Editorial

Amenazas Turísticas al entorno social y ambiental: Más que una voz de alarma

 

 

Quizás, todo empieza haciendo memoria de unas cuantas décadas atrás, cuando comenzaba hablarse de la actividad turística en las zonas naturales, en las visitas a pueblos que nunca habían tenido un atractivo reconocido sino más bien un desprestigio turístico por su nulo valor de atracción  a la demanda y por su escasez o inexistencia de facilidades turísticas.

Cuando comenzó ese cierto interés por visitar entornos naturales y culturales rurales, los autodenominados “ecologistas” (Nunca confundir con ecólogos o ambientalistas) marcaron su voz en contra, por verlo como una agresión con escenarios negativos e irreversibles en el patrimonio natural y rural. Estos mismos que años más tarde, promovieron el denominado y no entendible para muchos (sobre todo para la demanda) “ecoturismo”, “turismo responsable, consciente, ético, etc.”

Precisamente leyendo un reciente informe de la “Austrian Alpine Association” donde se habla de la futura desaparición del turismo de nieve y en concreto del esquí, por su tremendo impacto ambiental en la alteración de los ecosistemas de montaña, y siendo el que escribe alguien que entiende del turismo de nieve, me provoca a puntualizar en alto no solo los daños que afectan al entorno natural sino también al social-cultural.

Imaginar, como algunos llaman #turismoecologico, que pueda ser algo factible, es pecar de ilusión o más bien ilusionismo, pero siempre pecar, porque por principio no puede darse esa incompatibilidad. Otra cosa es si hablamos de mitigar los impactos negativos y potenciar los positivos en el medio donde se desarrolla, pero como digo esto es otra cosa.

Aquellos que fuimos pioneros en desarrollar y promocionar un #turismo sostenible, hace décadas, nos acordaremos que cuando se salía al campo, apenas te cruzabas con algún viajero con motivaciones similares. En estos últimos años, hay lugares donde los visitantes apenas dejan ver el paisaje, recordando a las multitudes que se aglomeran en las ciudades turísticas de gran “éxito”.

El objetivo de sensibilizar a la soiedad para que valorizase el medio natural y rural, termino con afluencias masivas en tiempo y espacio, consiguiendo casi el efecto opuesto, al menos para el entorno natural.

Esto mismo se puede comprobar desde hace años en muchos pueblos y aldeas, donde la relación turista/residente hasta se triplica o mas, en ciertas épocas del año y a veces en muchos fines de semana, causando unos impactos sociales muy importantes, tanto para la comunidad local que se siente desplazada y fuera de lugar en su propio hábitat, como para aquellos visitantes que buscan “experiencias memorables” que les hagan repetir y difundir el mensaje de satisfacción, que obviamente no será.

Es algo similar a lo que está ocurriendo en destinos turísticos muy consolidados como Venecia, Barcelona, etc. donde existe una sobre demanda que impacta seriamente en la vida del dia a dia de los residentes, provocando acciones, podríamos llamarlas anti-turismo.

Recordemos que el fenómeno low-cost y también porque no, en parte la economía colaborativa, han abierto las puertas a una demanda de poder adquisitivo menor y consecuentemente el número de visitantes crece de forma espectacular para unos y alarmante para otros.

Obviamente también tiene que ver con el concepto de competitividad turística, excluyendo la sostenibilidad, es decir que si no se conserva, protege y gestiona eficientemente el entorno, el recurso para el turismo, este se deteriora y termina extinguiéndose. Es un empobrecimiento real de su calidad ambiental-cultural-turística, que alejara a la demanda objetivo que la mayoría de los destinos dice que busca.

Realmente lo que aparenta ser un buen momento para la oferta puede convertirse en un revulsivo para la calidad de las experiencias. Y es cuando el turismo se transforma en una verdadera amenaza para el territorio, para el patrimonio natural y cultural, del cual el turismo se sustenta.

El éxito no se debe medir en función directa  del número de turistas que se recibe sino en los beneficios que se obtienen, tanto de la oferta, comunidad y patrimonio, como de la demanda. Es decir el principio de la propia sostenibilidad.

Un cordial saludo,

Arturo Crosby

CEO

Forum Natura Internacional

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