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‘Solo el 23 % del planeta no ha sido intervenido por el hombre’

El científico colombiano Cristian Samper opina que el país debe invertir mucho más en investigación.

La ONG WCS enfoca sus esfuerzos en la conservación de ecosistemas de la Orinoquia, en especies como el oso andino, conocido como el oso de anteojos, y en el caimán aguja.
Foto: Archivo/EL TIEMPO

Por: LAURA BETANCUR ALARCÓN 07 de marzo 2017 , 07:45 p.m.
Varias décadas atrás –antes de convertirse en el primer latinoamericano en dirigir la Sociedad para la Conservación de la Fauna Silvestre (WCS, por su sigla en inglés) y en el primero en administrar el Museo de Historia Natural de Washington–, Cristian Samper, el reconocido biólogo colombiano, dedicaba sus tiempos de estudiante a investigar a los osos de anteojos.

Por eso hoy, considerado una de las máximas autoridades en la conservación de las especies en peligro de extinción, Samper no duda en mencionar su especial atención por la única especie de oso que es propia de la cadena montañosa de los Andes.
El investigador, quien tiene a su cargo los zoológicos de Central Park, Bronx, Prospect Park y Queens, en Nueva York (Estados Unidos), conversó con EL TIEMPO a raíz de su participación en el XIV Encuentro Nacional de Educadores Ambientales, que se desarrolla en Barranquilla (ver recuadro).

Su regreso al país se da por la educación ambiental. ¿Qué rol siguen teniendo los zoológicos y acuarios para ese fin?

Son espacios de contacto con la naturaleza, ventanas a ese mundo natural. Son muy importantes porque muchos niños que crecen en las ciudades pueden conocer esa enorme riqueza. Anualmente, en el mundo, 700 millones de personas visitan al menos un zoológico. Los zoológicos modernos son espacios donde el visitante es el que está en la jaula y los animales tienen los espacios.

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Se ha hablado de lo clave que será la educación ambiental en el posconflicto. ¿Cómo entenderla hoy?

La educación ambiental es fundamental para todos, porque a la larga es esa educación y conciencia las que nos llevarán a cuidar ese entorno natural. No se trata de conservar solo esas especies, sino conservar los ecosistemas de los cuales dependemos todos. Me emociona bastante que la siguiente generación, los niños de hoy en día, tiene una gran conciencia ambiental, mucho más que nosotros o nuestros padres. Y eso me ilusiona por el futuro de Colombia.

Hoy se debate sobre lo que podría venir para la biodiversidad con el posconflicto. ¿Cómo deben replantearse las políticas de conservación?

Las políticas están planteadas desde hace rato. Sin duda, el proceso de paz representa un arma de doble filo para el medioambiente, porque muchas de estas regiones han estado fuera de límites para expediciones científicas, por el conflicto.

Me parece que en este momento hay que reforzar la vigilancia en estas regiones, para evitar que la tasa de deforestación en el interior de los parques nacionales se siga incrementando.

En la última semana se ha desatado un debate por el impulso al ecoturismo en parques naturales. ¿Cómo garantizar la conservación de estas áreas pero que a la vez sean sostenibles económicamente?

Los parques nacionales son espacios de conservación. Creo que se puede hacer algo de turismo, pero muy cuidadosamente, porque puede tener impactos negativos. Personalmente, aunque creo que son bienvenidos algunos proyectos, me parece que el manejo y control deben estar en cabeza de Parques Naturales y no del sector del turismo.
Mi amigo Manuel Rodríguez –exministro de Ambiente– escribió un trino muy simpático al respecto: “es como poner a un ratón a cuidar el queso”.

Por su trabajo, usted conoce cientos de experiencias internacionales. ¿Cómo lograron otras áreas protegidas del mundo blindarse de la minería ilegal y de los cultivos ilícitos?

WCS trabaja en 60 países, incluyendo muchos de África, donde hay problemas parecidos a los colombianos. Las dos lecciones son, por un lado, fortalecer el control y la vigilancia; es preocupante que la capacidad de gestión del sistema de parques sea muy poca. La otra lección es darles a las comunidades alternativas de ingreso.

Hemos visto que países como Ruanda, después de pasar por una etapa de genocidio de más de un millón de personas, ha volteado totalmente el sistema con el ecoturismo. Hoy en día es uno de los destinos más importantes en ese sector.

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El trabajo de WCS en el último año en Colombia se ha enfocado en el oso andino u oso de anteojos. ¿Por qué desde la ciencia hay que apostarle a esta especie?

Es una de las especies más emblemáticas. Se encuentra entre unos 500 metros de altura hasta los páramos. Tiene una distribución muy amplia. En la medida en que tengamos nuevas herramientas de investigación, como cámaras de foto trampeo, podremos avanzar en su conocimiento y en instaurar corredores biológicos que permitan conservarla.

Usted ha dicho que no solo le gusta hacer ciencia, sino lograr que la ciencia ocurra. El presupuesto de la ciencia en Colombia sigue siendo objeto de debate, además por la polémica de las últimas semanas de que el Fondo de Regalías de Ciencia y Tecnología sería para la construcción de carreteras. ¿Qué opina al respecto?

Es claro por todos los indicadores que Colombia está rezagada en términos de inversión en ciencia y tecnología. Llevo varios años en el Consejo Asesor de Ciencia y Tecnología de Colciencias, y ese tema lo vemos constantemente. Buena parte del presupuesto de esa institución se ha destinado a la formación de investigadores de nivel doctoral, y eso es muy importante.

Pero también es clave apoyar los procesos de investigación básica. El presupuesto de investigación en Colciencias es supremamente bajo. El Fondo de Regalías, supuestamente, es una entidad importante para aportar recursos.

En los próximos días voy a tener una audiencia con el presidente Juan Manuel Santos, y es uno de los temas que quiero abordar.

La pérdida de especies y poblaciones sigue creciendo. ¿Qué impide que se frene tal tendencia?

Según muchos indicadores a nivel mundial, continuamos transformando la naturaleza de una manera acelerada y preocupante. En un estudio de WCS, de hace pocos meses, mostramos que las áreas silvestres que quedan en el planeta son solo el 23 por ciento.

La huella humana ha cambiado el 75 por ciento del planeta. Esto es algo preocupante. Solo en las dos últimas décadas hemos perdido el 10 por ciento. Y ligado a esto, hay procesos que impactan a muchas de las especies que viven en las áreas intactas.

A pesar de todo eso, una de las lecciones que he aprendido de viajar alrededor del mundo es que la vida silvestre tiene una capacidad de recuperación impresionante. Eso lo vemos con distintas poblaciones, sean elefantes, osos, tigres… Si tienen espacios donde vivir, las poblaciones se recuperan bastante rápido. Hay un mensaje de optimismo.

(Lea también: ‘La gente no ve que está en riesgo por el cambio climático’)

Este año hay una especial atención por la conservación de los océanos. ¿Qué consecuencias puede traer una rápida extinción en los ecosistemas marinos?

La mitad de Colombia es mar y muchos colombianos lo desconocen. El 70 por ciento del planeta son mares e históricamente no nos hemos enfocado en ellos. Es bienvenida la atención que se les está dando a los océanos. Hay hechos preocupantes, como la sobrepesca, donde se deben establecer sistemas de manejo efectivo. Es una problemática reversible. Otro problema son las especies invasoras.

Sin embargo, el tema más complicado es la acidificación de los océanos, que está ligado con el cambio climático. Es muy difícil cambiar las condiciones físico-químicas del océano.

Desde lo personal, ¿a cuál especie y ecosistema les dedicaría más en cuanto a conservación?

Una especie a la que yo, de hecho, le tengo un cariño especial es al oso de anteojos.

Cuando comencé a estudiar biología, el sitio donde hice mi trabajo fue la reserva natural de La Planada en Nariño, que es un área donde en ese tiempo había un programa para la conservación del oso. Tengo una conexión personal muy importante y me alegra mucho que en Colombia estemos mirando este tema de cerca.

También, para el caso colombiano, tengo muy presente al caimán del Orinoco, una especie de cocodrilo que es de las más grandes del mundo y supremamente interesante; sin embargo, hoy está muy amenazada en la naturaleza. En WCS esperamos poder restaurar esas poblaciones naturales.

Educadores ambientales se reúnen en Barranquilla
Hasta el próximo jueves 9 de marzo se desarrollará el XIV Encuentro Nacional de Educadores Ambientales en Barranquilla.

El evento es organizado por la Fundación Botánica y Zoológica de esa ciudad, la Asociación Colombiana de Parques Zoológicos, Acuarios y Afines (Acopazoa) y el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt.

Además de Cristian Samper, entre los panelistas destacados se encuentran Eric Jensen, investigador y profesor de la Universidad de Warwick en Inglaterra, quien hablará de experiencias de educación ambiental en espacios educativos no convencionales; Alejandro Grajal Parejo, presidente de Woodland Park Zoo y quien ha tenido experiencias de investigación en diferentes ciudades de Estados Unidos, y Ricardo Rubiales García, quien forma parte del Comité de Educación y Acción Cultural (Ceca) y del Consejo Internacional de Museos (Icom), de México.

LAURA BETANCUR ALARCÓN
Redactora de EL TIEMPO

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