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Victoria contra el ruido a los 87 años (y dos décadas después de empezar)

Una familia de abogados del barrio de Xúquer, en Valencia, logra su segundo triunfo en Estrasburgo

Hubo una época en que en la plaza de Xúquer, en Valencia, una de cada dos plantas bajas era un bar, un pub o una discoteca. Ya era una zona de marcha cuando, en 1995, la Universidad de Valencia inauguró a pocas calles su mayor campus. Los universitarios hicieron del barrio territorio de marcha de jueves a domingo. Para los vecinos se convirtió en un infierno. “Yo ya vivía aquí y era insufrible. No se podía dormir. El ruido empezaba por la tarde y duraba hasta pasadas las seis de la mañana”, afirma Andrés Moray, el abogado que junto a su hermano Joaquín ha logrado que por segunda vez el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo sentencie que el jaleo de aquel barrio violaba el derecho a la intimidad de sus habitantes.

Moray empezó su batalla judicial después de que su padre, también abogado y experto en derecho contencioso-administrativo, encontrara una sentencia en la que un letrado murciano, José Luis Mazón Costa, había conseguido una sentencia favorable contra el ruido por violación de derechos fundamentales.

El entonces joven abogado valenciano se dirigió a la Asociación de Vecinos del barrio de Sant Josep y pidió a sus dirigentes voluntarios a los que representar. El objetivo era utilizar esa nueva vía para frenar la fiesta insomne de la plaza de Xúquer. “En ese momento nadie quiso, así que se nos ocurrió la idea de que el demandante fuera mi padre, porque todos en mi familia éramos vecinos. La presentamos y ganamos en 1997. El Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana nos dio la razón. No nos hizo falta llegar a Estrasburgo“.

Con la victoria judicial sobre la mesa, el entonces presidente de la asociación vecinal, Miguel Cuenca Zarzoso, y otra vecina, Pilar Moreno Gómez se ofrecieron a continuar el camino y, defendidos por Morey Abogados, demandaron a la Administración por no proteger su derecho a la intimidad. Las instancias españolas rechazaron su petición. Pero Estrasburgo les ha dado la razón: a Moreno en 2004 y a Cuenca este martes.

Después de conocer el fallo a su favor dos décadas después de comenzar, Cuenca se mostraba este martes contento. “Empecé hace mucho tiempo y ahora por fin nos han dado la razón. Yo sufría mucho por el ruido”. Un informe médico dictaminó que las prolongadas alteraciones del sueño generadas por el ruido le provocaron ansiedad y depresión, aumento de la irritabilidad y disminución de las capacidades intelectuales.

“Puse dobles ventanas con un cristal especial y aire acondicionado para no tener que abrir en verano, pero no fue suficiente. El ruido y el temblor continuaban siendo muy fuertes. Al final tuve que cambiar el dormitorio a la parte de atrás de la casa, con las molestias que ello implicó”, dice en su casa.

El barrio, 20 años después

La paradoja es que ahora que por fin ha ganado el juicio, el barrio en el que vive, a pesar de ser el mismo, se parece poco al de los noventa. Las sentencias judiciales anteriores y la presión ciudadana empujaron al Ayuntamiento a frenar la apertura de locales, limitar los horarios de apertura y aplicar de forma progresivamente más estricta su propia normativa.

La labor de zapa de Andrés Moray, su hermano Joaquín y su padre no se limitó, por otra parte, a las demandas por derechos fundamentales. “Fuimos a por las discotecas”, dice Moray. Estaban convencidos de que esos locales, que en los noventa cerraban a las seis de la mañana, actuaban de tractor de los demás. El día en que consiguieron la revocación de la licencia de Ágora, la discoteca más emblemática de Xúquer, como consecuencia de reiteradas infracciones administrativas, el resto de locales fueron cayendo como fichas de dominó.

A sus 87 años, Cuenca está satisfecho con los cambios producidos, aunque todavía sigue viendo algún problema. “Ahora hay muchos menos bares, pero hay más mesas en la calle y también se oyen voces. No está solucionado del todo, pero está mucho mejor que estaba”.

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