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10 especies de aves que sólo pueden verse en Colombia y fascinan a expertos y avistadores

Colibríes, loritos, cucaracheros y otras especies que son tesoros preciados de los amantes de las aves, los pajareros, que tienen en este  país lo que un exporto llama “el Santo Grial” del avistamiento.

Colombia es un paraíso para avistadores de aves y para los ornitólogos. Tiene una inmensa diversidad de especies, en un territorio relativamente pequeño. Hay cientos y cientos de pájaros diferentes en el país.

Tanto es así, que “Aves de Colombia”, una guía clásica editada por la universidad estadounidense de Princeton, pesa 1,3kg. Así de grande es una lista exhaustiva de los pájaros colombianos.

Pero para entender su atractivo y la maravilla que representan, alcanza con hacer referencia a algunas de las más interesantes y exóticas de sus especies.

 

Para eso BBC Mundo consultó con tres expertos en aves colombianas: Mauricio Álvarez, ornitólogo, profesor de biología y exmiembro del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt; Diego Calderón, biólogo y dueño de una empresa de turismo de aves, además de uno de los promotores del Global Big Day en el país, una competencia de contar especies, en la que pajareros de todo el mundo intentan ver quién encuentra más y que este año por primera vez ganó Colombia; y el biólogo Andrés Cuervo, investigador del instituto Humboldt.

Tal es la diversidad de especies colombianas, que ninguno nombró las mismas. Esta es una selección de diez de las que mencionaron (todos aclararon que podrían haber hecho una lista muchísimo más larga), en estricto orden alfabético (y al final, un extra).

En algunos casos se incluyen audios con los cantos de las especies (gentileza de Mauricio Álvarez).

Bolborhynchus ferrugineifrons

Bolborhynchus ferrugineifrons. Foto de Rodrigo Gaviria.

“Un lorito, una diminuta especie que habita en los páramos más fríos y altos sobre el nivel del mar en Colombia”, dice Calderón, quien seleccionó a esta especie endémica de Colombia, sólo vista en la Cordillera Central del país.

“Lo que hace a Colombia el Santo Grial de las aves en el mundo y de la observación de aves es que somos una amalgama”, explica Calderón. Y enumera: una posición privilegiada, por estar pegado a Centroamérica, tener Andes, tener Amazonas, Costa Pacífica, Costa Atlántica.

Chlorochrysa nitidissima

Chlorochrysa nitidissima cantando. Foto de Juan Jose Arango.

Es una tangara, que habita bosques premontanos en las cordilleras Central y Occidental de Colombia. “Es uno de los pájaros ‘multicolores‘ más lindos y variopintos del mundo”, dice Calderón. “Muy apetecida por pajareros locales y extranjeros”, agrega.

Respecto a la diversidad de especies que hay en el país, apunta: “En Colombia sales a una finca un fin de semana y puedes ver 150 especies”.

Chlorostilbon olivaresi

Chlorostilbon olivaresi. Hembra a la izquierda, abajo, y macho a la derecha, arriba. Gary Styles/ Loreta Roselli/ Diego Calderon

Se lo conoce como esmeralda de Chiribiquete. Es un colibrí. “Ese lo han visto diez personas”, dice Álvarez -quien propuso incluirlo en la lista- respecto a lo difícil de avistar esta especie, que es una de las pocas aves endémicas (que sólo se encuentran en Colombia) de la Amazonia.

El hombre que encontró y describió esta especie es Gary Stiles, curador de la colección de ornitología del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia, hace más de diez años.

Cistothorus apolinari

Cistothorus apolinari. Foto de Cesar Chillon.

Conocido como cucarachero de pantano. Quedan unos pocos individuos de esta especie, dice Andrés Cuervo, quien lo puso en su lista. “Están confinados a algunos de los pocos humedales que quedan en la Sabana de Bogotá”, dice.

Antes era común, ahora una rareza, se lamenta: “Este pajarito se ha visto afectado por el crecimiento de la urbe”. Cuenta que los turistas que vienen a ver aves a Bogotá hacen una parada en el Humedal de la Florida a ver los pocos individuos que allí subsisten.

Coeligena orina

Foto: Rodrigo Gaviria

Lo llaman inca de Frontino, con plumaje verde brillante. Es, dice Álvarez: “Un colibrí rarísimo, todo el mundo quisiera verlo”. Es muy raro, de acuerdo con la guía de Princeton, sólo se encuentra en el lado este del Parque Nacional Natural Las Orquídeas (de 32.000 hectáreas), en el departamento de Antioquia.

Doliornis remseni

Doliornis remseni. Foto: Alejandro Cartagena.

“Los ornitólogos trataron infructuosamente de encontrar esta hermosa cotinga luego de su descubrimiento en el Quindío”, relata Cuervo, “pero desapareció”. Sigue: “Nadie volvió a saber de ella hasta hace poco, cuando se redescubrió en los páramos que separan al Putumayo de Nariño”.

Su rareza y muy peculiar color vinotinto la hacen muy enigmática, cuenta. Y por lo rara, ha vuelto al departamento del Putumayo uno de los mejores destinos para ver aves en Colombia.

Grallaria urraoensis

Grallaria urraoensis. Foto: Jose Castano

“Su distribución es diminuta, solo se encuentra en un cerro cerca del Páramo de Frontino, en la Cordillera Occidental”, explica Cuervo de esta especie conocida como tororoi de Urrao, “y hasta allá, a lomo de mula, por la larga falda de la montaña, llegan observadores de todo el mundo a ver esta joya de la avifauna nacional y otras especialidades de la zona, como el colibrí Coeligena orina, que es también de la región, pero que tiene los más espectaculares colores”.

Lipaugus weberi

“Esta rara ave fue descubierta hace casi 20 años por estudiantes de la Universidad de Antioquia en montañas inexploradas de su departamento, que habían escapado de la deforestación”, relata Cuervo acerca de este pájaro llamado en español “arriero antioqueño”.

“Su nombre se debe a que su canto asemeja la serie de silbidos que emiten los arrieros que llevan las recuas por los caminos reales que atraviesan el monte, cada vez más reducido, de (los municipios de) Anorí y Amalfi”. Es una de las aves con el área de distribución más reducida del mundo y está en peligro crítico, dice el experto.

Odontophorus strophium

Odontophorus strohpium. Imagen de dominio publico.

“Si uno está en el lugar adecuado no es tan difícil de ver”, dice Álvarez. Además, agrega sobre esta especie conocida como perdiz de Santander, en Colombia: “Puedes ver una gran cantidad de especies con desplazamientos relativamente cortos”.

El país tiene alrededor del 15% de las especies del todo el mundo. Esto es, explica el ornitólogo, por la diversidad climática del país. La ilustración de Odontophorus strophium que acompaña esta nota es del siglo XIX.

“Es una ilustración antigua, clásica, con los ‘errores‘ típicos de la época en cuanto a forma y proporciones de las aves”, dice Diego Calderón. Además, señala, el hábitat en que está presentada la especie es incorrecto.

“Por ejemplo, esta especie vive en el interior de bosque nublado y aquí lo ilustran en una zona abierta descansando sobre una piedra”, agrega. Lo que ocurre, explica, es que los especímenes eran enviados muertos a Europa, con poca o nada de información y el ilustrador se inventaba el contexto.

Rallus semiplumbeus

Rallus semiplumbeus. Foto de Cesar Chillon.

Conocida como timba de Bogotá. Es endémica de la sabana de Bogotá, y está en riesgo por el hecho de que los humedales que habita se están acabando. Todavía a media hora de Bogotá se puede encontrar, cuenta Álvarez, que la puso en su lista.

Aves sin nombre: las nuevas especies por descubrir

A modo de colofón, y mirando hacia adelante Andrés Cuervo sugiere: “Las aves de mayor interés para la ciencia y para los pajareros más apasionados son aquellas que no tiene nombre, las que permanecen ocultas a los científicos y los aficionados que aún no están en libros y no se tiene conocimiento de su existencia”.

“Se viven descubriendo especies nuevas”, afirma por su parte Álvarez.

“Las aves sin nombre aún quedan por nombrar ya sea porque no se ha explorado suficientemente vastos territorios en el país”, dice Cuervo, “o porque simplemente han pasado desapercibidas por los caprichos de la evolución que las ha hecho muy parecidas a otras especias ya conocidas”.

“Desde el 2000, en Colombia comenzamos a descubrir, aproximadamente, dos especies nuevas por año”, indica Calderón. Ahora calcula que esa cifra está entre entre una y dos por año.

“Uno de los sueños que tiene la gente es que el proceso de paz (con la guerrilla de las FARC) genere un turismo de avistamiento de aves mucho más grande”, apunta Álvarez. El problema, dice, es que al salirse las FARC de los territorios deja de haber un claro “dueño” de la zona y se vuelve, paradójicamente, más inseguro en algunas partes, al menos en un principio.

Además, dice Calderón del proceso de paz: “Tiene un aporte, porque nos permite llegar a áreas a las que no podíamos llegar, pero también gran parte del aporte ha sido el fortalecimiento de instituciones como universidades, del Instituto Humboldt, de extranjeros”.

fuente:  semana.com

Sandra Betancourt

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