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“Ningún taxista de Londres que se haya pasado al eléctrico regresa al de combustión”

El embajador británico para el cambio climático recuerda que su país vetará los diésel y gasolina en 2040

Cuenta Nick Bridge (1972, Dewsbury, West Yorkshire, England) que el primer representante especial para elcambio climático del Reino Unido era un activista medioambiental. Luego, el cargo recayó en un almirante retirado de la Armada y, posteriormente, en un científico. Y desde 2017 Bridge, diplomático de carrera, ocupa ese puesto dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores británico. “Yo soy economista”, apunta. “Ahora necesitamos mostrar la transición económica en la lucha contra el cambio climático”, añade Bridge, que ha participado esta semana en unas jornadas en Madrid sobre las ciudades y la lucha contra el calentamiento.

Reino Unido fue uno de los primeros países del mundo en dotarse de una ley de cambio climático. De 2008 data la conocida como Climate Change Act, una norma que es un referente internacional en las políticas contra el calentamiento global y en la que se ha fijado también España para preparar su ley, que, pese a los reiterados anuncios desde el Gobierno de Pedro Sánchez, aún no ha llegado al Congreso.

Adiós al carbón

Bridge —que también ha sido embajador de su país ante la OCDE, la Agencia Internacional de Energía y la Agencia de Energía Nuclear— destaca de la ley del Reino Unido los “presupuestos de carbono”. Con esa expresión se conoce a la cantidad de gases de efecto invernadero que un país se fija como límite de emisiones para un periodo concreto de tiempo. “Nosotros hemos descubierto que los objetivos a largo plazo, con presupuestos de carbono a cinco años y un asesoramiento independiente, ofrecen claridad”.

“Para nosotros la ley ha servido para marcar un camino hacia la descarbonización muy rápida”, sostiene. Y exhibe los números de su país: “Desde 1990 hasta hoy hemos reducido nuestras emisiones en más de un 40% mientras el crecimiento económico ha sido de más de un 70%”. El secreto, añade, pasa por “tener una estructura sencilla y a largo plazo” para poder coordinar “la descarbonización” entre todos los actores.

También resalta como un éxito la rapidez con la que su país ha logrado desengancharse del carbón —un combustible que prácticamente nació en el Reino Unido con la Revolución Industrial— para generar electricidad: “El carbón ha salido de nuestro mix energético prácticamente por completo. Ha pasado del 40% de la generación eléctrica hace cinco años a casi cero ahora”. También, apunta, “ha entrado en el sistema la energía eólica de una forma muy potente”. “Por ejemplo, la instalación de eólica marina más grande del mundo está en el Reino Unido”.

Pero, tras más de una década de aplicación, ¿qué ha fallado de la ley británica de cambio climático? Bridge rehúsa hablar de fallos, pero resalta lo “fácil” que ha sido transformar la producción de electricidad —con la eliminación del carbón y la incorporación de renovables— frente a lo complicado que resulta actuar sobre el sector del transporte. “Como ocurre en España, en el transporte prácticamente no se ha avanzado. Los procesos industriales son muy difíciles de descarbonizar. No creo que se pueda decir que ha fallado, pero lleva mucho tiempo este proceso tan complejo en el que hay que poner de acuerdo a las empresas, a Gobiernos y a la sociedad civil. Llevamos diez años de ley y solo ahora estamos empezando a tomar medidas en estos sectores”.

“Hemos dicho que en 2040 sacaremos los motores de combustión del sistema. Y creo que el mercado avanzará más rápido todavía”, afirma sobre el veto que también ha planteado el Gobierno británico para el diésel y la gasolina. Esa fecha, 2040, es la misma que planteaba el borrador de ley de cambio climático que el Ministerio para la Transición Ecológica presentó el pasado años. Esa norma no ha llegado todavía al Parlamento.

“La tecnología ya está ahí con coches más limpios, como los electrónicos, los híbridos, los de hidrógeno (…) No vas a encontrar ningún taxista de Londres que se haya pasado al eléctrico y luego regrese al modelo antiguo. Es más barato, más limpio y más agradable de conducir. La cuestión ya no es el coche, es la infraestructura de recarga, las baterías, su reciclado y el cambio cultural”, dice.

Bridge habla de la necesidad de que desde los Gobiernos se manden “señales” a los fabricantes para que apuesten definitivamente por este tipo de vehículos. “Creo que las señales ya son más claras; hay más Gobiernos que han establecido límites, como Reino Unido, como Francia o la India, que ha establecido como límite 2030”.

En España, Baleares ha sido pionera al fijar que no podrán circular por las islas vehículos nuevos de diésel en 2025 y de gasolina en 2030. Bridge admite que no conoce en detalle la norma, que se acaba de aprobar. “Pero sí parece que es el camino que está llevando el mundo”, dice sobre ese calendario.

Las incertidumbres ante el Brexit también afectan a la lucha contra el cambio climático. Reino Unido ha sido siempre un actor dentro de la Unión Europea que empujaba hacia la ambición contra el cambio climático. ¿Qué ocurrirá tras el Brexit? “No cambia nuestro compromiso, nuestra ambición”, dice. “En la UE el cambio climático es un tema de identidad central. Creo que Europa en su conjunto, incluyendo el Reino Unido, seguirá liderando el cambio climático. Tenemos que liderarlo a nivel mundial. Hemos provocado gran parte del problema y por lo tanto debemos trabajar en ello”. “Reino Unido y España deben trabajar con urgencia —juntos y con otros socios europeos— para ser más ambiciosos y demostrar un liderazgo real ante el cambio climático. Necesitamos compromisos a largo plazo y planes de implementación detallados”, concluye.

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