En los últimos cinco años, la carga de enfermedades no transmisibles en Colombia -entre estas, aquellas causadas por el medio ambiente– pasó del 76 al 83 por ciento, según cifras del Ministerio de Salud. Los accidentes cerebrovasculares, la enfermedad isquémica, el cáncer y las infecciones respiratorias son las principales causas de muertes relacionadas por contaminación ambiental.
Para 2018, el Gobierno fijó la meta de reducir en un 8 por ciento –un poco más de 14.000 decesos- la mortalidad por enfermedades no transmisibles, según aseguró José Fernando Valderrama, subdirector de enfermedades no transmisibles del Ministerio de Salud, durante el simposio ‘Vivir más y mejor: La calidad del aire y nuestra salud’, organizado por la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes, la Fundación Santa Fe de Bogotá y la organización ‘Ciudades que Respiran’.
En el mundo, de las 12,6 millones de muertes relacionadas con el medio ambiente, 8,2 millones son producto de estas enfermedades no transmisibles.
En el país, alrededor de 5.000 fallecimientos son atribuibles a la mala calidad del aire; y su deterioro es producto, entre otros, por la presencia del material particulado que emiten, por ejemplo, fuentes industriales y móviles (como los vehículos).
“Se estima que un 40 por ciento de este material proviene de los motores a gasolina”, dijo Jeff Scharping, director de la Urban Air Initiative, organización estadounidense dedicada a mejorar la calidad del aire a través de la reducción de las emisiones de vehículos, y quien también hizo parte del simposio.
“En Estados Unidos, la gasolina reformulada -más limpia y con menos tóxicos- ha reducido en un 19 por ciento el riesgo de cáncer pulmonar en fase uno y un 22 por ciento en fase 2. Es por eso que se promueve el uso de biodiesel -nuestra meta es tener 4.000 millones de galones de para 2022-, pues no contiene hidrocarburos aromáticos, ni azufre, y proporciona oxígeno”, dijo, por su parte Angela Tinn, vicepresidenta de salud ambiental de la American Lung Association.
Según Scharping, de los cerca de 400 químicos presentes en la gasolina, 25 por ciento son aromáticos (particularmente bencenos, toluenos y xilenos), que además son potencialmente cancerígenos y generan material particulado que puede ingresar al organismo y afectar la salud. Sin embargo, se usan porque producen octano, un elemento vital para prevenir la explosión prematura de la gasolina y que además da buen desempeño al motor.
Al salir del exhosto, estos hidrocarburos crean ozono, gas causante de enfermedades respiratorias y problemas cardiovasculares y respiratorios; en Colombia, las poblaciones más vulnerables son los adultos mayores y niños.
“Al aumentar de 15 a 25 por ciento la presencia de aromáticos en la gasolina, las emisiones de benceno, tolueno y xileno pasan de 52 a 103 por ciento”, agregó el experto Scharping.
El etanol y el biodiesel, añadió, no contienen aromáticos, y son responsables de la producción de material particulado ultrafino.
Por su parte Juan Pablo Ramos, profesor del departamento de Ingeniería civil y ambiental de la Universidad de Los Andes, aseguró que el cambio de combustible es una de varias opciones para contrarrestar esta problemática, pues el uso de carros eléctricos también se ha convertido en una alternativa para reducir la emisión de contaminantes. “Hay que mirar integralmente el problema para saber cuál es la mejor opción en cada país”, aseguró.
En 2014, según datos de la OMS, cerca del 92 por ciento de la población mundial vivía en lugares donde no se cumplían las directrices de la organización sobre la calidad del aire.