sorprendidos con la densidad de los bosques de coral y sus habitantes.

“El fondo marino alcanza gran profundidad muy cerca de las islas Eolias; y parte de estas aguas están sin explorar y esconden una gran biodiversidad”, cuenta Ricardo Aguilar, director de investigación y expediciones de Oceana Europa. Como la actividad pesquera se concentra en los primeros 50 metros, todavía quedan hábitats intactos en aguas más profundas.

En las zonas más cercanas a la superficie, los científicos hallaron lugares dominados por las algas rojas y corales, además de grandes bancos de jureles y otros peces. A profundidades intermedias registraron corales negros llenos de huevos de tiburón, también coral rojo y coral árbol amarillo, ambos hoy amenazados.

En aguas más profundas encontraron bosques prístinos de coral bambú, “que se encuentra en peligro crítico de extinción debido a la pesca de arrastre. Esta es habitual debido a la presencia de especies de alto valor económico como la gamba y la cigala”, explica Aguilar.

“Los científicos hallaron lugares dominados por las algas rojas y corales, además de grandes bancos de jureles y otros peces”

Entre las rarezas encontraron esponjas carnívoras. “Normalmente, las esponjas se alimentan filtrando, pero en ocasiones algunas especies han evolucionado y desarrollan pequeños garfios que les permiten atrapar crustáceos diminutos”, describe.

Documentaron también una especie de estrella marina (Zoroaster fulgens) que nunca se había visto en el Mediterráneo y un pez (Gobius kolombatovici) que se pensaba que solo existía en el Adriático.

En cuanto a fauna mayor, se detectaron poblaciones de tiburones de profundidad, junto con una alta presencia de pez espada y atún rojo, especies que no se ven en gran cantidad en otras zonas del Mediterráneo. Otros avistamientos incluyeron tortugas marinas y delfines. La zona, además, es

Las garras del desecho

MediterráneoCangrejo ermitaño.

Sin embargo, en el entorno inmediato de esta delicada área hallaron evidencia del impacto de la actividad humana como artículos de pesca abandonados, una tortuga muerta con un anzuelo en la boca, corales milenarios con partes muertas con sedales enganchados, y redes descartadas que continúan capturando animales marinos. Además hallaron utensilios de plástico, botellas de vidrio, pilas y neumáticos.
“Es esencial que dejemos de dañar la vida marina si queremos preservar una parte del mar Tirreno tan singular”, dice Aguilar.

Actualmente, Oceana promueve la protección de al menos 10 por ciento de las aguas del Mediterráneo. “De las islas Eolias no había información suficiente, pero ahora queremos crear un área protegida”. Esta abarcaría unos 6.000 kilómetros cuadrados.

En comparación con los grandes parques marinos chilenos del Pacífico, se trata de un área pequeña. Algo habitual, según Aguilar, en el Mediterráneo, donde moverse unos pocos kilómetros implica cruzar la frontera marina a otro país.

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