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Picos de Europa, un parque que cumple 100 años

El primer parque nacional español celebra su centenario. De los lagos de Covadonga al Naranjo de Bulnes, rutas que nos acercan a un territorio indómito y vertical

Con su paisaje de osamenta pétrea pintada de gris y verde, Picos de Europa se convirtió el 22 de julio de 1918 en el parque nacional de la Montaña de Covadonga para conmemorar el inicio de la Reconquista de don Pelayo. Tres cuartos de siglo pasarían para ver cumplida la reconversión de sus hechuras y denominación en el de los Picos de Europa (1995), nombre geográfico por el que siempre había sido conocido este territorio.

Picos de Europa, un parque que cumple 100 años
La geografía indómita de la roca calcárea, el reino encantado de rebecos y águilas, osos y lobos, al que el quebrantahuesos ha regresado tras décadas de ausencia. Así siguen siendo estas montañas, uno de los parajes naturales más apreciados de la Península, visitado cada año por más dos millones de personas. Enclavadas en la cordillera Cantábrica, las casi 65.000 hectáreas protegidas por el parque (que abarca tierras de Asturias, Cantabria y Castilla y León), compuestas por tres macizos y reconocidas en 2003 como reserva de la biosfera por la Unesco —por la labor en favor de la conservación y el desarrollo sostenible—, encierran toda una gama de ecosistemas y recursos naturales, de los que el turismo interesado en la naturaleza, el mundo rural y los deportes de montaña son sus mayores beneficiados.
Vista del Naranjo de Bulnes, en el parque nacional de los Picos de Europa.

El Naranjo de Bulnes

Arropado por el macizo central, el Picu Urriellu o Naranjo de Bulnes encandila con su imagen a los espíritus más fríos. Está escondido habitualmente tras la “maldita encainada”, como llaman los pastores a esa niebla que oculta el sendero, al ganado y hasta los sentidos cuando cae espesa sobre las canales y collados. Su impenetrable blancura se cierne por las rendijas de las montañas, como una de las visiones más típicas del gran macizo cantábrico, capaz de hacer perder el oriente al más experto montañero. Si el viento se mueve, levantará la densa cortina de humedad y recompensará el esfuerzo de llegar a pie hasta la vega de Urriellu, con la más fabulosa de las imágenes pétreas de los Picos de Europa, el Naranjo, uno de los monolitos calcáreos más bellos del mundo. Los 530 metros de roca vertical de su cara oeste se levantan imperturbables por encima de las nubes rastreras, con la luz encarnada del atardecer y con la arrogancia de quien se ha sabido inexpugnable durante siglos.

La inaccesibilidad del Urriellu terminó el 5 de agosto de 1904. Ese día, Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa y principal defensor en el Senado de los inicios del conservacionismo en España, y su guía, Gregorio Pérez, El Cainejo, emprendieron la aventura de coronar la cumbre, equipados con una cuerda de pita y unas alpargatas de cáñamo. Si en los Alpes nació el montañismo para el resto de los europeos, en los Picos de Europa nació para los españoles: la primera clavija utilizada en una escalada en España la clavó en el Naranjo el alemán Gustav Schulze, tercer montañero en coronarlo, el 1 de octubre de 1906. Y tras él fueron haciendo cumbre todos los alpinistas y escaladores españoles pioneros. Como Víctor Martínez Mier, apodado Víctor el de Camarmeña, que sirvió de guía durante muchos años a todos los alpinistas que llegaron a la cumbre; su hijo Alfonso Martínez, que coronó el pico más de 200 veces, y otros que vinieron después, como José Ramón Lueje, viajero y estudioso de la cordillera Cantábrica que ha enseñado a mirar la montaña con ojos de amante y a valorar el paisaje y la naturaleza que la rodea.

Primer tramos de la ascensión al refugio de la vega de Urriellu, ubicado a los pies del Naranjo de Bulnes.
Primer tramos de la ascensión al refugio de la vega de Urriellu, ubicado a los pies del Naranjo de Bulnes. 

El Naranjo está considerado el corazón de estas montañas, y a sus pies, en la vega de Urriellu (a 1.960 metros de altura), se encuentra el refugio J. Delgado Úbeda, bautizado en honor al montañero y arquitecto que proyectó el edificio original, en 1954 (el actual se acabó de construir en 1990). Con capacidad para 96 personas, es paso obligado de los escaladores que acuden a trepar por las paredes del Picu, única forma de alcanzar su cumbre, o para aquellos que suben a admirar la belleza calcárea de sus cuatro caras, que se pueden rodear en una bonita excursión de media jornada y dificultad asequible, partiendo desde el refugio a través de la canal de la Celada.

Hay tres rutas montañeras para alcanzar la base del Naranjo, aunque la más sencilla y directa es la que parte de la mayada de Canero, accesible en coche desde la carretera de Arenas de Cabrales a Sotres. El recorrido, siempre ascendente, se realiza por una senda bien marcada desde el collado de Pandébano (1.212 metros) y remonta unos mil metros de desnivel. En función de la forma física de cada uno, lleva entre tres y cuatro horas de caminata.

La vega de Urriello es punto de partida también para coronar otra cumbre emblemática del macizo central: Torre Cerredo (2.648 metros), la más alta de Picos de Europa.

Un restaurante en el pueblo de Bulnes (Asturias), en el macizo central de los Picos de Europa.
Un restaurante en el pueblo de Bulnes (Asturias), en el macizo central de los Picos de Europa.
Desde Asturias

Los accesos principales al interior del parque nacional de los Picos de Europa (parquenacionalpicoseuropa.es) dependen del tipo de excursión que se busque. Desde Asturias se pueden realizar dos acercamientos muy diferentes. Uno sería la subida al santuario y a los lagos de Covadonga (la zona más turística). El paseo circular por los lagos Enol y Ercina y la subida al mirador de Ordiales son dos de las rutas clásicas para los visitantes que entran por aquí. La otra entrada asturiana es la que llega a Poncebos y Sotres, la más tradicional para montañeros y escaladores que suben al Picu Urriellu, y para quienes visitan Bulnes, uno de los pueblos más aislados de España (no tiene acceso rodado) hasta que en 2001 se inauguró un funicular que, en ocho minutos de trayecto, salva un desnivel de 400 metros hasta Puente Poncebos a través de las entrañas de la montaña.

Senderistas en la ruta de la garganta del Cares, entre Caín (León) y Poncebos (Asturias), en el parque nacional de los Picos de Europa.
Senderistas en la ruta de la garganta del Cares, entre Caín (León) y Poncebos (Asturias), en el parque nacional de los Picos de Europa.
Desde Cantabria

Por el lado de Cantabria se halla otro de los puntos más frecuentados, el teleférico de Fuente Dé. Y desde la zona de Castilla y León los visitantes buscan, sobre todo, la ruta senderista más conocida del parque, la garganta del río Cares, colgada por un desfiladero fluvial a lo largo de 12 kilómetros, entre Caín y Poncebos. Un acercamiento a las montañas apto para todos los públicos, que entra por el valle leonés de Valdeón, aunque convierte el desfiladero en una romería cada fin de semana de buen tiempo.

Vega del Ario

Para los más avezados existen infinidad de rutas, como la subida a la Vega de Ario, la senda de la Jocica o la histórica senda del Arcediano entre los valles de Sajambre y de Amieva.

El recorrido entero

El Anillo de Picos es un recorrido circular de alta montaña que enlaza los tres macizos del parque nacional, en un trekking fabuloso que salta de refugio en refugio durante 10 días. Seguramente, una de las mejores experiencias montañera de Picos de Europa.

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