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‘El cambio climático no es nuestro principal desafío’

Entrevista con Jared Diamond, uno de los grandes pensadores ambientalistas de la época.

ared Diamond, como casi todos, es una mezcla singular de conocimientos y experiencias. Profesor de la Universidad de California Los Ángeles (Ucla), en Estados Unidos, creció en un suburbio bostoniano, pasó cuarenta años en Nueva Guinea –isla que visita recurrentemente desde 1964 y donde aprendió a amar la naturaleza– y es aficionado al avistamiento de aves, aunque está “más interesado en cuestiones ambientales por sus consecuencias visibles para las personas que por sus consecuencias para las aves”, como se preocupa por aclarar.

Fue director de la organización internacional World Wild-life Fund (WWF), pero no es un ambientalista que reniegue y acuse de todos los males a las grandes empresas. Por el contrario, ha trabajado y habla con empresarios extractivistas (mineros y petroleros) y ha llegado a comprender sus puntos de vista y problemas.

Tampoco fue ajeno al éxito editorial. Sus hermosamente documentados y astutamente narrados libros de divulgación (compleja, pero divulgación al fin) conocieron los listados de best sellers. Ahí está Armas, gérmenes y acero. Breve historia de la humanidad en los últimos trece mil años, que ganó el Premio Pulitzer en 1998. En él se pregunta por qué los colonizadores españoles dominaron en América a civilizaciones avanzadas con relativamente pocos hombres. Y, más inquietante aún, por qué no hubo una colonización inversa: por qué los americanos no atacaron a una medieval Europa. Ese libro, junto con Colapso (de 2005 y en el cual explica que muchas sociedades fallidas lo fueron por olvidarse de extraer recursos de manera sustentable) y El mundo hasta ayer (2012), conforma otra trilogía: la de los libros de historia antropológica de Diamond, que no persiguen un fin modesto, sino explicar todo el devenir humano. Su popular obra se completa con sus dos libros más evolucionistas: El tercer chimpancé (1991) y ¿Por qué es divertido el sexo? (1997).

Diamond recuerda que de joven le dijeron que su deber era unificar la ciencia con las humanidades. Ha sido criticado por quienes lo ven demasiado reduccionista, e incluso racista (especialmente tras su obra El mundo hasta ayer). Hoy, al borde de los 81 años, no cree en deus ex machina (ayudas providenciales) que salven al Homo sapiens del desastre ambiental en el que está metido.

En su libro ‘Colapso: Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen’ escribió: “Ni en Montana ni en Estados Unidos hay un riesgo inminente de colapso”. Desde la asunción de Donald Trump, ¿ha reconsiderado esa opinión? Es decir, ¿todos los imperios caen en algún momento?

No, la llegada de Donald Trump a la presidencia no ha colocado al país en situación de riesgo inminente de colapso, aunque sí ha puesto más cercana la posibilidad de declinación económica y dictadura militar. Pero tampoco creo que todos los imperios deban caer en algún momento: el Imperio japonés ha sobrevivido los últimos mil quinientos años, y la jefatura de Tikopia (una isla del Pacífico), todavía más.

Como geógrafo, estudió las relaciones entre la situación geográfica y el éxito (o fracaso) de las sociedades a lo largo de la historia. ¿Esas condiciones constituyen de alguna manera un destino o solo son las bases a partir de las cuales desarrollarse? ¿O quizá una mezcla de ambas?

La influencia de la geografía varía desde las influencias abrumadoras (deterministas, esas que sí definen un destino) hasta las leves. Depende de qué se hable. La vestimenta en invierno de los pueblos del Polo Norte, el uso de chaquetas abrigadas, depende, por cierto, de la geografía. En cambio, si la pregunta es, por ejemplo, respecto de por qué el Colegio Electoral de Estados Unidos votó más a Donald Trump que a Hillary Clinton, hay muchos factores por analizar, y es algo que no está determinado por la geografía, por más que, desde luego, la geografía es importante para explicar las condiciones previas a esta elección, como también el hecho de por qué Estados Unidos es una democracia rica.

“Cualquiera que crea que hay que cambiar el capitalismo para controlar los problemas ambientales es igual a aquel pensador que decía que se debía transformar al cielo en    verde”

Al contrario de otros activistas ambientales, usted ha hecho investigaciones para grandes empresas y ha escrito que no son malas por intentar perseguir sus beneficios. ¿Es posible crear una especie de círculo virtuoso y conseguir que las empresas tengan en cuenta las consecuencias ambientales negativas de sus acciones?

Hay muchas grandes empresas que advirtieron que perseguir metas que son buenas para la sociedad en general es esencial para hacer que su propia empresa sea redituable. Un buen ejemplo es el de Chevron y otras grandes petroleras que aprendieron que a largo plazo es más barato ser ambientalmente limpios y evitar derrames que incurrir en desastres supercaros. Otro ejemplo es Walmart: descubrió que puede ahorrar mucho dinero si usa camiones de bajo consumo y recicla materiales y lleva a cero el desperdicio de comida. Eso es bueno para la empresa y para el ambiente.

En ese sentido, ¿cómo ubica al cambio climático en el contexto de los desafíos humanos? ¿Es el principal o apenas uno de ellos?

El cambio climático es uno de los principales desafíos, pero no el principal. Otros más importantes son el riesgo de guerras nucleares, el consumo no sustentable de los recursos del mundo y la desigualdad global que alienta el terrorismo, la inmigración indetenible y la diseminación de enfermedades emergentes.

Mencionó el consumo de los recursos planetarios. Es un problema que también señala en sus libros, a la par del crecimiento de la población. Como solución para que la humanidad sobreviva a largo plazo, se oyen propuestas de colonización de otros planetas. Lo hizo el fallecido Stephen Hawking, por ejemplo. ¿Lo considera una opción posible o solo una especie de deseo más o menos fantástico?

¿Colonizar otros planetas para que sobreviva la humanidad? Qué idea increíblemente estúpida. Si no podemos mantener una prosperidad económica y paz en la Tierra, ¿cómo vamos a conseguir la enorme cantidad de recursos necesarios para subsidiar los asentamientos humanos en otros planetas y mantener la paz en la Tierra necesaria para apoyar esos asentamientos?

Imagino que la idea es que los humanos consigan sus propios recursos en esos planetas. De hecho, ya hay algunas ideas concretas respecto de hacer minería en asteroides, además del viejo proyecto de terraformar Marte.

Me sigue pareciendo una mala idea. Mandar a colonizar otro planeta sería terriblemente caro para los recursos terrestres debido a que, para sobrevivir, los colonizadores necesitarán comida, agua y oxígeno de la Tierra, no minerales ni recursos marcianos.

Volviendo al cambio climático, ¿cuál es su opinión respecto del sistema de negociaciones de la ONU para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero? ¿Es un buen sendero de gobierno global basado en hechos o esta es una visión extremadamente optimista?

El sistema de la ONU es un paso valorable en la dirección correcta. Por supuesto, no ha sido exitoso desde el primer intento, como suele suceder cuando se trata de cambios enormes y complicados. Requiere optimismo, pero es un optimismo con buenas bases.

“Los grandes problemas que encara la humanidad son problemas que nos causamos a nosotros mismos, y de igual modo podríamos dejar de causárnoslos. Las soluciones dependen de nuestras decisiones”

Parece que usted cree que es posible controlar los agudos problemas ambientales que bien describe dentro del sistema capitalista que de algún modo los engendró. ¿Qué opina de otros pensadores –como Naomi Klein o Herve Kempf, por citar casos conspicuos– que deliberadamente afirman que no alcanza y hace falta pensar
otra cosa?

Cualquiera que crea que es necesario cambiar el sistema capitalista para controlar los problemas ambientales es igual a aquel pensador que decía que se debía transformar el cielo en verde.

Sí, es posible que sea más fácil controlar los problemas con un cielo verde, pero eso no va a suceder. Tampoco el reemplazo de nuestro sistema capitalista. Tenemos que hacer lo mejor que podamos con nuestro sistema capitalista y con nuestro cielo azul.

¿De verdad no se pueden pensar alternativas? ¿Cree que el capitalismo es algo que durará para siempre?

No. El capitalismo durará tanto en el futuro como prever se pueda.

En ese contexto, ¿cómo ve el rol de los líderes religiosos? ¿Qué opinión le merece la actividad ambientalista del papa Francisco y su encíclica ‘Laudato Si’ ’?

No leí la encíclica de Francisco. Hoy, como en el pasado, el papel de los líderes religiosos puede ser tan bueno como malo. La Iglesia católica jugó un terrible papel en los genocidios de poblaciones no europeas hace 500 años. Y continúa jugando un papel terrible al oponerse a la planificación familiar, el divorcio y la igualdad femenina. Esporádicamente, algunos líderes religiosos juegan un papel positivo, sin embargo.

En el debate respecto del optimismo o pesimismo acerca de cómo ver a la humanidad en perspectiva histórica, ¿estamos mejor, peor o igual que antes? Usted se ha definido como ‘cauto optimista’. ¿Qué significa?

Me defino así respecto de las posibilidades de que el mundo en que mis hijos vivan dentro de 30 años sea un mundo en el que valga la pena vivir. Quiere decir que pongo esa posibilidad en 51 por ciento antes que en 49 por ciento. Eso es así porque los grandes problemas que encara la humanidad son problemas que nos causamos a nosotros mismos, y de igual modo podríamos dejar de causárnoslos. Las soluciones dependen de nuestras decisiones. No es que el futuro esté amenazado por un gran asteroide que va a chocarnos y respecto del cual no podemos hacer nada.

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