Esto es parte de lo que s eha escuchado en Madrid Fusión 2025:
“Venimos del océano y debemos volver a él si queremos vivir de una forma más saludable y sostenible”, advertía el catedrático de Ciencias Marinas en la Universidad Rey Abdullah de Arabia Saudita Carlos Duarte, que acaba de recibir el prestigioso Premio Japón 2025. Pero para que eso sea posible debe cambiar la tendencia –en los últimos 100 años se ha perdido el 50% de la abundancia de vida del océano–, por lo que “debemos desarrollar una economía azul que haga rentable el océano a la vez que lo cuidamos, lo que requiere de una acuicultura consciente y un mayor cultivo de algas”. También recomendaba un mayor desarrollo de la industria conservera, así como abrir nuevos caminos en la restauración para los superalimentos azules, como sardinas, mejillones, anémonas o erizos, pero sobre todo las algas, que son los alimentos del planeta que generan menor huella de carbono”.
En Dreams ha quedado patente que estamos viviendo una revolución científica y tecnológica definitiva que cambiará a muy corto plazo el estilo de vida de toda la humanidad. “Pero en España vamos muy lentos en transformación digital, por detrás del top 20 de los países en adopción de IA”, decía el vicepresidente de la Fundación Europea para la Innovación (INTEC) Juan Francisco Delgado, aportando datos como que “en 2050 se prevé que el 70% de las proteínas de consumo procedan del cultivo celular”. Enrique García Gavira, CEO del primer Hub Global del aguacate, “considerada la fruta del futuro, como un ingrediente dentro de otros alimentos como el aceite, la harina o nuestras salsas, que tiene dos años de vida útil y son exportables a todo el mundo”. Otra innovación para el sector es el tapón inteligente para las barricas de vino de la tecnológica NIGAL, “que controla la evolución del vino 27/7 en tiempo real, reduciendo en un 60% la merma, y mejorando la calidad del vino al evitar su oxidación. No somos una amenaza para el enólogo, sino una herramienta que mejora su trabajo”, explicaba Lara Neira, CEO de la compañía.
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La innovación requiere inversión y paciencia
Y además de nuevos productos, conocíamos otros tipos de agricultura como la vertical, que puede llegar “a salvar la cerveza en el mundo”, decía Yolanda Cortés, cofundadora de la agbiotech Ekonoke, ya que propone “el cultivo controlado del lúpulo, ingrediente que aporta sabor a la cerveza y cuya pervivencia está amenazada por el cambio climático”. Un sistema que también utiliza Neboda Farms para producir albahaca, al que define como “un modelo que necesita mucha especialización y energía, pero que resulta muy útil en la industria agroalimentaria, ya que permite el constante abastecimiento y la mejora continuada de los productos, lo que repercute en su vida útil y en su calidad organoléptica”.
Moderada por María Jesús Abellán del departamento de Innovación Alimentaria de ICEX, Dreams abría su escenario a los nuevos retos del foodtech y su aplicación en los distintos modelos de negocio con otra mesa redonda. Para Charo Villarroel de Viscofan, líder mundial de envolturas para productos cárnicos, “en España está más que demostrado que se hace una excelente ciencia, pero debemos dar el siguiente paso y escuchar a la industria para conocer las necesidades reales de innovación de las empresas. Solo así se pueden aterrizar los proyectos en productos rentables”. Una visión, la de la gran corporación, que compartía Rubén Hidalgo del grupo lácteo Capsa Food, quien añadía que “se necesita también mucha calma, ya que la innovación agroalimentaria requiere de bastante tiempo para su maduración”. Para el CEO de Nucaps Mariano Oto, “la debilidad en España es que los inversores van en busca de unicornios y no impulsan el crecimiento de las emergentes hasta el tamaño que necesitan”, idea que comparte Pablo Sosa Domínguez, cofundador de las etiquetas inteligentes de OSCILLUM, “un fenómeno que ha causado que muchas compañías prefieran vender su negocio antes que vender sus productos”.
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