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Un “desierto verde” contra el calentamiento global, el reto de científicos chilenos

En el desierto de Atacama, el más árido del mundo, un grupo de científicos chilenos crearon un pequeño oasis vegetal, a más de 3.200 metros de altura. En cuatro hectáreas de este proyecto crecen pimientos, tamarugos, chañares, taras y distintas variedades de atriplex.

Muchas soluciones han creado científicos de varias partes del mundo para mitigar los efectos del cambio climático. La más reciente apuesta es la formación de un “desierto verde” en Atacama (Chile), uno de los más áridos del mundo.

En esta zona, ubicada a más de 3.200 metros de altura, los científicos realizaron un proyecto piloto. Sembraron en cuatro hectáreas pimientos, tamarugos, chañares, taras y distintas variedades de atriplex – todas especies nativas. El principal objetivo de esta iniciativa, realizada por la Universidad de Chile, es luchar contra la desertificación, capturar gases de efecto invernadero e incentivar la reutilización de aguas servidas de la minería y comunidades cercanas.

Manuel Paneque, científico del Centro de Estudios Agroforestal del Desierto de Altura de la Universidad, explicó a la AFP que “se trata de hacer crecer plantas en condiciones subletales con temperaturas que pueden oscilar entre los -19º y los 35º Celsius, vientos de hasta 100 km/hora, falta de oxígeno y suelos sometidos a altos índices de salinidad y presencia de metales como el arsénico y el boro”.

Las plantas de sal, como son conocidos los atriplex, son una de las especies vegetales que mejor se ha adaptado a este desierto. Se caracterizan porque crecen en cualquier lugar, por tener un altísimo poder calórico y, además, sirven para la alimentación animal o como biomasa para la producción de ‘pellet’, material orgánico usado en procesos productivos como biocombustible.

El desierto de Atacama está situado en una de las regiones donde se presenta mayor actividad minera en Chile. En esta zona se encuentran ubicados los campamentos de la compañía Minera Zaldívar. Por eso, con esta iniciativa, los científicos quieren demostrarle al sector industrialque pueden contribuir en la disminución de efectos del calentamiento global. (Le puede interesar: 

Una ayuda podría ser las plantaciones forestales en el desierto, que son capaces de neutralizar los gases de efecto invernadero. Según comentó Paneque, algunas de las especies que cultivan absorben aproximadamente nueve toneladas de CO2 por hectárea.

En el laboratorio, las plantas que mejor se adaptan y mayor cantidad de biomasa producen son objeto de estudios para generar bosques áridos con las especies apropiadas. Y es que “el desierto es un lugar muy rico en biodiversidad”, añade Paneque. También permite dar uso a las aguas servidas que producen los campamentos mineros situados en el desierto mediante un método artesanal, conocido como Tohá.

Este proceso consiste en la utilización de lombrices que transforman la materia orgánica, la filtración posterior del agua y su tratamiento con radiación ultravioleta para eliminar coliformes. Los residuos o humus que genera este tratamiento, además, se pueden utilizar como fertilizante. Aunque el agua no cumple con las normas de riego, es apta para la forestación, asegura el científico. 

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